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domingo,
23 de
abril de
2006 |
"Cabezón, corré la carpa"
Una lluviosa tarde del 68 la barra de pibes del Saladillo se sentó en la platea del Sol de Mayo y comenzaron a gastar a un grandote cabezón, que estaba en el medio de la parte de abajo. "Che, Cabezón, corré la carpa", era lo más suave que le gritaban, confía Alfredo, con la memoria de los años. "El tipo miró un par de veces, pero no dijo nada. Pero cuando encendieron las luces en el intervalo, se levantó cuan grandote era y caminó hasta donde estaba el Cabezón Cruceilles. Se paró al lado, se abrió el impermeable, le mostró el mango del facón y le dijo: «Me dejás de molestar o te la doy acá nomás». Y el Cabezón Cruceilles no volvió a hablar en toda la tarde".
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