El "caimán"

Roma.- El premier italiano, Silvio Berlusconi, es ante todo coqueto. Tener una buena imagen es fundamental para este político siempre impecable, de poca estatura y gran carrera, que ha demostrado tener además sentido del humor. A "Il Cavaliere", su apodo más famoso, se añade desde hace poco "El caimán". En realidad, el mote procede de una película muy crítica con su gobierno, pero el premier lo ha hecho suyo. "Caballeros, yo soy el caimán, y los haré picadillo", declaró el 26 de marzo en alusión a sus adversarios.

El dirigente, de 69 años, es un hombre acostumbrado al poder que no cede las riendas con facilidad y que se ha embarcado en una campaña virulenta durante la cual incluso ha perdido su eterna sonrisa e insultado a sus contrincantes. Han sido blanco de sus críticas los jueces que lo acusaron de corrupción y los periodistas que se atrevieron a interrogarlo acerca del conflicto de intereses entre su papel como dueño de amplios sectores de los medios y jefe de gobierno. Pero la constante en su discurso es la "amenaza roja", hasta el punto de que muchos creen que su ingreso en política se debió al temor de perder su imperio mediático si la izquierda ganaba.

También en esta ocasión abordó el tema, y en el congreso partidario en Nápoles afirmó que los comunistas chinos usaban a los niños como abono, en directo ataque contra el Partido Comunista, uno de los apoyos de su adversario Romano Prodi.

Para un extranjero, este discurso puede sonar anacrónico, pero en Italia, un país muy conservador que simultáneamente tuvo durante casi 50 años el Partido Comunista más grande de Europa occidental, muchos tienen aún una aversión profunda por quienes muestren cualquier indicio de afinidad marxista.

Hijo de un bancario, Berlusconi comenzó a ganarse la vida durante sus estudios de Derecho como cantante a bordo de cruceros. Como empresario de la construcción y de los medios acumuló una fortuna de más de 12.000 millones de euros, que lo convirtió en el hombre más rico de Italia.