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sábado,
22 de
abril de
2006 |
Trabajo manual. Mientras para muchas escuelas integrar a las nenas a la carpintería ya no es novedad, para otras es materia pendiente
Las escuelas taller buscan su lugar en la enseñanza
Desde los cambios introducidos por la ley federal, estos espacios se debaten entre las actividades prácticas y el aprendizaje de la tecnología. Los docentes reclaman capacitación adecuada
Micaela Pereyra
Las escuelas taller siguen peleando un lugar en las currículas. Esta es una de las primeras conclusiones a las que se arriba luego de revisar cómo se trabaja en los espacios escolares destinados al trabajo manual y tecnológico.
Es que desde que se comenzó a implementar la ley federal en la provincia, el área de tecnología apareció para los chicos que cursan desde el 1º al 6º años de la EGB como una especie de fusión entre el taller de carpintería, herrería, mimbre y las clases de actividades prácticas. Con la novedad de hacerlo en clases mixtas y centradas en la enseñanza de las tecnologías cotidianas.
Así, los docentes que antes trabajaban con grupos conformados por nenas (en el caso de las actividades prácticas) y con los varones (en la escuela taller) se encontraron con grupos mixtos centrados en el proceso de creación de objetos y en el uso de maquinarias.
Pero los cambios tuvieron una confusa aplicación: en las escuelas se desarrolla un trabajo disímil respecto del área tecnología y los distintos establecimientos se vinculan con las escuelas taller como pueden o quieren.
En algunos establecimientos trabajan con grupos mixtos divididos durante la mitad del año en taller y la otra mitad en actividades prácticas; otras experiencias pudieron acordar para que las maestras de actividades prácticas se incorporen a la escuela taller y tengan su lugar, y tratar así de que tecnología sea un sólo espacio.
También están las que nunca pudieron ponerse de acuerdo ni con los horarios ni entre los mismos docentes. El resultado es que al taller asisten los alumnos que quieren y pueden trasladarse; y en algunos casos siguen yendo sólo los varones. Además, se suma a este panorama tan diverso las experiencias donde son los docentes los que se trasladan a las escuelas ya que los chicos no pueden o los establecimientos están muy alejados.
Estas dificultades, los problemas surgidos de la fusión que tuvo como resultado la materia tecnología y el funcionamiento de este área están siendo analizados por el Ministerio de Educación. “Se ha modificado el espacio tecnología, pero a pesar de eso la separación entre las maestras de actividades prácticas y las de taller sigue existiendo y por ahora cada escuela trata de solucionarlo con distintas alternativas. Lo mejor es alternar para que los chicos pasen por todas las instancias de aprendizaje”, señaló al respecto el director de la Región VI de Educación, Humberto Cancela.
Por las escuelas
A la Escuela Taller Nº 35 asisten los alumnos de las escuelas Normal Nº3, Juana Manso, Florentino Ameghino, Especial Sol Naciente y “Gurí”. Allí los chicos de la EGB 2 concurren a los talleres de carpintería y herrería. “Venimos a trabajar la madera”, dice Julieta que está impaciente por empezar con el trabajo práctico. “Queremos aprender a usar las herramientas que muchas veces están en casa pero que no sabemos para qué sirven”, agrega Federico. Mientras Pablo, que ya es el segundo año que participa del taller asegura: “A mí me gusta poder saber cómo hacer las cosas para después inventar otras”.
Mirta Carrerou es la directora de la Escuela Nº 35 y hace 32 años que trabaja en este establecimiento. Si bien es crítica de cómo se distribuyen los recursos en las escuelas también rescata algunas cuestiones a partir de los cambios introducidos por la ley federal, ya que explica que antes al alumno se lo dejaba a un costado porque lo central era cumplir con los objetivos a rajatabla.
“Ahora lo positivo es que no se aborda solamente la cuestión técnica sino que se hace de la tecnología un pensamiento reflexivo”, dice la directiva y agrega que en ese proceso de hacer pensar a los alumnos, “se les plantea un conflicto cognitivo para que a través de la resolución de problemas reflexione sobre su propio aprendizaje, lo pueda vincular con los cotidianos que ya tiene y con los que el docente va a desarrollar”.
Escasa capacitación
Carrerou también se refiere a las consecuencias negativas que aparejaron estos cambios. La crítica principal está centrada en la escasa capacitación que tuvieron los docentes cuando irrumpió en las aulas el área de tecnología, se cambiaron los planes pero no se invirtió en instruir a los maestros.
“La mayor dificultad se presenta en la didáctica, en cómo aplicar el conocimiento y también cómo desarrollarlo dentro del área de tecnología. La capacitación docente tendría que ocurrir en horario extraescolar, pagada por el ministerio y los docentes deberían convertirse en capacitadores de otros maestros”, propone la directora del establecimiento ubicado en Riobamba 963.
A pesar de que la Escuela Taller Nº 33 Libertad (de Salta 2094) hoy debate sobre cuál será su futuro, ya que funciona en un edificio alquilado y a fin de mayo se les vence el contrato de alquiler, y no saben cómo se resolverá esta situación (ver aparte), empezó sus clases normalmente.
En la enseñanza manual, un grupo realiza durante la primera parte del año el taller de carpintería y otro trabaja en aeromodelismo y mimbrería; luego, a mitad de año, rotan de talleres. “Cuando los grupos son de chicos muy humildes también hacemos encuadernación y fabricamos con cartón y madera las carpetas que después utilizan durante todo el año”, dice una de las docentes de taller del turno tarde, Ana María Grovet.
Durante una de las clases de los chicos de 6º año del Colegio Nuestra Señora de los Angeles, uno de los alumnos, Lucas González cuenta: “Algunas veces, la seño nos dice qué hacer y cómo hacerlo, pero la mayoría de las veces nos pregunta qué tenemos ganas de fabricar o qué se nos ocurre y entre todos decidimos”.
Y entre esas experiencias colectivas realizadas el año anterior, los varones de esta escuela, relatan que hicieron percheros, cajas, llaveros y escudos. “Para eso usamos la sierra de calado, que es un serruchito muy finito que sirve para hacer trabajos detallados, también la escofina y para que quede bien terminado la lija”. Cuando la clase terminaba uno de los chicos del grupo, encargado de contar lo que habían hecho remató la charla con esta confesión: “Yo quiero ser futbolista, abogado y carpintero”.
Los chicos se manifestaron encantados de ir al taller, de trabajar la madera y el mimbre, de construir cosas que después usan en la casa. “El aprendizaje nadie te lo saca, te lo quedas y te puede servir para cuando seas más grande, para tener trabajo y todo”, concluyó entonces Juan Ignacio.
Otra es la experiencia de la Escuela Taller Nº 3.149 General Las Heras de San Lorenzo, que elaboró un proyecto que atraviesa a todos los niveles: la realización de bastones y muletas que luego son donados a los hogares de ancianos. “Ya hemos entregado más de 300 muletas y bastones a los abuelos que las necesitan, los chicos las realizan con palos de escoba y con los esqueletos que nos mandan de las fábricas, luego nos encargamos de la distribución”, cuenta la docente de educación manual Melia Bordi, que también destaca que surgen así “nuevos encuentros entre los chicos y los ancianos, donde a veces les relatan cuentos o terminan volviéndose a encontrar convirtiéndose en algo así como abuelos sustitutos”.
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Fotos
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Los chicos y chicas de la Escuela Taller Nº 35 dicen que aprenden a usar las herramientas que ven todos los días en su casa y no saben para qué sirve.
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