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 domingo, 26 de marzo de 2006  
Desde el anden
Seis líneas de ferrocarriles recuperaron locomotoras y vagones históricos para hacer recorridos turísticos

Paola Irurtia / La Capital

Los viejos rieles del ferrocarril que sustentaron el crecimiento del comercio, el nacimiento de poblaciones completas y la posibilidad de miles de personas de hacer viajes largos a un costo más accesible encontraron una posibilidad de mostrar la historia de sus tecnologías, su variedad y pintoresquismo readaptados como producto turístico. Así, más allá de las líneas que aún perduran en un servicio ordinario, algunos de los tramos fueron reacondicionados para hacer paseos.

En el país son una media docena de líneas las que ofrecen esa posibilidad. Son el Tren de la Costa, en la provincia de Buenos Aires; el de la Selva, que recorre el área de las Cataratas del Iguazú, en Misiones; el Expreso Patagónico, más conocido como La Trochita, en Esquel y el Tren del Fin del Mundo, en Ushuaia. Muchos de ellos recorren áreas protegidas, reservas naturales o se encuentran cerca de los sitios designados como Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco.

Los trenes turísticos "tienen su propio encanto y permiten acceder a lugares inaccesibles por otro medio", dicen desde la Secretaría de Turismo de la Nación. Cada servicio fue rebautizado con un nombre que lo ubica en la región y el aspecto más cautivante de su propuesta.

Más allá de los servicios que se presentan como producto histórico o atracción turística, otros de trenes que sobrevivieron al desmantelamiento ferroviario permiten hacer un viaje como los de antes, a través de paisajes desérticos, como el Patagónico; cruzando la llanura hacia la selva misionera como el Gran Capitán, o hacia el noroeste, como el tren a Tucumán que pasa por Rosario.


A todo vapor
El Tren Ecológico de la Selva recorre el Parque Nacional Iguazú, en el área de las Cataratas, atraviesa la selva y acompaña al río Iguazú hasta llegar a los saltos. Sus estaciones se encuentran en las zonas más impactantes del área: la Garganta del Diablo y los saltos.

Su paso casi acompaña el ritmo de los caminantes. Tiene una velocidad de unos 20 kilómetros por hora, un compás que marcan tres vagones que suman un máximo de 150 pasajeros. Desde su salida en la Estación Central, el viaje hasta las Cataratas dura 8 minutos, y el recorrido hasta la Garganta del Diablo, a unos 7 kilómetros, casi media hora.

La máquina utiliza el gas como combustible, lo que provoca un mínimo impacto ecológico en la región, tan sensible por la variedad y riqueza de su fauna y flora. Su locomotora fue fabricada en Inglaterra y el servicio, inaugurado en 1907.

El Tren de la Costa une la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con el Tigre a través a barrios residenciales y sobre la costa del río y su Delta. Es el más moderno del país, aunque a su paso las estaciones guardan el estilo inglés de las líneas adquiridas a Gran Bretaña a principios del siglo XX.

Los pasajeros del Tren de la Costa pueden subir y bajar para armar su propio tiempo de paseo. En los alrededores de las estaciones se ubican cafés, espacios gastronómicos y centros de compra.

El último punto del recorrido es la estación Delta, a metros del Mercado de Frutos, los embarcaderos, los clubes y el Parque de la Costa, un complejo con juegos que suma un espacio de diversión a costa de interferir con su ritmo y colores el paisaje costero.

Aunque es uno de los trenes turísticos, el tren cubre un recorrido diario con una frecuencia de 20 minutos. Sale todos los días de 7 a 23.

El tren Histórico a Vapor es considerado una reliquia. Fue construido en Escocia, en 1912. La locomotora esgrime su marca, North Britgie, Nº121, y tira una veintena de vagones, uno de ellos de categoría presidencial. El tren recorre 38 kilómetros desde Bariloche a la Laguna los Juncos, en Perito Moreno, y funciona desde 2001.

Tiene vagones especiales, otros de clase turista y coches restaurante. Pero el que más se destaca es el vagón presidencial, que tiene tres dormitorios, una sala de estar calefaccionada con estufa a leña y baño con bañera. Los otros, aunque menos equipados, conservan su encanto. La clase turista conserva los asientos de madera con tapizado de pana, la grifería de bronce en el baño, tulipas de la época y herrajes en las ventanillas.

El trencito sale de Bariloche, recorre el río Ñirihuau, donde arriba a la primera estación y llega la laguna Los Juncos, en el corazón de la meseta rionegrina. El recorrido dura ocho horas, en la que los guías acompañan el paseo con relatos y ofrece espectáculos. Sale los lunes, miércoles, viernes y sábados después del almuerzo y llega a destino a tiempo para hacer un paseo y ver la caída del sol al pie del Cerro Elefante.


