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domingo,
16 de
julio de
2006 |
El peronismo, sin el gran elector
Mauricio Maronna / La Capital
Carlos Reutemann ingresó al despacho de la Casa Rosada y le dijo al presidente Néstor Kirchner: "No voy a ser candidato a gobernador, vayan pensando en otras alternativas, quedan casi dos años hasta las elecciones". De esa forma, se cerró el primer capítulo de una novela cuya reconstrucción solamente involucra fuentes de primera línea y deja de lado insinuaciones, operaciones de prensa e intentos de vender información en mal estado.
"Mirá, el único que esta en condiciones de ganar en Santa Fe sos vos, ¿por qué no lo pensás?", le habían sugerido al Lole, días antes de la irrupción en Balcarce 50, malhumorado por una humillante caricatura que le había dedicado Clarín, y que lo mostraba con los pantalones caídos frente al jefe del Estado.
Ahora, el protagonista amplía el contexto de lo que se rumoreó y se versionó en lo últimos días. "Ya le advertí al presidente que piense en alternativas. Están avisados y con tiempo suficiente para ver qué hacen. Yo descarto absolutamente ser candidato a la Gobernación", se le escuchó decir el jueves mientras pasaba por Rosario, de regreso desde la Capital Federal tras la trasnoche caliente que se había vivido en el Senado de la Nación.
Dice quien mejor sintoniza su estado de ánimo que, con con una calma sorprendente y de muy buen ánimo, hasta se animó a trazar un paralelismo con un episodio vivido en las épocas en que corría en Fórmula 1, algo a lo que últimamente no es adepto: "Cuando fui a competir a Interlagos la última vez estaba todo igual: la pista era la misma, el entorno no había cambiado, el coche andaba fenómeno, pero yo estaba diferente. Ahí me dije: «Acá pasa algo». Evidentemente, quien había cambiado era yo. Ahora me sucede lo mismo".
El hombre de Llambi Campbell sigue hablando: "Escuché a la señora vicegobernadora María Eugenia Bielsa (narra de corrido cargo, nombre y apellido) decir que el Partido Justicialista tiene muchísimos candidatos, que no hay que depositar esperanzas solamente en una persona. Me parece bien".
Cuando dio su "no" en Balcarce 50 para competir por tercera vez por la Gobernación santafesina, Reutemann dijo no entender cómo se puede perder la provincia si el presidente tiene niveles de aceptación popular tan altos. "Con eso y la buena gestión de (Jorge) Obeid pueden levantar los números", serpenteó ante la mirada del jefe del Estado.
Sabe que faltando mucho tiempo para las elecciones cualquier decisión puede ser revocable o que, al menos, esa será la lectura que se hará desde la política o el periodismo. Y que mucho se habla, otra vez, del "operativo clamor" para que se ponga la mítica campera roja. "Esa son todas pavadas. No hay ningún clamor", se ataja. "Y a la campera roja la usé solamente en el 91. Está bien guardada", revela.
En su entorno sostienen que el presidente habría sondeado a Obeid sobre las posibilidades de reformar la Constitución "y permitir que el Turco sea el candidato". El Lole, por convicción o por los vaivenes de la curiosa relación con el gobernador, parece estar de acuerdo. En todo caso, sostiene que la responsabilidad de la estrategia electoral pasa por el mandatario provincial y por el presidente del partido.
"¿Si puedo cambiar de opinión? No. Salvo que el presidente me ponga un fusil AKA 47 en la cabeza, pero no sería el mejor método para convencerme", se relaja un poco más. Y blanquea: "Al perro de uno, si se lo quiere, hay que pasarle una mano por el lomo".
Ahí aparece por primera vez el Reutemann victimizado, pero, rápidamente, cambia de tema y elogia a la senadora Cristina Fernández de Kirchner por su "extraordinaria capacidad e inteligencia", pero, además, por las convicciones con las que defiende al presidente. "Si yo tuviera una Cristina me peleo con el resto del mundo", grafica. "Esa sí que es una espada, tiene una información impresionante de todos los que critican, y a mucha gente trabajando con ella. es inteligentísima...", se entusiasma.
