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 domingo, 04 de junio de 2006  
candi
Charlas en el Café del Bajo
-El de hoy es el final, la conclusión de esta serie de tres charlas sobre Jesús, lo que supe de El, Inocencio, a lo largo de mi vida. En realidad, tuve ante mis manos bastantes argumentos para creer que Jesús tenía una relación con María Magdalena que superaba la condición de discípula: bien podía aceptar que era su esposa. Pero también tuve bastantes argumentos para descartar esta idea. Pensé entonces: supongamos que efectivamente Jesús estaba casado. ¿Podía afectar, alterar eso en algo su imagen y la imagen de su Iglesia? ¿Su conformación? ¿Su misión? Para expresarlo en términos más exactos: ¿dejaba de ser el Logos?

-¿Qué se respondió, Candi?

-Rotundamente no, por supuesto que no. La esencia de Jesús no se modifica por su estado civil y su prédica no depende de eso. Dios, omnipotente, omnipresente y omnisciente, puede concederlo todo a quien quiera, cuando quiera y en donde quiera, y puede santificarlo todo menos el mal y el pecado, porque sería contrario a su naturaleza y su ley. Pero supongamos que Jesús hubiera estado casado (recuerdo, al pasar, que estamos hablando de la Palestina antigua en donde los sacerdotes y rabinos tenían reglas claras y estrictas sobre la cuestión sexual dentro del matrimonio. El sexo, en el linaje sacerdotal, no era la búsqueda del placer, se practicaba en determinados tiempos y con el específico propósito de la procreación): ¿eso hubiera vulnerado la condición de Logos, de Verbo? No, señores, de ningún modo. Debe recordarse, para terminar con la cuestión, que Juan dice: "Y el verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros". Es decir, Jesús, como carne, tenía sangre, cabello, respiraba, lloraba, reía, se enojaba, comía y (con todo respeto lo digo y que nadie por favor se sonroje de vergüenza o enojo) iba al baño. Yo he escuchado por allí decir que "El código Da Vinci" podría cambiar la historia de las cosas y dar por tierra con el cristianismo. Jamás escuché sandez tan grande. Primero, porque como ya lo dije, Brown no descubrió nada que alguien que haya leído un poco no supiera, y segundo, que si una novela o el hecho de enterarse algún cristiano de que Jesús estaba casado altera su fe, pues diré con mucha pena y enfáticamente: ¡Jamás fue cristiano! O diré: ¡Ha traicionado a Jesús!

-¿Conclusión?

-En primer lugar me interesa decir que Aldous Huxley, en el prólogo del Bhagavad Gita, obra esencial de la filosofía y la teología hindú, sostiene algo que todo creyente debe tener en cuenta: "Los seres humanos no sólo son capaces de conocer por inferencia el fundamento divino, sino que también pueden percibir su existencia por una intuición directa, superior al razonamiento discursivo. Este conocer inmediato une al conocedor con lo conocido". Muchos, después de agotar sus ojos en las bibliotecas religiosas, teológicas y filosóficas, habrán experimentado que al final no saben nada. Muchos, por otra parte, habrán sentido que sobre lo sagrado, lo trascendente, lo esencial y lo infinito lo saben todo sin haber leído una letra. Este conocimiento intuitivo, como dice un escritor de la talla de Huxley, es superador de la fe, porque se cree en lo que se siente taxativamente, claramente. Y este sentimiento se logra por la íntima comunicación del "Yo" superior con el Logos o por lo que los místicos llaman el camino de la contemplación. Mi conclusión final, a la que personalmente arribé después de lo leído y lo escuchado en el tiempo, es que a Jesús no hay que investigarlo ni estudiarlo, a Jesús hombre hay que saltearlo para entra en el Jesús-Verbo, hay que sentirlo, hay que tratar de vivir con El la práctica de un principio que es similar al mosaico. Una enseñanza que si se aplicara haría de este mundo un verdadero paraíso: justa distribución de la riqueza, paz colectiva y paz individual, no enojos, no venganzas, no resentimientos, no egoísmos, no triunfar sobre el cadáver del prójimo o sobre su corazón herido, no soledad, no miedos, no desapego, etcétera. ¿Jesús estaba casado? No me interesa. ¿Era célibe? Tampoco me interesa, porque cuando oro no le oro a la carne, sino al Verbo. Esta es mi opinión.

Candi II

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