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lunes,
21 de
agosto de
2006 |
Tregua en Medio Oriente. El gobierno y Hezbolá compiten con las donaciones
La unidad del Líbano empieza a quebrarse
Después del cese del fuego resurgieron las profundas divisiones religiosas
y políticas del pasado
SAM F. GHATTAS
Beirut. - Cuando todavía no han terminado de enterrar a sus muertos luego de 34 días de guerra, los libaneses observan un retorno a las divisiones religiosas y políticas del pasado. Eso ha fracturado la unidad que se mantuvo, aunque de manera precaria, durante la época de los ataques israelíes.
En particular, han comenzado a aflorar las diferencias en torno a la milicia shiíta Hezbolá, acalladas mientras se prolongó la ofensiva militar israelí. Críticos de los milicianos y de su líder, el jeque Hassan Nasrallah, han comenzado a hablar con franqueza, y algunos sunitas, cristianos y drusos han acusado a Hezbolá de arrastrarlos a una guerra que no deseaban.
Hasta ahora, todo es retórica. Dirigentes de distintas facciones han tratado de evitar tensiones, señalando la necesidad de respaldar al gobierno, mientras intercambian acusaciones entre ellos. Sin embargo las críticas escasean, en un país donde el daño mayor fue causado en áreas shiítas, mientras que las zonas cristianas y sunitas no sufrieron los grandes golpes.
Los jefes políticos han tratado de mostrar un frente unido. El primer ministro Fuad Siniora, un sunita y pro-occidental, y el presidente del parlamento, Nabih Berri, un shiíta y estrecho aliado de Hezbolá, realizaron juntos ayer una gira por el devastado sur de Beirut y prometieron unidad.
Pero el diario As-Safir alertó que las divisiones libanesas podrían provocar una explosión. "El país parece al borde de un volcán político", dijo en su tapa. La tensión más palpable es en los esfuerzos de reconstrucción. Los shiítas se han quejado de que el gobierno fue lerdo para actuar. Por el contrario, Hezbolá actuó con rapidez y audacia en su ayuda y en su exhibición.
La milicia está distribuyendo dinero para ayudar a la gente, en su mayoría seguidores de la organización, para alquilar una vivienda por un año y amueblarla. "Hezbolá tiene un programa para la reconstrucción, porque la gente no puede vivir en las calles", dijo Hossein Hajj Hassan, alto integrante de la agrupación, quien no especificó de dónde provienen los fondos.
"Gracias a Dios tenemos varias fuentes de ingresos", se limitó a señalar, y agregó que es "normal" que "grupos sociales iraníes ayuden" a Hezbolá. Irán y Siria son considerados como los principales poderes de apoyo de la milicia, aunque ambos países niegan estar financiando a este grupo shiíta.
"El dinero viene de Irán"
Entretanto, el gobierno libanés anunció ayer en Beirut donaciones en efectivo para las víctimas. Toda familia que haya sufrido una víctima mayor de diez años recibirá 13.350 dólares, según un decreto del primer ministro. Las familias con una víctima menor de diez años recibirán 6.650 dólares, mientras que las familias con algún miembro que haya quedado discapacitado de por vida recibirán 10.000 dólares.
Analistas consideran que la medida gubernamental para ayudar a las víctimas tan pronto como sea posible radica en que se teme una pérdida de popularidad entre la comunidad shiíta, la mayor del país. Al ayudar a su gente con generosas donaciones, Hezbolá ha garantizado una victoria y ha incrementado su popularidad entre sus seguidores, a pesar de la devastación causada por el conflicto con Israel, aseguraron los expertos.
"Sabemos que el dinero viene de Irán", indicó por su parte el líder druso Walid Jumblatt, una importante figura en la mayoría antisiria del Parlamento, y un crítico de Hezbolá. "Queremos a la resistencia, la respetamos, pero queremos que sea una resistencia puramente libanesa, con una agenda libanesa, no una resistencia siria o iraní", enfatizó. (AP)
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