Cartas de lectores
Año CXXXVII Nº 49217
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Información Gral
El Mundo
Opinión
Escenario
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Salud
Página Solidaria


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 27/08
Mujer 27/08
Economía 27/08
Señales 27/08
Educación 19/08
Estilo 19/08
Salud 09/08
Autos 27/07

contacto

servicios
Institucional



 miércoles, 30 de agosto de 2006  
El calvario de una familia

En primer lugar quiero desmentir que yo haya sido cesanteado de la policía, como erróneamente se dijo en las notas aparecidas en La Capital los días viernes 7 de julio y 30 de julio del 2006, en las páginas 30 y 41, a propósito del crimen de Salud de los Dolores "Mary" Verdejo Torcello en San Lorenzo. Además, quiero decir que yo y mi familia lamentamos profundamente la pérdida de un ser humano magnífico como lo era nuestra consuegra "Mary", con quien no sólo nos unía una relación de amistad, sino también familiar. Quiero contar además que estoy triste porque nuestro hijo Marcelo Nieto estuvo imputado por su asesinato, aunque luego fue desvinculado por falta de mérito. Marcelo tiene graves trastornos de salud ya que es adicto a las drogas. Esto nos obligó a interiorizarnos en uno de los problemas más graves y de más difícil solución, como la drogadependencia. Hemos vivido situaciones límite, como la que hoy motiva la presente carta, y debimos transitar por cada uno de los senderos de la desazón, el duelo y la vergüenza, todo lo cual hoy nos permite afirmar que en el camino de la droga no hay regreso. Todas las noches como padres nos planteamos una y otra vez: ¿cómo nos pudo pasar esto? Analizo diariamente si mi ausencia lejos de casa por motivos laborales, inmerso en largas y extenuantes jornadas de trabajo buscando justicia para los demás, fue causal o motivo de lo que hoy padecemos. Descuidé lo que más quiero en este mundo: mi familia. No trabajé en la prevención y hoy pago las consecuencias. Tengo un hijo enfermo y se lo imputa de un homicidio, y como si esto fuera poco, el de una amiga. Sólo Dios sabe lo que estamos sufriendo, porque esto destruyó la familia, mis afectos, a mis hijos menores, a mi esposa, nuestras relaciones con vecinos y amigos, y también me afecta en mi trabajo. Si el lector tiene hijos, puede hacer mucho por prevenir la adicción: lo decimos quienes hoy tocamos fondo. Confiamos en la Justicia y bregamos porque se esclarezca el horroroso crimen de nuestra querida amiga, así como también -como padres- rogamos a Dios que nuestro hijo no haya tenido nada que ver con el mismo. Y respetaremos la decisión de quien imparta justicia. Sólo quien es padre y ha sufrido la pérdida material de un hijo puede siquiera acercarse al calvario que implica para nosotros ver cómo nuestro hijo se va destruyendo día a día, y la vergüenza que nos produce que nuestro digno apellido se haga público en el diario. Sólo pienso en el momento en que se logre desenmarañar este atroz crimen y se desligue a mi hijo de tal situación. Tengo claro que esta situación nos marcará para toda la vida, pero tengo que luchar por el resto de mi familia. Cuando todo está perdido, aún nos queda la esperanza.

Daniel Nieto


enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo



  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados