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 sábado, 16 de septiembre de 2006  
Educación y dictadura. El recuerdo de ex estudiantes de la ciudad
La militancia secundaria en Rosario
Horacio Dalmonego, Pablo Bustamante y Carmen Lucero rescatan la importancia de la memoria en la escuela

Si bien es cierto que la memoria colectiva asocia el 16 de septiembre con el día que se llevaron a los secundarios de La Plata, por esos días un proceso similar sacudía a los miles de jóvenes que, en distintas ciudades del país, militaban en los centros de estudiantes en las escuelas públicas y privadas.

"Todavía no son maduros, pero ya no son niños. Aún no tomaron las decisiones fundamentales de la vida, pero están comenzando a trazar sus caminos", reza el capítulo dedicado a las víctimas adolescentes de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), reseñado en el libro "Nunca más".

El mismo informe que indica que casi 250 jóvenes entre 13 y 18 años desaparecieron durante la última dictadura militar, y que fueron secuestrados "en sus hogares, en la vía pública o a la salida de los colegios".

Pero muchos otros pudieron sobrevivir a aquella época y hoy rescatan más que nunca la experiencia de militancia y compañerismo que, más allá de determinado signo político, los marcó para toda su vida. Y en Rosario, bastión fundamental de la resistencia a los distintas dictaduras que sacudieron al país desde mediados del siglo pasado, también cuentan entre los pasillos de sus escuelas relatos de alumnos secundarios víctimas de la represión.

Horacio Dalmonego era estudiante de la ex Escuela Técnica Nº 2 (Tucumán al 2400) y el 17 de septiembre de 1976 fue uno de los tantos jóvenes rosarinos secuestrados. "Militaba en la UES y ese día caigo preso y me llevan detenido en el Servicio de Informaciones (San Lorenzo y Dorrego, conocido como El Pozo)", comenta hoy Dalmonego. En ese entonces tenía 18 años.

En este centro clandestino de detención, Dalmonego describe que estuvo detenido en el pasillo, el sitio conocido como "La favela", en donde pasó varios días encapuchado en medio de un proceso de tortura, hasta que finalmente pasó al sótano de este sitio, en donde permaneció hasta su traslado a la cárcel de Coronda.

"Estuve preso hasta abril del 79", señala el ex estudiante de la Técnica 2, quien se encarga de destacar que su secuestro coincide con el de muchos otros militantes secundarios. "Entre el 15 y el 17 de septiembre hubo en Rosario caídas bastante grandes de muchos compañeros", remarca Dalmonego.

Pero en el ir y venir de su historia, el ex detenido en "El Pozo" dice que en realidad hay que rescatar el compromiso de aquellos jóvenes en medio de un clima general de participación política iniciado en 1973.

"Yo recuerdo que ya en el 73 me empecé a acercar a las tomas de escuelas. Pero en ese tiempo sin ninguna bandera política, sino comprometiéndome con el centro de estudiantes de la escuela, aunque después, por historia familiar, empecé a acercarme al peronismo", dice Dalmonego.

Pero en el trazo fino de su historia, en donde se cuentan varios amigos desaparecidos, rememora que a principios del 74 una de las banderas fundamentales de la lucha de los secundarios era la necesidad de conseguir el medio boleto estudiantil que hoy beneficia a miles de alumnos.

"Recuerdo que se hacían pintadas sobre el tema, y que nuestra pelea política de ese momento era ganar el centro de estudiantes". Pero de todas maneras, Dalmonego remarca que más allá de este reclamo puntual, muchos secundarios militaban entonces, a través de grupos de trabajo, en villas de emergencia junto a distintas organizaciones.

"El medio boleto era la pantalla, lo que se veía hacia fuera, pero la discusión en sí era desde eso hasta la posibilidad de transformar la realidad, que la veíamos allí cerca", cuenta el ex alumno de la Técnica 2, quien a la hora de marcar las enseñanzas del pasado reciente, a treinta años de la Noche de los Lápices, afirma que rescata sobre todo el compañerismo y la entrega hacia una causa, "pero también hacia nosotros mismos y un no al individualismo". "Por eso les diría a todos los compañeros que no están presentes en esta fecha que nuestra participación en la resistencia a la dictadura cívico-militar no fue en vano", apunta Dalmonego.


Valores y compromiso
Juan Pablo Bustamante es docente en el tercer ciclo de la EGB en dos escuelas públicas de Rosario. Pero hace 30 años atrás, su vida pasaba fundamentalmente por la participación política y social, junto a miles de jóvenes de su edad que vivían el compromiso diario con sus ideales, con el peligro latente que ejercía la dictadura.

"Yo estudié en la Escuela Técnica Nº 7, de España al 100, y cuando comenzamos no había centro de estudiantes, así que esa fue nuestra primera tarea", cuenta el docente, y aclara que las reivindicaciones de los jóvenes eran parte de un proceso político más amplio.

A su lado, su mujer Carmen Lucero, también maestra, cuenta que por aquellos años estudiaba en el Superior de Comercio. "Estudié hasta tercer año, ya que en febrero del 77 me vinieron a buscar", dice Lucero, quien estuvo detenida un tiempo en el Servicio de Informaciones de Rosario.

Con 13 años, la maestra de la EGB 2 de la Escuela Nº 64 Pablo Ricchieri comenzó su militancia estudiantil con la idea de contribuir a "una sociedad mejor, rebelándome contra toda injusticia". En ese sentido, recuerda que en sus años del secundario luchaba, junto a otros chicos, incluso por aquellas situaciones injustas que se presentaban en la escuela.

Aunque tal como sucede hoy, en algunas escuelas la participación juvenil no era bien vista por sus directivos. "Hasta el 75 muchos profesores nos alentaban, pero después hubo muchos cambios de preceptores y comenzaron las persecuciones", narra Lucero, quien cree que con los tiempos políticos de hoy "se ha podido dejar de lado la teoría de los dos demonios, y esto posibilita que la gente se anime a contar lo que pasó".

Pero la labor docente le permite a Bustamante reflexionar también sobre los proyectos e itinerarios de vida de sus alumnos. "Trabajo con estudiantes de 8º y 9º años en dos escuelas públicas marginales, y en muchos de ellos noto la ausencia de objetivos de vida, de no interesarles la escuela, no importarles romper un vidrio de la institución porque no es de ellos. Por eso voy a hablarles esta semana de la Noche de los Lápices", señala convencido el docente.

Ante ello, ambos educadores comentan que, así como sucedió con el 24 de marzo, en las escuelas debería trabajarse el tema con los alumnos, tanto desde el hecho histórico que sucedió el 16 de septiembre del 76, como desde los valores, el compañerismo y el compromiso estudiantil.
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Varias actividades se realizarán hoy para conmemorar la Noche de los Lápices. Secundarios de entonces piden que el tema se discuta en las aulas.

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