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 domingo, 26 de marzo de 2006  
Argentino quiso y supo cómo ganarlo
El salaíto le ganó 4 a 3 a Cañuelas

Javier Parenti / Ovación

¡Qué triunfo salaíto! De esos que invitan a soñar, por la decisión en equipo para alcanzarlo, por la convicción de que no podía escaparse, por juego y hasta por suerte. Un 4 a 3 extraño. Sin dudas merecido. Festejado con ganas. Contenido por cuestiones de fechas. Es que Argentino es más líder que nunca de la zona Par, pero aún debe esperar (ver La definición).

Los números mandan y Argentino los tiene a favor, no por obra de la casualidad sino por su intención de juego. Esa que mostró desde el primer minuto con la pelota en su poder y con el arco rival como premisa. El gol debía caer. Rondaba el arco de Cañuelas. Pero como en fútbol lo imposible no cuenta, en un cerrar de ojos se levantó tormenta.

Dos rayos amenazaron con que el cielo se podía caer en el Olaeta. Pero enseguida salió el sol para Argentino. Un clima cambiante en tan sólo seis minutos de juego. Los que pasaron desde la apertura de Cañuelas hasta el algo más lógico 2-2 parcial.

Si fue increíble que la visita se pusiera en ventaja con un cabezazo de Casa a los 18', mucho más el 0-2 de un minuto después, en un regalito de Inza a Toledo en la puerta del área chica.

Ilógico, pero real. No decisivo. Argentino no se derrumbó, mantuvo su postura futbolística de jugar con la pelota y atacar con la misma determinación. Eso sí, con mayor puntería.

La que tuvo al toque, a los 21', con Balmaceda cabeceando en el palo derecho una pelota que peinó Sachetto. Con la clase de Hugo Ibáñez para culminar en gol una gran habilitación de Castillón y así dejar el resultado en orden a los 24', con todo el partido por delante para ganarlo.

Es que no cabía otro resultado. El equipo quería más y podía. No había dudas, se notaba la intención. El desequilibrio aparecería en cualquier jugada y aunque hubo que esperar hasta el segundo acto, llegó. Cómo no iba a suceder. Esta vez de tiro libre, con la zurda de Manzi. No al ángulo sino a media altura, entre todos, sin que la tocara nadie. Iban 11' y el 3-2 estaba bien.

Sin embargo, cayó otro chaparrón. Una pelota parada similar a la anterior, sólo que Prado alcanzó a desviar el envío de Fontealba para igualar en tres.

Quedaban más de quince minutos. Había que buscar más. Argentino todavía tenía las cartas del triunfo en la manga y a los 33' las jugó. Castillón seguía endiablado con sus piques y gambetas, con sus ganas, y le dio valor a una pelota difícil en la puerta del área. Le pegó, vio como chocaba en la pierna del arquero y la siguió empujando con la mirada para hacerla bajar en el ángulo derecho hasta poder gritar su gol, el de la victoria.

Esa victoria que en números parece apretada, pero que bien pudo ser holgada si un tiro libre de Manzi no daba en el travesaño y si Ibáñez no desviaba un cabezazo que debió ser gol. Fue la muestra de que Argentino quería quedarse con todo, como lo hizo, para esperar resultados por radio y salir a festejar. Esta cerca, muy cerquita.
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