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sábado,
18 de
noviembre de
2006 |
El apriete
Los jugadores estuvieron por parar el fútbol
Alejandro Cachari / La Capital
Esta vez la nota bochornosa la pusieron los jugadores. Amenazaron con un paro. Lo fogonearon entre unos pocos, pusieron en ridículo a aquellos colegas que fueron consultados y no tenían ni la más mínima idea de qué se trataba y al final decidieron jugar. Como si el dislate no fuera suficiente hasta allí, se fueron de la reunión que armaron después del mediodía -que no realizaron en la sede de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA)- sin hablar. Antes, durante y después, el rumor tomó la suficiente temperatura como para disparar unas cuantas sensaciones. A saber.
En lenguaje futbolístico, lo de los jugadores fue claramente un apriete. El día elegido y el poco margen para tomar decisiones importantes producto del disenso y el consenso así lo certifican.
El destinatario principal fue el secretario general del gremio, Sergio Marchi. No se entiende de otra manera que lo hayan tenido adelante y se hayan juntado en un hotel excluyéndolo del cónclave. Después lo expusieron a poner la cara para dar las escasamente conceptuosas explicaciones que se esgrimieron.
El gran promotor de la movida parece que fue Juan Sebastián Verón. De Estudiantes habría nacido la idea que corrió como reguero de pólvora hacia los celulares de Martín Palermo y Marcelo Gallardo. El plantel de Simeone postergó su viaje a Rosario dando casi por hecha la medida de fuerza. En consonancia con esa actitud, Reinaldo Merlo desligó al plantel de Racing en lugar de concentrarlo para el partido de mañana ante San Lorenzo.
Alrededor de la 1 de la tarde, Marchi intentó infructuosamente pilotear la situación enfrentando los micrófonos. Pero no hizo más que confirmarle a los más incrédulos que estaba afuera de todo. Es más, el secretario general puso por delante de toda otra cuestión una serie de amenazas que recibió entre anteanoche y ayer a la mañana para que no permitiera un parate en el fútbol y consiguiera el regreso de la gente a las canchas. ¿Por qué le habrán pedido eso a Marchi? ¿Quién, o quiénes lo creyeron tan influyente como para ponerlo al frente de tamañas responsabilidades?
Pasadas las 4 y media de la tarde, como si nada hubiera pasado, Marchi dio la cara y prestó su voz para armar un discurso que mezcló la Biblia y el calefón. En realidad, fue inteligente para decir un montón de cosas sin decir absolutamente nada y focalizar el conflicto en la violencia.
La sensación, parida por el silencio de los jugadores, es que las razones de la movida no están vinculadas sólo con la violencia.
Esta vez no hubo golpe de estado, pero la continuidad de Marchi corre serio riesgo. Tanto como la de Grondona. Así quedó demostrado, aunque quieran disimularlo.
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Marchi, el secretario de Agremiados, fue el único que habló.
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