Año CXXXVII Nº 49196
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Información Gral
Opinión
El Mundo
Escenario
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Salud


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 06/08
Mujer 06/08
Economía 06/08
Señales 06/08
Educación 05/08
Salud 02/08
Página Solidaria 02/08
Autos 27/07
Estilo 22/07

contacto
servicios
Institucional


 miércoles, 09 de agosto de 2006  
"Es difícil lograr que vayan al médico los adolescentes"
Sonio Morero, de la Sociedad de Pediatría, advierte sobre conductas de riesgo

Clarisa Ercolano / La Capital

Malos hábitos de alimentación y enfermedades de transmisión sexual son los dos mayores peligros que atentan contra la salud de los adolescentes. A estos se agregan problemas de adicción, jornadas que oscilan entre el sedentarismo y la hiperactividad y la negativa a concurrir al médico. Esta sumatoria de conductas, presenta a la etapa comprendida entre los 12 y los 24 años como una franja etaria crítica donde abundan las situaciones que comprometen la calidad de vida de quienes la transitan.

Sonia Morero es pediatra e integrante del Comité de Adolescencia de la Sociedad de Pediatría de Rosario. Se define como "adolescentóloga" y se especializa en los pacientes que ya son grandes para ir al pediatra pero que a la vez sienten que son chicos para concurrir a un médico clínico.

Morero explica que el pediatra atendía hasta los 12 años y después, derivaba al clínico. "Pero el clínico -señala- no estaba preparado para los cambios físicos, biológicos y psíquicos del adolescente. Entonces, como los pacientes no querían ir al clínico, comenzamos a estudiar y capacitarnos para abordar estas nuevas problemáticas y surgió la especialidad conocida como hebiatría", recuerda. Sin embargo, la Sociedad Argentina de Pediatría determina que el pediatra es el médico de cabecera de niños y adolescentes.

En diferentes congresos de pediatría se avaló la idea de que la adolescencia se prolongó de los 18 a los 24 años, y en algunos, hasta se habló de que la etapa recién concluía a los 30. "Eso es exagerado -opina Morero-, porque la estructura psíquica no es la misma a los 20 que a los 30. La persona de 20 es inestable, no puede afrontar determinadas situaciones; la diferencia debería enmarcarse en la solvencia económica, pero hoy, los chicos de 30 viven con los padres porque no encuentran trabajo", refiere la experta.

Los chicos, generalmente, rehúyen ir al médico porque piensan que ser jóvenes equivale a no tener problemas de salud. "Son sanos, pero son un grupo en riesgo", explica la pediatra, que agrega que los riesgos mayores en esa etapa de la vida son la ingesta de alimentos con alto contenido de grasas y las enfermedades de transmisión sexual.

No resulta tarea fácil abordar a un adolescente en un consultorio. Primeramente hay que preguntar si concurren por motus propio o si fueron inducidos. "Les hablo de sus gustos y de cosas cotidianas como el fútbol o la música para que entren en confianza".

"Los adolescentes comen comida chatarra e ingieren grandes cantidades de gaseosa; las madres no tienen tiempo para cocinar y las hamburguesas y salchichas se convierten en los alimentos principales", detalla Morero. "En la escuela tampoco tienen posibilidades de comprar un yogur, pero sí una bebida cola, sumado a esto, no desayunan y no incorporan a la dieta la cantidad necesaria de lácteos", agrega.

En las antípodas se ubican los trastornos alimentarios relacionados con la bulimia y la anorexia. "Las chicas deben saber que necesitan una reserva de grasas para menstruar con regularidad y no comprometer la fertilidad futura", explica Morero.

Respecto de las conductas sexuales, la médica dice que desde la pediatría se brega por una sexualidad responsable, "para que puedan establecer la diferencia entre sexualidad y genitalidad", dice.

"Muchos chicos no se cuidan pese a que conocen los riesgos", enfatiza Morero. Y agrega: "Los chicos están instruidos sobre la forma de prevenir el contagio de HIV pero no sobre otras enfermedades de transmisión sexual (ETS) como la sífilis, la gonorrea, la clamidia y el virus de papiloma humano (HPV)".

Costumbres peligrosas

En cuanto a los problemas de adicción, Morero aclara que son más frecuentes los problemas de alcoholismo que los de drogadicción. "Los chicos toman mucho y no lo registran como droga", apunta, y comenta que tanto uno como el otro, son drogas que se expenden libremente.

"Los chicos no registran que un fin de semana pueden poner en riesgo su vida por un coma alcohólico, exponerse a accidentes callejeros por manejar ebrios, cruzar una calle sin mirar y ser víctimas de arrebatos de violencia o de mantener relaciones sexuales sin protección por no tener cabal conciencia de la situación", detalla la pediatra.

Morero cree conveniente aclarar que no todos los adolescentes necesitan asistencia terapéutica y confía en los adolescentólogos que están preparados para resolver estas situaciones. "Hay que estudiar los cambios hormonales, la inserción social y la interacción con el entorno, los berrinches, las broncas y la rebeldía con la familia y la escuela. Es normal que tengan estas conductas, pero hay que ver cuál es el límite".

Nada está escrito sobre el abordaje que debe realizar un médico pediatra al momento de encontrarse frente a un adolescente. "No es fácil, los adolescentes no se quieren vacunar y hay que explicarles la importancia de que controlen su salud periódicamente, es un camino de aprendizaje conjunto, hay que conversar, decirles que tienen derechos pero también obligaciones, siempre dentro de un marco de respeto", finaliza la profesional.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
El alcoholismo, una adicción encubierta.


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados