Año CXXXVII Nº 49082
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
La Región
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Señales
Economía
Mujer
Turismo


suplementos
ediciones anteriores
Salud 12/04
Página Solidaria 12/04
Turismo 09/04
Mujer 09/04
Economía 09/04
Señales 09/04
Educación 08/04
Estilo 18/03
En el aula 18/03

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 16 de abril de 2006  
Conmoción barrial por el asesinato de un comerciante en Ayacucho y Uriburu
Un carnicero siguió a ladrones de su local: lo matan de un tiro
Fue a 50 metros de su negocio. Vio que dos jóvenes se llevaban el cajón de la registradora y fue tras ellos. Uno de los delincuentes tropezó, el trabajador buscó retenerlo y recibió la perdigonada. Tenía 30 años y una hija

Un carnicero de zona sur fue asesinado ayer de un escopetazo en el abdomen cuando perseguía a dos delincuentes que segundos antes habían asaltado su local de la zona sur, del que se habían llevado la caja registradora. El comerciante se encontró con los ladrones cuando huían del lugar y no dudó en salir tras ellos en su automóvil, con su hija de un año y medio en el interior. Pero a los pocos metros todo terminó de forma trágica: uno de los asaltantes tropezó y cayó al piso. Fue allí cuando el trabajador bajó del vehículo con toda la intención de retenerlo, pero de inmediato recibió una perdigonada que acabó con su vida en un instante.

Todo ocurrió cuando Carlos Sebastián Fabio, de 30 años, llegaba a su local ubicado en la ochava sudoeste de Uriburu y Ayacucho, "Carlos II". Lo hacía en su cupé Renault Megane color amarillo en la cual llevaba a Luna, su hija de un año y medio. Eran cerca de las 10.30. En el negocio estaban Mariela Berlocchi, pareja de Carlos, y dos empleados.

Además de la carnicería, el inmueble cuenta con otra dependencia donde funciona una verdulería que es atendida por los padres de Mariela, cuyo frente da sobre Uriburu. Ayer, en medio de la conmoción por lo ocurrido, varios vecinos contaron a La Capital que la verdulería fue asaltada durante la noche cuando estaba cerrada. Autores desconocidos rompieron una reja y se llevaron mercadería y algunos objetos del interior.

Según fuentes policiales, unos minutos antes de la llegada de Fabio dos muchachos jóvenes ingresaron a la carnicería. Al parecer eran conocidos del barrio, ya que en varias oportunidades habían ido para pedir "unas monedas". Es más, de acuerdo a los voceros, uno de ellos hasta saludó a la chica. "Hola Mariela, ¿cómo te va?", llegó a decirle a la esposa de Fabio. Al parecer tenían intenciones de cometer un robo, pero la presencia de dos clientes en el lugar los habría desalentado al principio, por lo que se retiraron sin dar explicaciones.

Una vez que en el negocio quedaron la mujer y los dos empleados, los individuos volvieron y esta vez sí desenfundaron armas. De acuerdo a las primeras averiguaciones, uno de ellos portaba una escopeta de caño recortado muy precaria, tipo tumbera. Así, con la chica encañonada, se tomaron el cajón de aluminio donde se guardan los billetes en la máquina registradora y salieron corriendo. Voceros policiales indicaron que Fabio llegó justo para presenciar el momento exacto en que los maleantes escapaban, cruzando la transitada esquina en dirección hacia la villa ubicada calle de por medio.

A esa hora la circulación de transeúntes y vehículos era muy intensa y los semáforos estaban en intermitente. Al ver a los ladrones, Fabio puso en marcha la cupé y salió tras ellos. De acuerdo a la reconstrucción realizada por la policía, los maleantes corrieron por Uriburu en dirección al este. A unos 50 metros de la esquina, uno de ellos tropezó y cayó al piso. El otro continuó. El carnicero volanteó y colocó el Megane como para cerrarle el paso al ladrón. Pero apenas puso los pies sobre el pavimento recibió un escopetazo en medio del estómago. Testigos que hablaron ayer con La Capital coincidieron en que Luna estaba dentro del auto cuando su papá recibió la perdigonada mortal.

De inmediato, el lugar se transformó en un pandemonio. Fabio, herido de gravedad, fue auxiliado por algunos vecinos que lo cargaron en un Rastrojero y lo llevaron a un sanatorio privado, donde llegó prácticamente sin vida. Gran cantidad de personas se agolparon en torno del Megane y del negocio, donde Mariela, sus familiares y amigos de la zona que conocían a Carlos entraron en shock. "Lo mataron a Carlitos", decía en medio de una crisis de llanto la hermana de Mariela a todo aquel conocido que se acercaba al negocio para preguntar qué había ocurrido.

A medida que los investigadores policiales comenzaban a trabajar en el lugar, la bronca de los vecinos aumentaba. "Fue el hijo de la diente de lata, sobrino de la Pelu", susurraba un hombre a la oreja de un pesquisa, que tomaba nota pacientemente. Otros lanzaban nombres, apellidos y apodos de supuestos delincuentes del barrio. "Allá lo tienen que ir a buscar", gritaba por su parte un familiar de la víctima, señalando la villa de Uriburu y Colón. El hombre, visiblemente desbordado por la situación, desafió a la policía: "¿Por qué no los van a buscar si saben dónde están? Son cagones".

A todo esto, Luna quedó al cuidado de una vecina que vive al lado de la carnicería. Vestida con un buzo azul y rojo, pantalón tipo jogging naranja y zapatitos rojos, la nena jugaba con otra criatura. La inconsciencia propia de la edad la mantenía al margen de todo el drama que se vivía en la calle.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Carlos Fabio siguió a los ladrones en su Renault Megane. Bajó para atrapar a uno y recibió un escopetazo en el estómago.

Notas Relacionadas
El hábito de colaborar no alcanzó


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados