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 domingo, 09 de julio de 2006  
La derrota más triste de Francia

Berlín.- Los jugadores franceses se quedaron mudos tras la derrota. Todos, menos Zidane, esperaron paralizados los quince minutos más largos de sus vidas a que los italianos celebrasen y comenzase la entrega de trofeos.

Apenas terminó el partido, alguno de los líderes sugirió ir a agradecer el apoyo a los 10.000 espectadores que ocuparon uno de los fondos. Fue el único gesto humano que salió de ellos.

Luego se arremolinaron mientras se montaba el escenario de la entrega de trofeos. Mientras los jugadores italianos saltaban, gritaban y bailaban de felicidad, cada francés adoptó una postura y no la abandonó hasta que se les llamó para recibir las medallas de los subcampeones.

Sólo Trezeguet se movió, y fue porque recibió un estímulo externo. Fue el italiano Mauro Germán Camoranesi, nacido argentino como él, que se acercó a abrazarlo y a consolarlo.

Entre ellos no estaba Zidane. El capitán, el mejor jugador del partido, se había marchado en el minuto 110 expulsado con toda justicia tras embestir a Materazzi en una jugada sin balón. No se atrevió siquiera a intentar salir.

Respetuosos, los franceses se quedaron para ver al campeón levantar el trofeo con el que ellos habían soñado hasta unos minutos antes. Cuando comenzaron los fuegos artificiales y el show azzurro, ya no quedaban jugadores galos. Allí, a un costado, solo, entre una maraña de serpentinas que llovían desde el techo del estadio, quedaba el técnico Raymond Domenech, un colado en la celebración italiana.


El más grande, por la puerta trasera
En un mundial marcado por una catarata de amonestaciones, la reacción de Zidane ante las más de 60.000 almas en el Estadio Olímpico de Berlín fue lamentable.

Y como tal fue el momento triste de ver a Zizou caminar rumbo al vestuario, pasando al lado del pedestal donde se había colocado el trofeo de la Copa Mundial.

Hasta ahí Zidane parecía que se marchaba de las canchas por la puerta grande, ni más ni menos que en una final mundialista. Durante buenos ratos de la final, Les Bleus lucieron más dominantes que Italia.

Pero la posibilidad de despedirse en la cúspide se disipó.

Zidane había anunciado de antemano que colgaría los botines tras el mundial de Alemania.

Fue un adiós con nota amarga para uno de los futbolistas más notables del fútbol francés, si no el más grande. (AP)


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Zidane pasa junto a la Copa sin mirarla al dejar el campo de juego.

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