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 domingo, 16 de abril de 2006  
El plebiscito que no fue y el jacobinismo que espanta

Pablo Díaz De Brito / La Capital

La coalición de Romano Prodi se esperaba un triunfo amplio, casi plebiscitario, pero debió contentarse con una mayoría microscópica, el 0,6% del voto, lo que significa que formará un gobierno débil, sujeto a los ultimátum de sus socios menores. La razón de esta victoria mínima debe buscarse en el norte de Italia, que optó ampliamente por la coalición de Berlusconi. La gran pregunta es por qué la zona más rica, desarrollada e integrada a Europa de Italia no confió en la propuesta de Prodi y prefirió dar su voto al desgastado y corrupto primer ministro.

"La izquierda no se ha adecuado a la nueva sociedad nacida en estos años en el norte italiano, con el paso de la economía industrial a la economía del conocimiento. Las nuevas figuras sociales, los recursos humanos especializados y bien pagos son, como es obvio, menos sensibles a los temas tradicionales de la izquierda. Sobre todo si ésta se plantea como una clase política vinculada a los centros de poder romanos y al circuito de los medios", explica Ricardo Illy, un empresario de Trieste que en 2003 llevó a la centroizquierda a ganar la región de Friuli con el 64% de los votos.


Opositores virulentos
Ahora la centroderecha ganó allí con el 54%. Illy ve también entre los motivos del fracaso de Prodi en el norte a la fuerte presencia en su coalición de la izquierda radical. Este sector interno está formado por dos pequeños pero activos partidos comunistas y uno ecologista, opositores virulentos a la modernización, se trate de infraestructuras y transportes, de la urgente reforma previsional o de la disminución del déficit fiscal.

Además, falló el plebiscito contra Berlusconi en que la centroizquierda había transformado la elección. Desde que en 1994 Berlusconi entró en la arena política, la izquierda ha construido pacientemente la figura del "berlusconismo", una categoría socio-antropológica que sería sinónimo de degradación moral y social.

¿La aplicará ahora al 49% de los italianos y al 55% de los habitantes del norte del país? Para esta izquierda política-mediática, minoritaria pero sobrerrepresentada en la escena pública, se combate una cruzada contra la forma más extrema del capitalismo italiano, que habría infectado a buena parte de la sociedad. Detrás de esta lectura jacobina y maniquea subyace el secular complejo de superioridad moral de la izquierda -no sólo italiana- siempre dispuesta a promover autos de fe contra quienes no comparten su credo anticapitalista.

No puede evitarse la sospecha de que lo que no le perdonan a Berlusconi no es su grotesco personaje histriónico y su inocultable corrupción, sino el haber instalado la necesidad de una agenda liberal y pro mercado para recuperar a la hoy decadente economía italiana, maniatada por miles de regulaciones e intereses corporativos y debilitada por un gasto público fuera de control. Aunque él mismo, en 5 años de gobierno, haya incumplido todas y cada una de sus promesas liberalizadoras.
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