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domingo,
23 de
abril de
2006 |
El Esmeralda, un edén para aquellos novios
El Cine Esmeralda, situado en avenida Pellegrini 1371, a sólo media cuadra de su hermano, el Sol de Mayo, era la antítesis, como bien lo describe Enzo Burgos: "El Esmeralda era humilde, dulce y familiero. En ambos laterales y al fondo había una doble hilera de palcos, divididos en forma de boxes, con cuatro sillas de esterilla cada uno, casi exclusivos para novios. Los asientos eran bastante resistentes porque debían bancarse el traqueteo al que los sometían los enamorados con sus besos y arrumacos, en franelas agobiantes que los dejaban al borde del éxtasis. Y para qué contar cuando se cortaba la cinta y encendían la luz. Los galanes enloquecían con botones, ojales y corbata, y las pibas no sabían cómo acomodarse los breteles del Virtus".
Y Burgos remata la pintura del Esmeralda con una postal de las tribus urbanas que poblaban su platea: "Las mujeres mayores solían llevar sándwiches, especialmente de milanesa. Y entre el bochinche del envoltorio (con el desaparecido papel de estrasa) y el olor a fritanga por ahí nos perdíamos el cachetazo de Glenn Ford a Rita Hayword".
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