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lunes,
21 de
agosto de
2006 |
OPINION
La selección hizo todo muy fácil
Gustavo Tenembaum (*)
Argentina lo resolvió con facilidad. El equipo no se relajó. Defendió con intensidad y pese a que el oponente no ofreció nunca resistencia tuvo momentos de muy buen básquetbol. Con mucha solidaridad jugando la pelota a la pintura y una buena conexión entre el juego exterior y el interior.
El Líbano propuso diferentes defensas, alternando zonales con individuales, y si bien conocemos las dificultades que por ahí se le presentan a la selección para atacar la zona, en este partido se repartió más el juego y el hecho de que el balón llegue al poste bajo permitió luego buenos lanzamientos exteriores.
El juego sirvió para que se repartieran los minutos entre los doce jugadores, cuestión que puede ser importante ya que con el correr del torneo comenzará a sentirse el cansancio físico y mental, cuestiones claves en cualquier competencia internacional.
Ginóbili y Nocioni siguen siendo los abanderados de este equipo, y ayer se sumó una importantísima participación de Herrmann, con los tiros de más allá de los 6.25, desde donde logró una notable efectividad.
Por lo que se pudo apreciar, el equipo sigue teniendo hambre de gloria, y muestra en situaciones puntuales de cada juego, que el fuego sagrado continúa encendido. Cada balón robado, cada rebote tomado, se festeja como si fuera la última pelota del Mundial. El aliento entre cada uno de los jugadores no hace más que demostrar que la química de este equipo está intacta. No se puede aventurar el futuro, pero el básquet argentino se escribe con mayúsculas.
(*) Entrenador de Liga Nacional
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