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 sábado, 16 de septiembre de 2006  
"Los distritos no fueron una oportunidad para el debate"
La docente de la Universidad local planteó diferencias con la concepción del espacio cívico

Silvia Pampinella es directora del Laboratorio de Historia Urbana, profesora en la Facultad de Arquitectura e investigadora de la UNR. Recientemente fue invitada por la Universidad Di Tella de Buenos Aires para hacer un comentario crítico sobre el Centro Municipal de Distrito Oeste "Felipe Moré", junto a la presentación del arquitecto Mario Corea. En ese foro y en un artículo en "Block", revista de historia y crítica de la arquitectura, encontró ocasiones para plantear las dificultades de pensar acerca del espacio cívico en los proyectos de los centros municipales de distrito.

Para fundamentar su visión, Pampinella apuntó que el encargo a Corea por parte del Ejecutivo -durante la gestión de Hermes Binner-, era el proyecto de un prototipo. Era un encargo interesante porque implicaba la propuesta de dónde se iban a ubicar los edificios, y cómo, a través de su repetición, se podía lograr una identificación y, al mismo tiempo, adaptación a diferentes terrenos. "Había un criterio de pensamiento urbanístico y de relaciones con procesos más amplios que era positivo, a pesar de una distribución en esquema radial", señaló la arquitecta.

En el foro realizado en Buenos Aires, Corea comentó que su proyecto tenía "un corazón", que era la plaza cívica ubicada entre dos extensos bloques. Esa plaza, en un primer momento, incluía una gran explanada inclinada que intentaba articular los volúmenes. Por razones de presupuesto, en el CMD Oeste, tuvo que renunciar a esa plataforma y los dos bloques quedaron unidos por una enorme pérgola metálica, "mucho más débil como articulación", destacó Pampinella.

"Si los bloques respondían a una diferenciación del programa en dos partes, una de trámites y otra de actividades colectivas, la plaza inclinada puede entenderse desde la idea de ecclesia, el espacio de debate de los ciudadanos en Grecia, que en sus inicios se desarrollaba sobre el borde de una colina", indicó la profesional.

La tesis argumental es que las plataformas escalonadas o con suave declive tienen en la ciudad dos referentes clarísimos, relacionados con la acción cívica. "Uno es el interior del Monumento a la Bandera, y el otro es la bajada Sargento Cabral, nuestra única piazza, que en los años 60 y 70 era un sitio para las concentraciones políticas", comentó.

"Esa plataforma inclinada está enfatizada por dos elementos que la limitan. En el Monumento, son los bordes laterales, y en la bajada, se materializan con el edificio de la Aduana y los Almacenes Pinasco. En las propuestas para los CMD, la inclinación es artificial porque ya no encontramos la topografía de la barranca, sino que se instala un aparato diferenciado de su entorno, pero con una articulación volumétrica muy abierta", dijo Pampinella.

"Esa plataforma inclinada del prototipo responde al sentido de lo cívico, al lugar abierto apto para una diversidad de convocatorias públicas, al mismo tiempo que es ingreso franco al nivel superior. Y una torre, articulando el plano inclinado con el horizontal de una plaza más vasta, aloja el tanque de agua. Son referencias sutiles a los elementos que conforman el Monumento a la Bandera", expresó la investigadora de la UNR.

Pampinella señaló también que en el CMD Oeste quedó sólo la delimitación de una explanada entre los bloques, aparecieron la pérgola y la rampa. Pero no fueron los únicos cambios: nunca llegaron los parasoles y las dobles alturas del sector de trámites administrativos fueron suprimidas. "Así, el edificio perdió una rica espacialidad interior y la protección para las orientaciones este y oeste. Ganó transparencia para la planta baja libre, pero el elemento que más claramente apelaba a lo cívico fue suprimido".

Otro tema interesante que planteaba el prototipo, según la crítica, era que los dos bloques estaban pensados inicialmente como paralelos. Pero en algunos casos, para adaptarse al terreno, tenían un pequeño ángulo en relación a la direccionalidad de los bordes de los solares. "Por ser el único elemento de diferenciación entre los distintos centros municipales de distrito, esto tiene una interpretación sugestiva. Entre la dirección del antiguo camino a Buenos Aires y las lonjas en que estaba dividida la propiedad en el Pago de los Arroyos, había un pequeño desfasaje respecto al ángulo recto del manzanero que luego se iría trazando en el primitivo poblado. Exponer ese desencuentro en los edificios municipales me parece muy interesante porque es el primer elemento físico de desajuste entre lo privado (la propiedad) y lo público (el camino). Y el tema de lo cívico de los CMD hubiese estado planteado también como una remembranza de aquel desajuste angular entre los intereses de lo privado y lo público”, graficó.

Ideas y propuestas sin debatir
Para Pampinella, la idea del prototipo y los estudios de localización habían llegado a un punto en donde era preciso abrir el debate. Sin embargo fue el momento donde se tomaron las decisiones de darle del CMD Oeste a Mario Corea y otorgar el encargo de los otros distritos a otros arquitectos de firma. En ese sentido, para ella, “hubo una oportunidad perdida”.

  “El proyecto de Corea tenía como eje de su pensamiento la identificación de un espacio físico capaz de referir a lo cívico y cómo repetirlo en la ciudad”, destacó. En cambio, “los resultados de la política que finalmente se aplicó, que curiosamente son fruto de la misma dirección de gestión, desembocaron en espacios amables que tienen que recurrir a distintos elementos artificiales, netamente formales, a íconos. Y las tipologías adoptadas son mayoritariamente claustros, que —como el nombre lo indica— clausuran, aseveró. “Son funcionales al encierro, a la idea de una interioridad. Entonces, las plazas internas responden a los horarios de atención y se cierran en los momentos en que no están reguladas, controladas”.

  “Los concursos son la manera más adecuada de debatir los temas importantes de la disciplina. Hubo un solo CMD para el que se realizó un concurso: el Noroeste. Las propuestas apostaron al claustro o a la plaza abierta. Y el primer premio se lo dieron a la plaza abierta”.

  “La arquitectura, a través de sus formas, nos dice muchas cosas. Nos habla sobre el destinatario para el que fue pensada, sobre quién la encarga y también expone un concepto de quién la proyecta. Uno se da cuenta acerca de si se piensa en el ciudadano, con toda la carga cívica que esto implica, o si está destinada únicamente al contribuyente que paga sus tasas y al que hay que devolverle sus aportes en forma de servicios”, puntualizó Pampinella.

  Al finalizar la entrevista, la arquitecta Silvia Pampinella remarcó la importancia de esta sección de crítica con capacidad de difusión y de recolección de opiniones para romper los límites de las publicaciones académicas especializadas, a las que calificó de “necesarias, pero insuficientes”.


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