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domingo,
09 de
julio de
2006 |
Catamarca: hilado de paisajes
La soledad del desierto, las montañas y los valles configuran la geografía de la provincia norteña
Ruinas y capillas del siglo XVIII y XIX entre Tinogasta y Fiambalá, picos de más de 6000 metros de altura en la imponente cordillera de los Andes, piletas rústicas de agua termal a cielo abierto al pie de la montaña son algunas de las postales de Catamarca. La provincia atesora una de las ruinas incas más importantes al sur del Cuzco, una ciudadela mágica. Hay hilanderas que despliegan el arte del telar en ponchos y alfombras de renombre internacional. Junto a las postales de Andalgalá y los profundos verdes del cordón de Ambato conforman los sitios más promocionados de la provincia, una de las menos exploradas, cuya puna fue denominada Casa del Sol por los habitantes que consideraban dios al astro que aún ilumina su tierra.
La palabra Catamarca quiere decir "castillo o fortaleza en la falda", según su origen quichua; o "pueblo pequeño", según la raíz aymará. Los indígenas que poblaron la provincia eran mayoritariamente diaguitas, pero también estuvieron los Quilmes, Tolombones, Yokaviles, Ingamanas, Acalianes y Hualfines, entre otros. Todo el territorio está cubierto de vestigios prehispánicos, como terrazas de cultivos, sistemas de regadíos y restos de recintos y poblados.
La provincia se divide en regiones, de acuerdo a su geografía y su actividad. La región del centro, donde se encuentra la capital, es la de mayor desarrollo y crecimiento. La región este tiene un clima tropical serrano apto para desarrollar cultivos de cereales. La región oeste contiene grandes salinas y medanales, y la región de la puna, con extremas condiciones de aridez, se caracteriza por un ambiente seco de grandes amplitudes térmicas y amplias mesetas rodeadas de montañas, libre de vegetación.
La puna es el sitio más despoblado de la tierra, pero también uno de los más enigmáticos y sorprendentes. Enclavada a más de 3500 metros sobre el nivel del mar, representa la zona más virgen de Catamarca. En su morfología volcánica ostenta numerosos conos de más de 6000 metros de altura, campos de lava y cerros con médanos ideales para 4x4, enduro, mountain-bike, andinismo, además de safaris fotográficos y pesca de altura.
Antofagasta de la Sierra, localidad de no más de 400 personas, es la cabecera y centro de abastecimiento del enorme territorio departamental. La relación entre su superficie y población es de un poblador cada 33 kilómetros cuadrados. Los otros pobladores de la región son volcanes. Entre las gigantescas moles se encuentran el Alumbrera, Los Gemelos, Antofalla, Galán, Azufre, Cumbre del Laudo, Oire Grande, El Cóndor y Calalaste .
Pero es el valle central el que oficia casi siempre como punto de partida para recorrer la provincia. Formado por los departamentos Capital, Valle Viejo, Fray Mamerto Esquiú y Capayán, que brindan un recorrido histórico y paisajístico, ofrece como puntos culminantes los balcones de la Cuesta de El Portezuelo y el impactante dique Las Pirquitas.
La capital provincial, San Fernando, es el inicio del recorrido para asomarse a los"Balcones del Valle". El recorrido se inicia por la ruta provincial Nº1, que atraviesa pintorescas villas turísticas que derrochan belleza natural y mantienen microclimas.
A unos 25 kilómetros se encuentra el dique Las Pirquitas, el más grande espejo de agua de los que forman parte de la geografía.
La villa de Las Pirquitas es una apacible población formada sobre el río del Valle en los comienzos de la década de 1960 a partir de la construcción del dique, situado aguas arriba de la localidad. Sus edificaciones mantienen el estilo planificado originalmente, con frentes de ladrillo a la vista y piedra.
Hay varios sitios para acampar y casas de comida. Y desde allí pueden realizarse numerosos paseos en medio de un entorno serrano, a lo largo de ríos y arroyos, y bajo tupidas arboledas. El río puede recorrerse caminando hasta la unión con su afluente, el río del Valle.
Con una extensión de 7 kilómetros, el dique es apto para todo tipo de deportes náuticos y con muy buena pesca de percas, truchas, carpas, y pejerreyes. Las Pirquitas fue construido aprovechando los murallones naturales de las serranías e inaugurado en 1961. Tiene una profundidad máxima de 85 metros y provee el agua de riego aproximadamente a unas 10 mil hectáreas, a través de una red de canales y acequias.
Desde allí se puede subir al cerro Mirador, que ofrece magníficos panoramas del lago y el ondulante valle, rodeado por las sierras de Gracian al este y Ambato-Manchao al oeste. Para acceder hay un camino de cornisa que sale del murallón, que es preferible recorrer a pie.
El corredor de Las Pirquitas se interna en las Sierras Gracianas, atraviesa la zona de Las Chacras, los poblados del departamento Valle Viejo, Fray Mamerto Esquiú y Piedra Blanca.