Rechaza que su negativa a ser candidato vaya en sintonía con el retiro de la política, un clásico nativo cada vez que el ahora senador se convierte en vedete mediática. "Este es un momento fascinante, para seguirlo atentamente. Fíjese en la última encuesta de Analogías: el 70 por ciento de la población que ama a Kirchner lo hace porque está encantada con su estilo confrontativo, por pelearse con los empresarios, la Iglesia, el FMI. Y el 30 por ciento que no lo quiere arguye las mismas razones pero para decir que está en contra. A eso no lo vi nunca. El hombre ata las dos puntas...", radiografía, mientras el jueves se hace noche.
"Al Lole lo buscan después que le dan una buena tunda", comenta Reutemann entre sus íntimos, hablando en tercera persona como Diego Maradona. Y vuelve a lo que dijo en la mismísima madrugada del 8 de septiembre de 2003: "Me jugué la vida por el justicialismo y logré siempre que esta provincia no cambie de color político. Para festejar las bodas de plata hay que ganar en el 2007, pero ya fui gobernador dos veces".
Cuando alguien lo consulta sobre las razones de la embestida de la primera dama contra Rubén Giustiniani, Reutemann evita una lectura lineal. "A algunos parece que se les cayó el sueño dorado de tener a (Hermes) Binner como aliado, pero esa historia va y viene, qué se yo... Mientras tanto, el hombre (por el candidato a gobernador del Frente Progresista) se pasea tranquilo diciendo que al peronismo santafesino le faltan luces o que hay que pensar en celeste y blanco".
Desde algunos medios porteños se insinuó la posibilidad de que Roberto Lavagna vaya en su búsqueda para ganar fuerza no solamente en Santa Fe sino en cada una de las provincias. Reutemann, según los sondeos de la Casa Rosada, no sigue siendo el dirigente que en el 2003 ganaba las elecciones con solamente decir "sí", pero mantiene un alto nivel de aceptación.
Cuando se le pregunta por esa opción, no deja dudas y considera que el ministro de Economía está entusiasmadísimo con la posibilidad de fichar al socialista. "El Lole dice que Binner es como Nicole Kidman, todos lo quieren seducir, como a la australiana", es la descripción que le escuchó un hombre de su confianza.
Ahí, la situación no es tan clara porque el radicalismo (aliado del PS en Santa Fe) cerraría en pocos días más un acuerdo con Lavagna. ¿En qué condiciones quedaría Binner? "Vaya uno a saber cómo es la situación que tienen estos gauchos, pero yo voy a seguir respaldando al presidente", repite como un mantra -y en tono campero- el senador.
La mala relación del gobierno con los sectores que representan al campo lleva a que muchos piensen que sería el candidato ideal a la vicepresidencia. Pero ni siquiera esa opción parece seducirlo. "Lo dicen al voleo. Creo que sería la última persona a la que (desde el gobierno) irían a buscar. ¿Se está hablando mucho de (Julio) Cobos, el gobernador radical de Mendoza, no?", preguntó a un ex compañero de ruta, el mismo que todavía se ríe de la descripción que hizo el Lole del laboratorio de Olivos: "Ahí le cuentan las patas a las vacas y dividen por cuatro".
En ese punto coincide un ex ministro del actual gobierno consultado por La Capital: "Creo que Reutemann tiene razón, Kirchner desconfía hasta de los explícitos".
En política, se sabe, siempre hay tiempo para cambiar de opinión. Pero Reutemann se desentiende del asunto. En el fondo, cree que a los amigos "hay que darles unas palmaditas en la espalda de vez en cuando" y no "patadas en los tobillos para que se caiga".
El hombre parece haber medido los tiempos y decidir correrse al costado del camino. ¿El recuerdo de Interlagos es casual?
El 21 de marzo de 1982, a la mediatarde, Reutemann caminaba al borde la pista junto a Peter Winsor, un periodista inglés amigo y otras pocas personas. De pronto se sacó de encima la mochila en la que llevaba el casco y otras pertenencias y sorprendió a todos: "Listo, ya está, no corro más". Pero no fue en Interlagos sino en Jacarepaguá.
El reutemismo, desde hoy, tomará nota de la situación e intentará que el dueño de los 800 mil votos modifique su parecer. "Tendría que haber un cambio de escenario muy fuerte para que revea esto", es lo último que dice el protagonista. Y se va.
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