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domingo,
26 de
marzo de
2006 |
En foco
Ahora Fukuyama deja el barco
En su nuevo libro dice que la guerra de Irak aumentó el descrédito de EEUU
Lazlo Trankovitz
Intelectual tenía que ser, debe de estar pensando con envidia el presidente George W. Bush. Porque mientras él y la superpotencia Estados Unidos están atrapados en el violento conflicto de Irak, uno de los defensores del pensamiento neoconservador -y precursor de la doctrina Bush a la hora de iniciar la guerra- ha decidido abandonar elegantemente el barco.
El historiador Francis Fukuyama, que en 1992 patentó aquello del "fin de la historia" de forma arriesgada y espectacular tras la caída de la Unión Soviética, y que profetizó el triunfo de los valores liberales y de las sociedades democráticas, anuncia ahora lisa y llanamente que ya no es neoconservador.
El nuevo libro de Fukuyama, "America At The Crossroads: Democracy, Power, and the Neoconservative Legacy" (Estados Unidos en la encrucijada: Democracia, poder y el legado neoconservador), que salió a la venta esta semana en Estados Unidos, es un amargo ajuste de cuentas con la política de Bush.
El autor de origen japonés responsabiliza a la guerra de Irak de la pérdida de credibilidad y autoridad moral de Estados Unidos, así como del "antiamericanismo" imperante en el mundo, aunque reconoce que el apasionado rechazo a su país existe desde hace décadas en los países árabes.
Sin embargo, fue el gobierno de Bush el que dio verdadera forma al odio hacia Estados Unidos. "La retórica de la Cuarta Guerra Mundial y la guerra global contra el terrorismo", así como "la visión apocalíptica de la amenaza del mundo islámico" fueron exageradas sin medida y se inflaron los peligros, afirma.
Antes de la guerra de Irak, había sólo "un conflicto contra un par de miles de personas en todo el mundo. Ahora el tamaño del problema ha aumentado, porque nos hemos metido en el avispero" y Washington no tiene ningún plan racional de estabilización para el país árabe, añade.
Con su proceder unilateral y su doctrina del ataque preventivo, Bush desacreditó "uno de los más importantes pilares de la política exterior estadounidense", el del cambio de régimen, según Fukuyama.
El autor cree que ha quedado desacreditada también "la agenda neoconservadora". Por eso, propone regresar al "núcleo idealista" del pensamiento neoconservador. Fukuyama modifica la idea del "excepcionalismo" norteamericano en base al papel extraordinario y moralmente positivo que cree ha jugado en la historia, y critica que los éxitos en la lucha contra el fascismo y el comunismo en el siglo XX hayan llevado a Estados Unidos, con Bush y la influencia de los "neocons", a una política ofensiva que subestimó la resistencia mundial a las aspiraciones de liderazgo de Washington y la democratización impuesta desde afuera.
En su opinión, también en el futuro EEUU tendrá que echar mano en su política exterior a los ataques preventivos y los cambios de régimen provocados por intervenciones militares. Pero hace falta un nuevo y cauteloso proceder que reduzca los temores a la superpotencia: sobre todo, una nueva estrategia en la política de ayuda al desarrollo norteamericana.
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