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 sábado, 23 de septiembre de 2006  
La lluvia paró la fiesta

Elbio Evangeliste / La Capital

Dicen que las cosas buenas hay que saber saborearlas. ¿La espera hasta hoy para la resolución del partido entre José Acasuso y Lleyton Hewitt (ver aparte) avalará esta idea? Depende del resultado. Pero, y ahí va lo más importante, las condiciones están dadas para que todo termine con una sonrisa. Es que de no haber sido por la lluvia que obligó a la suspensión del encuentro (Chucho se imponía 1/6, 6/4, 4/6, 6/2 y 4/0) cuando ya prácticamente se veía poco y nada, hoy todos estarían hablando de que la Argentina está a un pasito de convertirse en finalista de la Copa Davis (la única vez que lo hizo fue en 1981). Demás está decir que David Nalbandian barrió en sets corridos a Mark Philippoussis (6/4, 6/3 y 6/3).

Para los optimistas de la primera hora, la de ayer fue una jornada sin grandes sorpresas. Para los que hacían del partido Acasuso-Hewitt un cuento difícil de imaginar y con final abierto, una grata sorpresa. De todas formas no es aconsejable empezar a tirar manteca al techo porque todavía falta un empujón más (Chucho está 4/0 arriba y con ventaja de Hewitt en el quinto set) para marcar una tendencia casi irreversible en la serie. Pero de la misma forma cabe el futurismo de que la única manera que esto se dé vuelta es que el misionero juegue hoy lo que resta de partido como lo hizo ayer en el arranque. Es decir, muy mal.

"Parece que vamos a jugar con los rusos nomás (le están ganando la serie 2 a 0 a Estados Unidos)", se escuchó decir en las plateas, sobre todo inmediatamente después de la victoria de David y cuando la remontada de Chucho en el final del cuarto set y el arranque del quinto se vislumbraba sólida. Antes de eso, se vivieron algunos momentos de zozobra, especialmente después de que el ex número uno del mundo avasalló al misionero en el inicio del partido más esperado de la jornada.

Para Nalbandian fue casi un trámite. Para Acasuso una lucha titánica contra su rival, pero también contra sus altibajos. Lo que no quita que todo ello haya marchado en la misma dirección: a desembocar en un grito gigante que quedó atragantado por culpa de una lluvia que aguantó bastante hasta transformarse en la vedete del día.

Es que antes de que se decretara la suspensión hacía rato que las gotas venían molestando, en igual o mayor magnitud que lo hacía la falta de luz. A tal punto que no faltaron aquellos que dijeron que el encuentro no se paró antes porque quien estaba en plena remontada era Acasuso (había ganado ocho games en forma consecutiva). Pero el destino quiso que la la intriga se extendiera hasta hoy. Nada está escrito aún, pero la sensación del final fue muy fuerte. Bajo la llovizna, la gente se fue cantando "un minuto de silencio para Hewitt que está muerto".

La lectura obligada es que, más allá del fanatismo y las ganas, el equipo argentino está más cerca de alcanzar el objetivo. Tal vez la espera se disfrute el doble, pero lo importante es que el imaginario colectivo ya casi le está apuntando a los rusos más que a los australianos. Porque pese a la mala jugada de la lluvia, la de ayer fue una buena jornada.
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