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 domingo, 02 de abril de 2006  
Una tumba que se convirtió en atracción turística
Unas 20 mil personas visitan por día las grutas vaticanas, donde hasta hace un año apenas iban unas 200

"Por favor, avancen rápido", gritan los vigilantes e intentan conducir por el estrecho pasillo a una multitud que parece interminable. Una visita a la tumba del Papa Juan Pablo II un año después de su muerte, ocurrida el 2 de abril de 2005, no supone en sí un acto de recogimiento y silencio. Es más bien una procesión de masas por las grutas vaticanas.

El lugar en el que reposan los restos del popular líder católico se ha convertido en toda una atracción turística, como el Foro Romano, el castillo de Santangelo o la plaza de España. "Afluencia récord como en el Coliseo", tituló recientemente el diario romano Il Messaggero.

"Los fines de semana viene tanta gente, que uno apenas se puede dar vuelta", dice Antonino, del servicio de seguridad. Según el italiano, los visitantes vienen de todos los países, pero muchos no saben que aquí, debajo de la basílica de San Pedro, se encuentra la tumba del apóstol, según la tradición eclesiástica.

"La superestrella aquí debajo es Juan Pablo", afirma el hombre de algo más de 50 años.


Haciendo cola
Hasta la muerte del pontífice polaco en abril de 2005 visitaban la cripta como máximo un par de cientos de personas por día. Sin embargo, ahora son unas 20 mil, según estimó recientemente el vicario general del Vaticano, Angelo Comastri.

La mayoría hace rápidamente una foto y sigue su camino. Sólo unos pocos permanecen un par de minutos ante la lápida para rezar. A través de altavoces se recuerda a los visitantes en varios idiomas que se encuentran en un lugar sagrado y que por ello deben mantener el silencio.

En verano (boreal), el Vaticano instaló incluso ventiladores para introducir algo de aire en la cripta repleta de visitantes.

Kylie Crowley, una católica de 31 años de Nueva Zelanda, se había imaginado de manera diferente una visita a la tumba del Papa. "Hay demasiada gente. Una experiencia así no se puede vivir correctamente", explica decepcionada.

Juan Pablo II fue sepultado en las grutas vaticanas el 8 de abril del año pasado, seis días después de su muerte. Siguiendo sus propios deseos, sus restos no reposan en un sarcófago de mármol, sino que están enterrados en un ataúd.

En el mismo lugar se conservaban los restos de Juan XXIII, quien en 2001 fue colocado en una urna de cristal en la basílica de San Pedro.

Unos carteles con la inscripción "Tomba di Giovanni Paolo II" conducen a los visitantes hasta el lugar. La marcha por la cripta conduce frente a las tumbas de Juan Pablo I y Julio III, hasta que la cola se vuelve más densa al aproximarse a una pequeña habitación a la derecha, bajo las bóvedas pintadas de blanco.

En ella está la lápida de mármol con la inscripción dorada "Ioannes Pavlvs PP. II - 16 X 1978 - 2 IV 2005". Las fechas se corresponden con el comienzo y el final del pontificado.

Detrás hay un jarrón con flores blancas, delante una vela de difuntos. "Es difícil imaginar lo que puede ocurrir aquí el día de la beatificación de Juan Pablo: aquí no caben más personas de las que vienen ya", afirma Antonino. (DPA)
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