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 domingo, 02 de abril de 2006  
El fujimorismo cambia de cara, pero no de apellido

Gonzalo Ruiz Tovar

Lima.- "Keiko está muy gorda y el pueblo tiene hambre", era uno de los cánticos que entonaban los universitarios peruanos en 2000, en las marchas que ayudaron a la caída del gobierno de 10 años del presidente Alberto Fujimori. La hija mayor del presidente se convertía así en objeto de ataques de quienes rechazaban un gobierno en el que campearon la corrupción y el autoritarismo. Los manifestantes reprochaban, entre otras cosas, la buena vida que llevaban en el exterior los consentidos de Fujimori, presuntamente gracias a fondos públicos.

Pero pasaron cinco años y medio y Keiko está ahí, con su sonrisa permanente y enfundada en su camiseta naranja, convertida en una de las grandes revelaciones del actual proceso electoral. Ya no hay dudas de que será elegida parlamentaria y sólo habrá que esperar al 9 de abril para oficializar en las urnas lo que es un hecho.

Con el ex mandatario detenido en Chile a la espera de la extradición y con bases ingratas buscando otros mantos protectores, en especial el de Ollanta Humala, el fujimorismo parecía casi agonizante. Su candidata presidencial, la congresista Martha Chávez, sin carisma por definición, era sólo la gastada locomotora que conducía al sector a una derrota humillante.

"En cambio, la juvenil y sonriente Keiko da la impresión de exudar legitimidad fujimorista. Frente al estilo duro de Chávez, la hija permite practicar la nostalgia sin atenuantes. Y resulta una buena candidata por derecho propio", señala el analista Mirko Lauer.

Keiko, a sus 30 años, convertida en administradora y casada con un estadounidense, siempre sonríe, incluso cuando ataca a sus rivales. Su discurso está lleno de lugares comunes y se basa casi exclusivamente en la defensa de su padre. Pero es carismática, tiene dominio escénico y lleva un apellido que entusiasma a muchos.

En la apariencia dulce de la hija de Fujimori es difícil reconocer a la líder de una agrupación de ideas duras, con poco apego a los modales democráticos y cuestionada probidad moral, que además se basa en el culto a un líder preso. Por ello, como cabeza de lista al Congreso por Lima, pudo empezar la recuperación de las maltrechas huestes naranjas (el color que las identifica).

"Diversas voces se preocupan por el alto porcentaje de intención de votos que recoge Ollanta Humala. Muy pocos se alteran, mientras tanto, de que los aspirantes fujimoristas al Parlamento hayan obtenido más del 12% en las encuestas", advirtió el analista Santiago Pedraglio en una columna titulada "Un caballo de Troya de color naranja".

Según la firma Apoyo, de mantenerse la actual tendencia la Alianza por el Futuro (AF) podría tener siete de los 120 congresistas, seis de ellos entre los 35 que les corresponden a Lima. Un caudal que visto aisladamente parece poco, pero que marca una recuperación importante de última hora. Pedraglio no descarta que al final la cifra de parlamentarios fujimoristas se acerque a 15.

Un crecimiento directamente atribuible a Keiko. Ya va en 16% la porción de votantes que dice que apoyará a AF en Lima por el Congreso y, de éstos, un 88% le dará a ella su voto preferencial. De hecho, considerada individualmente, se perfila como la candidata con más sufragios en Lima, con holgura.
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