La Trochita
Su angostura, determinada por el ancho de las vías, le legó el nombre de "Trochita", que se impuso sobre el de Expreso Patagónico. Además de su pintoresca locomotora impulsada a vapor, una de las imágenes más difundidas es el interior de los vagones, calefaccionado con estufas a leña por los propios pasajeros.

Fue construido en 1922, con locomotoras Mikado, construidas en Estados Unidos y Alemania, y vagones de madera hechos por la fábrica belga Famillereux.

Este pintoresco convoy sigue el sinuoso recorrido de las montañas entre Esquel y Nahuel Pan. El recorrido extendido llegaba a El Maitén, aunque no está habilitado. Su traza seguía 626 curvas, con trepadas de hasta 15º, y a alturas entre 600 y 1200 metros sobre el nivel del mar.

El Trochita parte de Esquel, en Chubut, sobre el límite del Parque Nacional Los Alerces. Sale del valle y se interna en la despojada meseta. Manadas de guanacos y ñandúes suelen verse entre Leleque y Nahuel Pan.

En su origen, el tren, llamado así por su trocha de 75 centímetros, fue instalado para transportar lana y ganado en pie a través de la Patagonia. El servicio actual tiene coches de primera clase y vagones comedor que disfrutan un máximo de 50 pasajeros.


En el Fin del Mundo
Su nombre es Tren Austral Fueguino, pero fue conocido como el "tren del presidio", porque lo utilizaban los internos de la cárcel de Ushuaia para internarse en el bosque donde cumplían trabajos forzados entre 1896 y 1947. En su devenir como atractivo turístico adoptó el nombre de Tren del Fin del Mundo.

El tren parte de la Estación del Fin del Mundo, ubicada a 8 kilómetros de Ushuaia y se interna en el Parque Nacional Tierra del Fuego en un paseo de casi dos horas de duración. Atraviesa el Cañadón del Toro, el río Pipo y la Cascada de la Macarena, e ingresa a uno de los pocos bosques subantárticos que existen en el mundo.

Cada estación del año enmarca el paseo en un paisaje diferente, con colores verdes durante el verano; amarillos, ocres y rojos de lengas y ñires en el otoño y cubiertos de nieve en el invierno.

Los siete kilómetros de recorridos muestran bosques, ríos, valles y montañas. En una pequeña caminata, al final del recorrido, se puede ver la Cascada de la Macarena, y réplicas de asentamientos de los selkman, los indígenas originarios.

Los guías de la excursión cuentan la historia del tren, que puede ampliarse más en el museo creado en la que fue la cárcel de Ushuaia.

El tren tiene una trocha de 50 centímetros, aún más estrecha que el del Expreso Patagónico. Los vagones más equipados tienen mesas individuales para los viajeros, y la posibilidad de hacer el paseo saboreando bebidas calientes y tortas.


El Litoral
Un pintoresco tren atraviesa los llanos y cuchillas entrerrianas desde Villa Elisa hasta el Palacio San José, la residencia donde vivió y murió Justo J. Urquiza. La línea se comenzó a construir en diciembre de 1905, pero el ramal fue abandonado en 1980. El Ferroclub Central Entrerriano asumió la remodelación, reconstruyó los vagones de acuerdo a su origen y volvió a hacerlo andar sobre los rieles de la provincia mesopotámica.

En la estación Elisa, de donde parte, se puede ver el tanque de agua, llamado hidrante, que servía para alimentar las gargantas de las máquinas a vapor. Los galponcitos son lo que ha quedado de la cuadrilla de Villa Elisa, la que con una dotación de 10 hombres tenía a cargo el mantenimiento de la vía desde 1º de Mayo hasta La Clarita. La casa de chapa era la que usaba el capataz.

En la Estación 1º de Mayo se pueden apreciar "los bretes", que en otros tiempos sirvieron para cargar la hacienda que se transportaba con destino a Buenos Aires. En su época de esplendor la estación contaba con un jefe de estación, un auxiliar y un cambista. En 1977, como las demás estaciones, fue clausurada.

En la estación Pronunciamiento se encuentran las ruinas de lo que fue la cuadrilla Nº 71 que con una dotación de 10 hombres se encargaba del mantenimiento y limpieza del ramal desde Caseros hasta 1º de Mayo. En la estación Caseros el tren se detiene para los pasajeros que quieren visitar el Palacio San José.

