EDITORIAL

¿Otra vez el paro docente?

La amenaza dista de ser novedosa en la provincia de Santa Fe: en el horizonte asoman, otra vez, los nubarrones de una huelga de maestros. Después de las prolongadas medidas de fuerza del año pasado, que tanto daño causaron al normal y necesario cumplimiento del ciclo lectivo, el gobierno provincial movió las piezas y pareció haber introducido la reclamada dosis de calma en una escena permanentemente sacudida por la incertidumbre. Pero el panorama actual vuelve a presentarse comprometido y signado por la hostil fisonomía del reclamo. La Asociación del Magisterio de Santa Fe (Amsafé) ha denunciado el incumplimiento de lo oportunamente prometido y la asamblea que realizó ayer en la capital santafesina parece haber corporizado de nuevo el temido fantasma del paro, que se anuncia como concreta posibilidad para luego de las vacaciones de invierno.

¿Otra vez?, dirá la gente, ya en gran medida justificadamente fatigada de la reiteración de medidas de esta índole, que victimizan a los chicos y por ende a toda la sociedad. Del otro lado de la barrera, las quejas gremiales no eluden la precisión: definir y cumplir con el cronograma de pase de las sumas no remunerativas al básico, instrumentar las paritarias, dar explicaciones por el aumento del orden de entre el sesenta y cinco y el doscientos por ciento de los coseguros y órdenes médicas del Instituto Autárquico Provincial de Obra Social (Iapos), aclarar la situación de los reemplazantes que todavía no han sido ubicados y crear los cargos docentes que aún brillan por su ausencia en las escuelas son las demandas que encabezan la lista de Amsafé y el núcleo de lo que el dirigente Gustavo Terés calificó de "situación de descontento" entre los docentes de la provincia.

Los lineamientos de la reforma del sistema educativo y la largamente cuestionada falta de mantenimiento de los establecimientos escolares también integran la gruesa carpeta que el sindicato tiene entre sus manos. Y ciertamente que muchas de las observaciones y pedidos poseen anclaje en sólidos fundamentos. Se repiten, entonces, añejas preguntas: ¿es necesario llegar al paro?; ¿será posible que los gobiernos provinciales sólo reaccionen ante la presión directa que la huelga o la amenaza de huelga representan?; ¿deberán pagar otra vez los alumnos el precio de la intemperancia y la imprevisión sumadas, convirtiéndose en el ya conocido jamón de la metáfora del sándwich?

Hay suficiente tiempo para que esta vez no se repita la historia. Es de desear, entonces, que no sea eso lo que suceda.