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 domingo, 16 de abril de 2006  
Interna feroz
Informe: Central padece la violencia que desatan las barras

El conflicto que existe entre los barras de Central fue descripto días atrás por uno de los que integran la segunda línea de uno de los grupos en pugna: "Los Chaperos no tienen nada que ver, acá el problema es entre nosotros (Pillines y Guerreros). Y esto recién empieza". Toda una sentencia. Toda una definición.

"Pillín y Paquito se pelearon por dinero, pero alguien de arriba hizo bardo con chamuyo y mentiras para que esto pase", confió otro allegado a la cúpula, dejando en claro que hubo un interesado en dividir la barra brava por temor al poder que estaba adquiriendo uno de ellos.

El terreno de la popular fue sembrado por sospechas, y a partir de allí nadie fue confiable, al extremo que "los Guerreros creen que Paco está preso por culpa de los Pillines, y los Pillines creen que fueron los Guerreros los que hirieron al Pillo", relata otra fuente interna describiendo un conflicto entre dos sectores radicalizados.

En este contexto de violencia y donde "se rompieron todos los códigos", el origen del clima beligerante habría sido luego de la última transferencia de un jugador, tras lo cual uno de los líderes de la barra habría recibido una importante cifra en dólares (40 mil), hecho que según cuentan fue divulgado a propósito para generar la fractura con el otro jefe. Algo que finalmente se logró.

Posteriormente se produjo una sucesión de enfrentamientos que hizo notorio el quiebre entre dos sectores numerosos de la popu. Paquito Ferreyra es acusado de haber participado en una trifulca que arrojó un herido de arma blanca y es detenido, condición en la que aún continúa por antecedentes. Allegados a él aseguran que "le hicieron una camita"

El impúdico poder de los barrabravas queda en evidencia días más tarde, cuando en el partido con Argentinos ingresan como dueños del Gigante al sector de plateas para hostigar a los hinchas que cuestionaban a la comisión directiva.

Ante este escenario de impunidad y absolutismo que generaron los distintos hechos de violencia, como única respuesta aparecen los dichos del presidente de Central, Pablo Scarabino, quien no tuvo mejor idea que sentenciar que la puerta de la platea fue abierta para asistir a una mujer que se descompuso, y para ensayar una defensa de su servicio de seguridad privada informa que al ex policía Perreta se lo recomendó un conocido fiscal, comprometiendo así también al funcionario judicial.

Pero el momento más virulento de este conflicto entre barras se produjo con las heridas de balas que recibió Andrés Pillín Bracamonte, quien no es la primera vez que es baleado, y que después, a pesar de estar convaleciente, tuvo tiempo para ir a darle la bienvenida a Leonardo Astrada, imagen que fue difundida por Canal 5.

Desde allí, nombres como Ariel y Luciano comienzan a aparecer en el escenario de la violencia, incluso a uno de ellos lo señalan como interlocutor permanente entre la cárcel y un alto directivo. Ese mismo directivo, en persona, le pidió al fiscal José María Peña que intercediera para liberar a Paquito. ¿Por qué el fiscal no lo denunció? "No lo puedo demostrar. Es mi palabra, pero no tengo pruebas", repitió Peña esta semana en más de una oportunidad.

Este conflicto es incomensurable porque la barra adquirió mayor protagonismo en la vida institucional: uno de los sectores en discordia trabaja con un representante reclutando jugadores, expulsando de distintas formas al resto de empresarios futbolísticos de la ciudad deportiva, y al líder le prometieron ser dirigente en el futuro cercano.

Mientras esto sucede y existe coincidencia en que "ahora a estos muchachos va a ser difícil sacarlos del club", Scarabino, por Radio Dos, negó primero la existencia de la barra brava en Central, aunque a los pocos minutos admitió que había "pero poquito".

No obstante este presente de imprevisible proyección, los hinchas canallas no dejaron en ningún momento de acompañar al equipo, al punto que viajaron en importante cantidad al exterior y a Buenos Aires, así como los miles de centralistas resistieron estoicamente la copiosa lluvia que azotó la ciudad mientras jugaban Central y Atlético Nacional.

Con respecto al cambio que se produjo en la barrabrava, un ex colaborador del gobierno anterior sostuvo que "tan mal hizo las cosas esta comisión que en vez de mantener lo que estaba antes, es decir una única barra, bien controlada, que no hacía quilombo y que además defendía a los hinchas como ocurrió en Paraguay y en Brasil, no, le dio más poder, la hace participar en los negocios, la dividió, le incrementó las prebendas y encima le dieron cabida otra vez a los Chaperos. La hicieron completita", reseñó.

Una tarde en el predio de Palos Verdes, previo a una de las tantas prácticas a las que los máximos referentes de la barra canalla acudían juntos, al verlos ingresar un periodista radial reflexionó: "Ni me quiero imaginar lo que va a pasar el día que estos dos se peleen". El pronóstico no falló. Ese día llegó y a partir de allí Central se transformó en el Club de la pelea. Pero no es ficción. Es una triste realidad.
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