Entre estas dos últimas localidades se encuentra un paso construido en 1905 sobre el arroyo Santa María. Fue realizado por ciudadanos polacos y yugoslavos en hierro y remaches en caliente, una técnica muy usada en la época, y efectiva, ya que con el paso de los años y a pesar del abandono se mantuvo intacto. El recorrido es de 70 kilómetros en total, un paseo de seis horas que pasa por las estaciones 1º de Mayo, Pronunciamiento, Caseros, Paso de Piedra y, camino a Arroyo Barú, La Carmencita y Huerto- La Clarita.

Fuera de temporada el servicio sale los sábados a las 13 y regresa a las 18.30, con un costo general de 25 pesos, que se reduce a 20 para los jubilados y 12 para los menores de 12 años. Los menores de 2, gratis. La tarifa incluye la entrada al Palacio San José, y una guía tanto en el tren como en la que fue casa de Urquiza.


Los que esperan
Otros dos trenes turísticos se encuentran suspendidos. Uno de ellos es el de las Sierras, y el otro es quizá el más demandado por viajeros del país y del mundo: el Tren de las Nubes.

El Tren de las Nubes es uno de los tres ferrocarriles más altos del mundo, que en su recorrido atraviesa la Cordillera de los Andes. Parte de la ciudad de Salta, pasa por el valle de Lerma, se introduce en la Quebrada del Toro y llega hasta la Puna. El punto final del recorrido es el kilómetro 1350 donde se encuentra el viaducto La Polvorilla, de 224 metros de largo y 63 de altura. Es el más elevado de toda la línea del convoy, a 4200 metros sobre el nivel del mar, y uno de los más importantes del mundo por sus características.

El viaje cruza 29 puentes, 21 túneles, 13 viaductos, 2 "rulos" y 2 zig-zags. Por su gran altura, muchas veces las nubes se encuentran debajo de los puentes o en las laderas, de ahí su nombre. El servicio del Tren de las Nubes fue suspendido el año pasado y la provincia anunció que volverá a funcionar durante este año.

Otro paseo suspendido es el del Tren Histórico, cuya trama recorre la llanura bonaerense. Este tren, cuya historia se remonta al año 1887, recorría varios kilómetros desde el barrio de Chacarita, en la ciudad de Buenos Aires. En sus orígenes, era tirado por caballos. La locomotora posterior fue una antigua Baldwin a vapor, de 1908, lo que volvió a la máquina Patrimonio Histórico Ferroviario Nacional.

El tren fue utilizado en la filmación de las películas "Evita", protagonizada por Madonna, y "7 años en el Tíbet", con Brad Pitt.

El tren de las Sierras, partía del barrio Alto Verde, en Córdoba, y atravesaba el Valle de Punilla. Entre curvas, túneles y puentes inmersos en las sierras, atravesaba pintorescas villas, el embalse San Roque y el arroyo Cosquín, con un puente que ofrecía una vista panorámica. El recorrido atravesaba La Cumbre, Cruz Grande, Los Cocos y terminaba en Capilla del Monte. Su servicio quedó suspendido por la falta de mantenimiento.


Los de antes
Con menos estridencias que los trenes turísticos, algunos de los viejos vagones resistieron la refuncionalización y el desmantelamiento y siguen atravesando el país con su servicio común de pasajeros. La mayoría parte o arriba a Buenos Aires, siguiendo la mayoría de la trama de origen radial que se desarrolló en el país hacia el puerto.

Dos de esos trenes pasan por Rosario: el que va desde la estación porteña de Retiro a Tucumán y el que llega hasta Santa Fe, también desde Buenos Aires. El "Tucumano" va hacia el norte los lunes y regresa a Capital los miércoles. El tren a Santa Fe sale los viernes desde Buenos Aires y vuelve el domingo.

El Gran Capitán es el nombre del tren que va a Posadas, Misiones, con dos frecuencias semanales. El recorrido atraviesa el territorio entrerriano.

El Patagónico es el único que no tiene a Buenos Aires en su trayecto, y cruza el país de este a oeste. Sale de Bariloche a Carmen de Patagones los viernes y domingos y es el único que puede cargar autos en sus vagones. Uno de sus eslóganes es que si fue a Bariloche en auto, puede volver en tren. Y, de hecho, la opción es escogida por algunos automovilistas a pesar del tiempo que dura la travesía: 17 horas para un trayecto de 800 kilómetros.

Un viaje corto se puede hacer en Chaco, desde Los Amores hasta Roque Sáenz Peña; y en entre Ríos, de Basavilbaso a Villaguay.

La mayoría de las frecuencias ordinarias, sin embargo, se encuentran dentro de la provincia de Buenos Aires y más numerosas aún son las que unen el Gran Buenos Aires con la ciudad autónoma.


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La Trochita, protagonista mítica de un paseo por la Patagonia.

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