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 sábado, 15 de julio de 2006  
Una investigadora rescata la escuela primaria como espacio de aprendizaje
Flavia Terigi: "El debate sustantivo y pendiente es el del gobierno de la educación"
"Los maestros necesitan saber que no vamos a estar reformulando todo cada diez años", dijo

Matías Loja / La Capital

En las últimas semanas, sobre todo a raíz de la presentación del proyecto de ley de educación del Ejecutivo Nacional, un sinnúmero de voces y temas se han hecho públicos para intentar dar cuenta del estado de la enseñanza en el país.

Desde la extensión de la obligatoriedad al nivel medio hasta la forma de gobernar el sistema, distintos ejes son puestos por estos días en discusión, a fin de sumar ideas y opiniones que permitan esbozar algunos lineamientos de la educación argentina futura.

Pero mientras la mayoría de las propuestas están centradas sobre la escuela media, un grupo de investigadores decidió tomar a la escuela primaria como objeto de estudio. "En los últimos años se ha hablado poco de la primaria", dispara Flavia Terigi, licenciada en ciencias de la educación de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y compiladora del libro "Diez miradas sobre la escuela primaria", de Siglo XXI Editores, obra en la que se analiza las transformaciones sobre este nivel de la enseñanza, y propone algunos ejes necesarios para la primaria de las próximas décadas.

En este sentido, Terigi, quien hasta hace poco fuera subsecretaria de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, propone, y más allá de la denominación de EGB (Educación General Básica), volver a hablar de escuela primaria como tal, aunque a la hora de destacar el punto central de las discusiones que se desarrollan en el marco de la nueva ley de educación, la investigadora considera que "el debate sustantivo y pendiente es el del gobierno de la educación".

-¿Por qué considera necesario volver a hablar de la escuela primaria?

-En la última década se ha hablado poco de la primaria. Sin embargo, la escuela primaria sigue allí, y todos los días de la semana, durante muchos días de su vida, los nenes y nenas pasan varias horas al día en ella, en una acción social cuya justificación principal es su derecho de aprender. Que efectivamente aprendan, que puedan vincularse con los saberes, las elaboraciones culturales, las tecnologías y con los otros de formas más creativas, más libres, más solidarias y más plurales, es lo que nos llevó a ocuparnos de "la primaria". También la pregunta que compartimos acerca de las condiciones en que se encontrará la escuela primaria en las próximas décadas, así como la duda acerca de si seguirá siendo la escuela que conocemos.

-En estos momentos, en donde se habla de revisar el sistema educativo, ¿cree que es importante instalar en el debate una revisión del rol de la escuela primaria y recuperar su experiencia?

-Sin entrar a calificar a esta altura la oportunidad de este debate -está lanzado, y no tiene sentido seguir dándole vueltas al asunto- en general me preocupan los plazos propuestos por el gobierno. No sé qué plazo sería el razonable, porque eso depende de la cantidad de cuestiones que se someten a discusión. Ahora bien, si se lee el documento del Ministerio nacional, se advierte que los asuntos son tantos, tan diversos, y de tan distintos niveles, que el plazo establecido es inadecuado. Pero yendo a la primaria, es necesario discutir modos precisos de avanzar en la cobertura y de disminuir las brechas educativas, y darle a la escuela un marco de previsibilidad para los próximos años. Escuelas y maestros necesitan saber que no vamos a estar reformulando todo cada diez años, sino que se asumen compromisos de mejoramiento sin desestabilizar los logros alcanzados.

-¿Cuáles cree que son las principales "heridas" que evidencia la escuela primaria tras la reforma?

- Si tomáramos los logros de la centenaria escuela primaria como un activo, podemos afirmar que lo que no hizo la reforma es proteger ese activo y proyectarlo hacia adelante. En cambio, persisten las situaciones de exclusión y preocupa la inadecuación entre lo que los alumnos aprenden en las escuelas y lo que requieren para seguir estudiando y para participar plenamente en los asuntos del colectivo social. Pero hoy en día los mayores problemas de cobertura y rendimiento se dan en las mismas provincias que tenían problemas en estos aspectos antes de la ley federal y la llamada "transformación educativa". Eso no significa que la reforma haya sido irrelevante. Los datos muestran que los problemas de rendimiento característicos de los dos primeros años del secundario, se anticipan al séptimo año en aquellas provincias que adoptaron en forma predominante los modelos de estructura de seis y nueve años de duración.

-Hay quienes sostienen que además de extender la obligatoriedad del nivel medio, como propone el proyecto del gobierno, debería antes reforzarse la obligatoriedad de la EGB en sus tres ciclos. ¿Cuál es su lectura al respecto?

- Al proponer la obligatoriedad del nivel medio, el proyecto del Gobierno sintoniza con expectativas de la gente y por eso resulta difícil plantear reparos. En nuestro país la gente siempre ha esperado y demandado más educación y difícilmente se pueda cuestionar la idea de que los chicos y chicas deban ir a la escuela secundaria. Sin embargo, nuestro país tiene deudas con la obligatoriedad que se remontan ya no a la ley federal de educación, sino a la Ley 1420 de fines del siglo diecinueve.

-¿Cuáles serían esas deudas?

-En nuestro país muchos chicos no terminan la primaria, muchos chicos no tienen posibilidad de asistir a la sala de cinco años, y muchísimos adolescentes fracasan en los primeros años de la escuela media, o en el tercer ciclo de la EGB. Sin planes concretos de política educativa que apunten a los problemas que hace décadas no podemos resolver, sancionar la obligatoriedad del nivel secundario será lo mismo que formular un enunciado en sintonía con los deseos de la gente, pero sin condiciones para su cumplimiento efectivo. Un buen ejemplo de eso es lo que sucede en la Ciudad de Buenos Aires, en donde desde el año 2002 la educación media es obligatoria. El gobierno que integré hasta hace unos meses desplegó toda clase de iniciativas (becas estudiantiles, escuelas de reingreso, proyectos de terminalidad, y tutores en las divisiones de los primeros años) sin que todavía podamos acercarnos al cumplimiento efectivo de la obligatoriedad establecida por la ley porteña.
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Terigi: "El país tiene deudas con la obligatoriedad que se remontan a la ley 1420".

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