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jueves,
25 de
mayo de
2006 |
cartas
¡Albricias,
aleluya, eureka!
Cuántas expresiones juntas de júbilo se podrían exclamar para manifestar la alegría y regocijo que se siente porque al fin el gobierno nacional se acordó de los jubilados. Anque no es mucho lo dado debemos tener en cuenta el esfuerzo de nuestros legisladores para hacer de todos nosotros una réplica de iguales, con excepción de ellos, claro. Así, los que aportaron durante cuarenta años o más y en mayor medida ven cómo poco a poco son igualados con aquellos cuyas contribuciones están tan lejos de equipararlos como el Sol de la Luna. Tal vez podrían tacharme de egoísta, sin embargo pienso que todos tenemos derecho a vivir una vida digna, y la tarea del gobierno es tratar de brindarla, pero no a costa del esfuerzo que han hecho los demás, y si no que sean consecuentes con esta actitud y la apliquen también cuando es la hora de ajustar sus dietas. Es una vergüenza que muchos de los que estaban sobre la mínima hayan recibido un magro 11% de aumento después de esperar por años una recomposición de sus haberes.
Jorge Enrique Mayoral
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