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 domingo, 03 de septiembre de 2006  
Opinión: La sutil diferencia entre ser y parecer

Orlando Verna / La Capital

La semana que se fue puso a los santafesinos entre la espada y la pared: esto es, entre lo que son y lo que parecen ser.

Y para que realmente seamos ciudadanos de primera, nos debemos gobiernos coherentes con funcionarios que expresen la voluntad de todos, haciendo cumplir -como parte del Poder Ejecutivo-, las leyes aprobadas por los legisladores, representantes indiscutidos de los habitantes de esta provincia.

Muy difícil es explicar entonces cómo dos ministerios olvidan sus responsabilidades públicas y accionan en base a parámetros personales, olvidando la separación entre lo público y lo privado, base esencial del funcionamiento del Estado moderno.

Y es más duro todavía, cuando se trata de un mismo gobierno, que hace poco menos de un año decía una cosa y, ahora, sus propios ministros, dicen y hacen otra.

Que la ministra de Salud Silvia Simoncini no haya firmado el aval a las provincias -Buenos Aires y Mendoza- donde se practicaron los abortos a dos discapacitadas violadas y embarazadas, y que la ley de educación sexual sea aún en Santa Fe una materia pendiente, es, cuanto menos, una incoherencia. ¿No hay leyes que determinan la postura de los santafesinos con respecto a los dos casos? Sí, las leyes de procreación responsable y la de educación sexual. ¿Pueden los funcionarios olvidar su mandato y hacer lo que les venga en ganas? No, porque están actuando en nombre de todos y no de ellos mismos. ¿Puede un gobierno alegrarse por sus posturas progresistas y borrar con un nombramiento la dirección de una explícita política de Estado? No, excepto que sea esquizofrénico o que la ausencia del gobernador Obeid, en Rusia, deje librado al buen entender de sus ministros la aplicación de las leyes. Es justamente ésta la diferencia entre ser y querer ser: la democracia y la República están más allá del pensamiento particular de los funcionarios y se basa en el respeto por la ley. Y los santafesinos queremos dejar de parecer.


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