Más adelante, desde la localidad de La Merced, a sólo 5 kilómetros se pueden visitar Los Túneles, obra ferroviaria de ingeniería inconclusa que se convierte en un atractivo turístico diferente originado en los años 40.
Por la ruta nacional Nº38, a unos 35 kilómetros hacia el este catamarqueño, se puede visitar el más imponente mirador natural de la Cuesta del Portezuelo, totalmente pavimentada, con una altura máxima de 1688 metros sobre el nivel del mar.
Cumbres y valles de Ambato
La ruta provincial Nº4 conduce desde las serranías del Ambato hasta las villas turísticas de El Rodeo y Las Juntas, por la Quebrada del Tala. En su inicio, el trayecto revela las ruinas prehispánicas del denominado Pueblo Perdido, vestigios de un asentamiento indígena de la cultura de La Aguada del siglo VI.
Las Juntas es una villa turística más alta que El Rodeo -la más concurrida y tradicional de la provincia-, ubicada a 1.550 metros sobre el nivel del mar. Está en un recóndito y pintoresco valle sobre el faldeo oriental de la sierra de Ambato, con colinas suaves tapizadas de pastos. Por su apacible encanto, es un conocido lugar de veraneo con viejas casonas recicladas dispersas en el paisaje.
El nombre de Las Juntas deriva de la confluencia de los ríos Las Trancas y La Salvia, afluentes del río del Valle, que ofrecen abundante pesca. El pueblo es largo, y se extiende siguiendo el curso del río homónimo, con pasarelas peatonales que lo cruzan.
En las laderas húmedas de los cerros crece el tupido bosque montano, con ejemplares de pino del cerro.
En Las Juntas termina el pavimento y comienza un camino de tierra arcillosa de gran belleza, desde cuyas márgenes se visualizan las terrazas de cultivos indígenas. A 2.300 metros de altura se encuentra La Silleta, a la que se puede llegar a caballo por estrechos senderos hacia una hoyada entre bosques de pinos silvestres, álamos, sauces y campos ganaderos. Se atraviesan los ríos La Salvia y Las Trancas, donde hay truchas arco iris de gran desarrollo. Los cóndores, dueños de las montañas, aparecen de modo inesperado en el trayecto. A partir de allí, se abren caminos de cornisa bordeando abruptos precipicios y quebradas.
Muy cerca de Las Juntas, por un camino arriesgado y divertido se llega a Piedras Blancas, un valle verde, alfombrado de pasto punilla, un césped parecido a una multitud de minúsculos helechos. Esa es la característica geográfica de los dos cañones del Ambato, una zona húmeda de mucha vegetación con pasto muy bajo, como si alguien lo hubiera cortado.
El Calvario, lugar histórico religioso y la Loma Cortada, con su balneario natural, es otro de los atractivos de este circuito que en gran parte de su trayecto es acompañado por el río Tala.
Desde San Fernando y antes de entrar en la cuestecilla hacia el Ambato, se encuentra el dique El Jumeal, espejo de agua que se despliega en una porción de valle de cara a la ciudad. El circuito transcurre luego por la RP1 a través de pintorescas villas cargadas de historia y tradición.
Hacia el Aconquija
El camino hacia las cumbres nevadas de Aconquija atesora entre su recorrido un contraste de paisajes que van desde los más áridos hasta los selváticos y húmedos. Al norte, por la ruta provincial Nº46, el imponente cerro El Manchao con 4.400 metros sobre el nivel del mar acompaña la primera parte del camino .
El Nevado de Aconquija, llamado así por sus permanentes cumbres blancas, es otra de las atracciones de la región, meta de los amantes de los deportes extremos. En la ladera del cerro se encuentra El Pucará de Aconquija, un yacimiento arqueológico que se remonta a la época del imperio incaico, que sigue reflejando el poderío que alguna vez tuvo esta fortaleza indígena construida 500 años atrás.
Sierras y lagos del este
El circuito de sierras y lagos del este exhibe otra de las facetas de la ecléctica geografía catamarqueña donde predomina un verde de vegetación exuberante.
Con un trazado renovado al igual que El Portezuelo, la Cuesta de El Totoral repite panoramas incomparables desde sus balcones.
Por todo este itinerario están repartidos numerosos espejos de agua como los diques de Sumampa, Ipizca, Collagasta, La Cañada y Guayamba, muy concurridos por los pescadores y los amantes de los deportes náuticos.
Las villas del este cuentan con microclimas atractivos y postales de una belleza natural.
Próximo al centro de la ciudad de San Fernando del Valle se encuentra la Manzana del Turismo, una caja de resonancia de la producción artesanal de la provincia, donde se exhiben y venden auténticas obras símbolo de las tradiciones.
Aledaña al mercado artesanal está la fábrica de alfombras. Allí se elaboran las prestigiosas piezas catamarqueñas que a nivel internacional sólo compiten con las persas y tienen fiesta propia.
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Fotos
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El valle de Ambato es una región de tradición turística. Allí están Rincón Amarillo, para el descanso, y el Pueblo Perdido de la cultura aguada.
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