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miércoles,
09 de
agosto de
2006 |
Otra vez
el aborto...
Nuevamente es tapa de los diarios el tema del aborto. El caso que es de público conocimiento, del pedido de aborto de una joven discapacitada, ha puesto en discusión una vez más el inagotable tema. Como si fuera poco lo difícil que es opinar sobre algo tan cruel, hace un tiempo leí que hay un proyecto de ley para reducir la pena en los casos de madres que matan al recién nacido argumentando el shock emocional del parto de un hijo no deseado, fruto de una violación. Me pregunto si es aceptable que se penalice a una madre según el tiempo de vida que tengan los hijos cuando se les interrumpe la posibilidad de seguir viviendo. Teniendo en cuenta que desde el momento en que se une un óvulo con un espermatozoide, asegura la ciencia, se inicia un ser vivo que contiene el patrón genético completo que lo acompañará el resto de su vida, sólo es una cuestión de tiempo: lo dejamos continuar o no. La diferencia es si lo vemos y entonces nos conmueve, o no lo vemos e ignoramos que es una vida. También se está escuchando mucho el argumento que se utiliza a favor y en contra, el aporte de la religión o de las religiones. En realidad, no estamos hablando de convicciones religiosas. Estamos ante un tema de valores humanos, los cuales vamos resignando en forma lenta pero irrefrenable. La no aceptación del dolor nos hace tomar decisiones que eliminen "el problema" por no enfrentarlo por duro que sea. Así las cosas, ante la negativa de los médicos de practicar el aborto en cuestión por su estado avanzado, los familiares de la joven decidieron no darlo en adopción. Es entonces mi más profundo deseo que cuando los abuelos tengan en sus brazos este niño, que no tiene ninguna culpa de lo que hacemos los adultos, les devuelva la alegría que perdieron cuando conocieron la dolorosa noticia de la discapacidad de su hija.
Rosa F. de Hollmann
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