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 sábado, 04 de noviembre de 2006  
A las urnas. El líder sandinista, que derrocó al dictador Anastasio Somoza en 1979, va al frente en las encuestas
Daniel Ortega, cerca de volver al poder en Nicaragua
Debido a una controversial reforma constitucional, sólo necesita un 35% de votos para ganar la presidencia

Managua. - Las componendas con sus antiguos enemigos liberales terminaron allanando el camino al sandinista Daniel Ortega, de 61 años, para que se perfile como favorito en las elecciones presidenciales de mañana, aunque analistas advierten que los nicaragüenses podrían unirse para votar contra el veterano líder izquierdista.

Los sandinistas y los liberales tradicionales del ex presidente Arnoldo Alemán empujaron en los últimos años un cambio constitucional para bajar el porcentaje de votos que se necesita para acceder a la presidencia de la república. De este modo, ahora para ganar las elecciones en una primera vuelta un candidato tiene que obtener al menos un 35% de los votos válidos, más cinco puntos porcentuales encima del candidato en el segundo lugar.

Según las últimas encuestas, Ortega -quien tras la revolución que derrocó a Anastasio Somoza gobernó de facto Nicaragua entre 1979 y 1985, y a partir de entonces hasta 1990 como presidente constitucional-, encabeza las preferencias con un promedio del 33% de las intenciones de voto, mientras Eduardo Montealegre, de la disidente Alianza Liberal Nacionalista, se coloca en un segundo lugar con un promedio del 22%. En tercer lugar aparece José Rizo del Partido Liberal Constitucionalista con 17%, seguido de Edmundo Jarquín del disidente Movimiento Renovador Sandinista con un 14,8%. El grupo de indecisos alcanza el 18%.


Componenda política
"Las cosas están dadas para favorecer a Daniel... y si gana en primera vuelta habrá una responsabilidad de los votantes, pero el responsable principal se llama Arnoldo Alemán, porque lo facilitó a través de esta disposición a cambio de un beneficio personal", dijo en entrevista el analista Carlos Tunnerman.

Alemán, que gobernó Nicaragua entre 1997 y el 2001, fue condenado a 20 años de cárcel por fraude al Estado y lavado de dinero, pero hoy dirige al PLC desde el arresto domiciliario que le fue autorizado por el Poder Judicial, donde están afincados sandinistas y liberales. Tunnerman, que durante el pasado gobierno sandinista fue ministro de Educación y embajador en Washington, aseguró que Ortega preparó todo para ganar en primera vuelta tras tres derrotas consecutivas en las unas desde 1990.

Hoy los sandinistas y los liberales de Alemán, entre otras cosas, incluso controlan el Consejo Supremo Electoral, lo que ha sido denunciado también por Montealegre, un joven empresario educado en la universidad de Harvard.

El analista señaló que si bien Ortega mantiene un voto duro cercano al 35%, una segunda vuelta sería peligrosa para sus pretensiones, porque sus opositores, ahora divididos, podrían unirse contra él. "Todos sabemos en Nicaragua que en la segunda vuelta sería arrollado por el candidato que quede en segundo lugar", dijo. Tunnerman recordó que "Daniel siempre tenía más del 40%, pero al final siempre perdió, y su techo está en el 35%, por eso cambió todo". Agregó que "está apostando al voto duro y a que se dividan los votos de los liberales", afirmó.

Pero el analista no se aventura a asegurar que Ortega ganará, porque los sondeos señalan que la mayoría de los nicaragüenses tiene una imagen negativa de él. Nicaragua es la nación más pobre de América latina después de Haití, y un 80% de sus ciudadanos es pobre. "Cuando se pregunta en las encuestas por cuál candidato jamás usted votaría, resulta que el 70% dice que por Daniel Ortega", sin embargo el sandinista que gobernó entre 1984 y 1990 sigue primero con alrededor de un 33% de la intención del voto. "A mi que no me vengan con cuentos, yo viví toda la miseria que nos trajeron y prefiero que regrese (el dictador Anastasio) Somoza, pero nunca ese Ortega", dijo Elíseo Saul Muñoz, un taxista de 67 años. "Para comprar comida hacíamos colas, todos teníamos los mismos zapatos, con ellos hubo hambre, así que nunca votaría por Ortega", agregó.

Dentro de su estrategia para no provocar miedo, Ortega dejó atrás su uniforme militar y las arengas antiimperialistas, cambió el color rojo de su camisa por un rosa pálido, mantuvo un discurso de amor y paz, e hizo llamados de reconciliación y promesas de respetar a las empresas privadas además de fomentar la inversión extranjera. Ortega también carga con una sombra de crisis económica y violencia tras haber derrocado por las armas de la revolución sandinista al dictador Anastacio Somoza en 1979 y gobernado en la década de 1980 en medio de una guerra civil que dejó al menos 30,000 muertos. Muchos no pueden olvidar que este personaje de 61 años dejó después de una década de gobierno una deuda externa de 12.000 millones de dólares, la moneda devaluada en un 33.000%, y sobre todo hizo una repartición irregular entre militantes sandinistas de viviendas y lotes urbanos, conocida como la "piñata".
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Ortega reemplazó el uniforme y la arenga revolucionaria por un mensaje de amor y paz.

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