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 sábado, 09 de diciembre de 2006  
Ejes y propuestas para las discusiones del nivel superior
Los investigadores Roberto Follari y Augusto Pérez Lindo destacan los temas pendientes del sector

Consultado acerca de cuáles deberían ser hoy los ejes de la discusión de la universidad argentina para el 2007, el investigador de la UBA Augusto Pérez Lindo considera que hay una “aceleración de la crisis de gestión, o también de gobernabilidad”. “No sólo en la UBA, también en el Comahue y en otras universidades, minorías sectarias bloquean el funcionamiento del gobierno universitario”, describe el especialista en educación superior, y agrega que esto se puede asociar con la deslegitimación de las autoridades, sobre todo por su falta de representatividad.

Sobre este punto, Pérez Lindo señala que en realidad, el gobierno universitario en todo el mundo lo ejercen los profesores, y ejemplifica que en Brasil esta gestión se da con un 10 por ciento de representación estudiantil, mientras que en Europa dicha cifra cae al 5 por ciento.

“Por definición, la universidad es meritocrática, pero la tendencia argentina es aplanar el sistema para convertirlo en mesocrático”, afirma el profesor de la UBA. Con respecto al marco político que envuelve las discusiones universitarias, en donde distintos sectores reclaman una suerte de gobierno de los estudiantes, Pérez Lindo sostiene que no le encuentra asidero a esta propuesta, y la asocia más bien a una crisis de la autoridad educativa en todos los niveles.

“Es una cuestión cultural más amplia, pero que ocurre luego de años de hegemonía de los partidos políticos (peronismo y radicalismo principalmente) en la universidad”, dice. “Entre el individualismo consumista de la mayoría y el sectarismo de las minorías se conjuga una nueva coalición posmoderna, una especie de nihilismo, trostkismo y anarquía, lo que tiende a convertir a la universidad pública en una cultura del espectáculo o del expresionismo juvenil, como pasó en otros momentos en distintas crisis universitarias en otros lugares”, destaca el académico.

De todas maneras, para Pérez Lindo a esta realidad se le suma la ausencia de utopías para querer instalar otro modelo, ya que cualquier modelo universitario tendría que tener al conocimiento como protagonista, cuestión que no ocurre hoy, sino que la realidad se afirma, según el especialista, en una constante marcada por “el rechazo al conocimiento”. “¿Será esta nuestra manera de expresar la modernidad líquida?”, se cuestiona el académico de la UBA.

Finalmente, otros de los temas en discusión para el especialista es lo que considera la incapacidad para fortalecer la profesionalización del docente universitario, “que sigue siendo un proletariado marginal con más del 20 por ciento trabajando ad honórem y más del 50 por ciento con sueldos inferiores a la media del obrero industrial”. “Al gobierno le falta un proyecto universitario, sin duda. Y a la sociedad le falta todavía un proyecto de desarrollo donde el conocimiento ocupe un lugar relevante, porque los factores de crecimiento siguen siendo las exportaciones tradicionales (cereales, combustibles, manufacturas con poco valor agregado)”, afirma Pérez Lindo.

También el gobierno universitario es para Roberto Follari, especialista en epistemología de la Universidad Nacional de Cuyo, uno de los debates principales de la educación superior argentina para el año entrante. Al respecto, propone que “la representación docente debiera dejar de ser mayoría automática”, y plantea que también que sobre las universidades privadas “es hora de sincerar la cuestión de las supuestas entidades sin fines de lucro, casi siempre subsidiadas por el Estado”.

Follari también considera a la gratuidad de los estudios y al ingreso como parte de la agenda universitaria. Sobre la primera, manifiesta que “la gratuidad sólo permanece en la Argentina, y es muy bueno que se mantenga, aunque ya no exista en el posgrado”. Con respecto al ingreso, el investigador cree que este tema sigue dando lugar a interminables conflictos, pero que luego, “al entrar personas con escasa vocación o posibilidades, la eficacia terminal está sólo entre el 5 y el 10 por ciento”.

   También propone revisar el rol de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau), que según el investigador “se ha mostrado necesaria para controlar ciertas situaciones en las universidades, pero que se ha despegado del diálogo con el CIN (consejo de rectores).

“Lamentablemente, siendo todos éstos problemas reales e importantes, queda poco lugar para reprogramar estratégicamente el lugar de las universidades en la sociedad, en relación a los sectores sociales populares, a la ciencia y técnica, al desarrollo regional y nacional, y a las empresas pequeñas y medianas”, dice Follari, quien completa su postura al decir que “tanto autoridades como sindicatos, a menudo están más preocupados por discutir el presupuesto, que por reprogramar a las universidades dentro de un plan generalizado de modernización estructural y procedimental que saque a las instituciones de la inercia que guardan desde hace no pocos años”.
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