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 domingo, 26 de noviembre de 2006  
La guerra civil-religiosa entre sunitas y shiítas ya parece inevitable en Irak
La masacre de civiles de esta semana en Bagdad y otras ciudades ahondó el clima de confrontación

Bagdad. - Los habitantes de Bagdad pasan las noches sin dormir cuidando sus casas y preguntándose quién será el próximo, luego de que esta semana se viviera la peor ola de violencia entre musulmanes shiítas y sunitas en la capital iraquí. Hombres armados quemaron mezquitas y viviendas sunitas, en represalia por el ataque con coches bomba contra un mercado shiíta el jueves, que dejó más de 200 civiles muertos. En este marco de creciente guerra civil y religiosa, el débil gobierno iraquí es jaqueado por sus aliados más extremistas, como el clérigo shiíta Moqtada Al Sadr, y cuestionado por el igualmente radical Consejo de Ulemas, de la minoría sunita.

Bagdad, de siete millones de habitantes, está bajo un estricto toque de queda desde el ataque del jueves. El gobierno pidió calma, desesperado por frenar la escalada de violencia entre sunitas y shiítas que se disparó luego del ataque dinamitero que destruyó en febrero la sagrada Mezquita Dorada de Samarra, un santuario shiíta. Desde entonces, la violencia sectaria no ha dejado de crecer y actualmente el país vive en una guerra civil y religiosa de hecho. El atentado de Samarra fue adjudicado a Al Qaeda, o a grupos sunitas vinculados a la red de Osama Bin Laden. Se cree que la estrategia de Al Qaeda en Irak es provocar la guerra civil con los shiítas, lo que al parecer están logrando. Los árabes sunitas son una minoría del 15% de la población iraquí, y han perdido el poder casi absoluto que detentaban bajo la dictadura de Saddam Hussein. Este perpetró grandes matanzas de shiítas durante su larga dictadura, así como de los kurdos, que viven mayormente en el norte del país, donde la situación es relativamente más tranquila. Los shiítas, 60% de la población, tienen hoy los principales puestos en el gobierno surgido de las últimas elecciones.


Vigilia armada
"Todos están tensos, todos están esperando que pase algo en cualquier momento", cuenta Abu Marwah, un traductor sunita de 40 años quien pasó casi toda la noche en el techo de su casa con un fusil Kalashnikov en la mano.

Cuatro mezquitas y algunas casas fueron incendiadas en la pequeña parte sunita del área principalmente shiíta de Hurriya, en el noroeste de Bagdad, denunció el viernes el viceprimer ministro sunita, Salem al-Zobaie.

Unas 32 personas fueron muertas, dijo la policía, en ataques en el área perpetrados por milicianos shiítas, en abierto desafío al toque de queda dispuesto tras la muerte de 202 personas el jueves en el barrio chiíta de ciudad Sadr.

Un testigo de los ataques del viernes en Hurriya, el profesor universitario Imad Din Al Hashemi, dijo que tres mujeres, tres niños y dos hombres sufrieron severas quemaduras cuando hombres armados lanzaron nafta a sus casas y las incendiaron.

Testigos y fuentes policiales también informaron de enfrentamientos y ataques aéreos en Baquba, una tensa ciudad mixta al norte de Bagdad. Los testigos precisaron que militantes arrasaron la ciudad y atacaron un centro de la policía. En un pueblo de la misma provincia, Diyala, una fuente de seguridad dijo que habían sido hallados los cuerpos de 21 shiítas, incluidos mujeres y niños de una familia, que fueron ejecutados en sus casas. Las fuerzas estadounidenses, en tanto, dijeron haber matado a 22 insurgentes en el norte de Bagdad.


El dilema del premier
Aunque orgullosos de siglos de armonía y matrimonios entre musulmanes shiítas y sunitas, tres años de intolerancia y derramamiento de sangre convirtieron a las comunidades de Bagdad en una mezcla de temor, grupos fuertemente armados y hostiles reductos sectarios.

La Casa Blanca catalogó la fuerte violencia registrada desde el jueves como un "esfuerzo descarado para derrocar al gobierno elegido democráticamente". El presidente George W. Bush tiene previsto reunirse el miércoles con el primer ministro shiíta, Nuri Al Maliki, en Jordania. Pero Maliki se encuentra en un dilema. El entorno del clérigo shiíta Moqtada Al Sadr, cuya milicia Ejército del Mahdi tiene una de sus bases de poder en el barrio ciudad Sadr de Bagdad, donde ocurrió la masacre del jueves, amenazó con irse del gobierno si Maliki se reúne con Bush.

Desde el otro lado, el radicalizado Consejo de Ulemas, sunita, tampoco se quedó atrás. El líder de la agrupación, jeque Harith Al Dhari, acusó desde El Cairo a EEUU y al gobierno de Maliki de impulsar "la división para que llegue la guerra civil y luego repartirse el país".

Funcionarios cercanos a Bush indicaron que el encuentro con el premier iraquí seguía en pie. Se espera que Maliki y Bush discutan cómo otorgar a las fuerzas iraquíes más control para acelerar el retiro de los 140.000 soldados estadounidenses. En tanto, el presidente iraquí, el kurdo Jalil Talabani, se reunió ayer con el consejo de seguridad nacional. El mandatario debió postergar para hoy su programado viaje a Irán para encontrarse con su par Mahmud Ahmadineyad.
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El sepelio de las víctimas shiítasque causaron las bombas de este jueves.

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