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 sábado, 15 de julio de 2006  
Escalada bélica. Nubes negras en el París de Medio Oriente
La ofensiva pone fin al sueño de reconstrucción del Líbano
Un escenario de destrucción asola la nación árabe, que comenzaba a recuperarse de una larga guerra civil

Ulrike Koltermann

Beirut/El Cairo. - De un puente destruido en Beirut colgaba una pancarta en la que se leía: "Made in Israel" (hecho en Israel). Tras los masivos ataques, la ira contra el Estado judío en Líbano es muy grande. El aeropuerto ha quedado inutilizado, la principal conexión terrestre con Damasco (Siria) está destruida, en algunas zonas de Beirut no hay electricidad. La cifra de muertos supera ya los 60. Pero los ataques han destruido algo más que la infraestructura. El país acababa de empezar a recuperarse de una larga guerra civil.

Cristianos, sunitas y shiítas formaron, tras las elecciones parlamentarias del año pasado, un gobierno conjunto para reconstruir la nación.

Las acciones militares de Hezbolá, que han provocado la respuesta israelí, amenazan con dividir de nuevo al Líbano. Muchos libaneses acusan a la milicia radical shiíta de arrastrar al país a una nueva guerra. El político de oposición Walid Jumblatt, representante de la minoría drusa, calificó de "escandalosa" la actitud de Hezbolá. Líbano tiene que pagar un alto precio por ello. El diario libanés Daily Star habla por su parte de un "juego con fuego" que conllevará un castigo colectivo de parte de Israel.

El gobierno libanés se encuentra entretanto en medio de varios frentes. Dos de sus ministros militan en Hezbolá. Motivo suficiente para Israel para calificar los ataques de Hezbolá en el norte de su territorio y el secuestro de sus soldados como una declaración de guerra de Beirut. Pero también en el propio Líbano crecen las voces que critican el hecho de que la milicia de Hezbolá siga sin haberse desarmado pese a una resolución de la ONU en este sentido de 2004.

En el sur de Líbano, donde la gente ya no tiene mucho que perder, el apoyo a Hezbolá continúa inquebrantable. El movimiento islamista mantiene en esa zona escuelas, hospitales y obras sociales. "Nasrallah es el más grande, derramaremos nuestra sangre por él", proclamaban seguidores de Hezbolá tras los últimos ataques aéreos.

Muchos árabes consideran que Hassan Nasrallah, el jefe de Hezbolá, de 46 años, es el único que puede pactar con Israel a la misma altura. Hace algo más de dos años ya negoció -con mediación alemana- un intercambio de prisioneros por el que más de 400 presos palestinos fueron puestos en libertad. En caso de que logre una vez más su propósito, la imagen de Hezbolá volvería a subir sensiblemente en el mundo árabe.

Sobre Beirut, que en los años 60 y 70 era conocido como el "París" de Medio Oriente, pendían ayer nubes negras de humo de los bombardeos. Los turistas árabes, que habían empezado hace poco a volver al país para pasar sus vacaciones en sus montañas y el mar, huyeron rápidamente.

Familias enteras, con los ojos enrojecidos tras una noche sin descanso debido a los ataques aéreos que tuvieron como objetivo las principales carreteras y puentes, limpiaban de vidrios las entradas de sus casas y tiendas, a la par que tractores trataban de despejar las carreteras de la zona, mientras muchos comercios permanecían cerrados.

Los ataques contra el único aeropuerto internacional de Líbano han interrumpido los vuelos desde y hacia el país, y un ataque nocturno contra la estación energética de Yiyeh, al sur de la capital, ha provocado cortes de electricidad en Beirut y las áreas cercanas.

Casi todas las conexiones internacionales están interrumpidas. El único modo de salir de Líbano es a través de carreteras menores hacia Siria. "Nuestro país está en guerra", gritaba una mujer mientras huía con sus hijos de su vivienda en el sur de Beirut, por miedo a nuevos ataques aéreos. (DPA)
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Los ataques al aeropuerto de Beirut han interrumpido los vuelos desde y hacia el país.

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