|
domingo,
26 de
marzo de
2006 |
Es un emprendimiento de la Cámara de Mujeres Pyme premiado por la Nación
Son pibas, aprenden
costura y ya sueñan
con sus propias pymes
El proyecto, que apunta a la "promoción integral
de la persona", lleva convocadas a 60 chicas
María Fernanda García tiene 18 años y estudia en una Eempa a la noche. Vive con la mamá y el hermano. Perdió al papá hace poco y necesita ayudar a su madre, que cose "para afuera". Pero ella quiere ir más allá: estudió dibujo, le gusta la confección de indumentaria y sueña con hacer sus propias prendas. "Diseños locos, no lo común que se ve en la calle", dice. María Fernanda es una de las tantas chicas que trata de abrirse paso en el mercado laboral de la indumentaria y que para eso echó mano a los cursos de costurera industrial que la Cámara de Mujeres Pyme implementa desde hace dos años en el marco del programa nacional Manos a la Obra. Un proyecto que ya lleva convocadas a 60 chicas de entre 18 y 25 años, y que resultó premiado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
La casa de Jujuy 1527 tiene una habitación llena de máquinas de coser. Allí, cuatro días por semana, un grupo de mujeres pasa cuatro horas diarias aprendiendo el oficio. "En 2004 recibimos el primer subsidio de la Dirección Nacional de la Juventud (Dinaju), que nos dio todo para comprar las máquinas y contratar a los profesores", recuerdan hoy María Cristina Pontillo y Mabel Angeletti, presidenta y directiva de la cámara, respectivamente.
Es que el proyecto fue uno de los 300 premiados entre 3 mil que se presentaron en todo el país ("el único reconocido en Rosario", subrayan con orgullo), lo que les permitió armar el taller para los cursos que, aclaran sus organizadoras, van más allá del oficio y "apuntan a la promoción integral de la persona". Por eso, dicen, se trabaja desde antes en en el desarrollo de características emprendedoras personales, con un convenio de participación. Después viene el aprendizaje del oficio propiamente dicho y por último reciben capacitación en negocios y costos.
La idea es que después puedan ingresar en una empresa, trabajar en forma independiente o, por qué no, generar sus propias pymes. Y ellas también tienen ese sueño. Como Analía Vargas, de 20 años, que terminó el secundario, tomó un curso de diseño, hizo moldería pero le faltaba hacerse ducha con la máquina. Analía previó todo. Dice que "de acá a cinco años" va a tener montado su propio emprendimiento. Diseña y hasta tiene un álbum de fotos con sus creaciones armado por una fotógrafa amiga que "se copó" con sus trabajos. Es que, al igual que los de María Fernanda, ella asegura que sus diseños son "alternativos, originales, ropa que no usa mucha gente". No deja puntada sin hilo y quiere conocer todo el proceso de la creación, desde el dibujo hasta la costura. Y más, su idea es producir y "salir a vender".
Analía está convencida de que tiene que abrirse paso sola porque "hoy las empresas no te dan oportunidad si no tenés experiencia". Y parece bastante razonable. Sin embargo, Pontillo y Angeletti aseguran que la mayoría de las chicas que pasaron por el curso consiguieron trabajo. Es lo que espera María Laura Ferrari, de 22 años, que vive con su novio y espera su bebé con una panza de seis meses. Su embarazo la obligó a dejar tanto su trabajo como su carrera de comercio exterior. Pero no se achica. Su expectativa ahora es terminar el curso para trabajar en un taller donde, dice, tiene algún contacto.
Mientras tanto, la mayoría trabaja para sus propias familias. Rebeca Méndez, de 20 años, tiene seis hermanos, así que no le faltan conejillos de indias para practicar. "También les coso a mis sobrinos", abunda. Como Analía, Rebeca quiere armar su propio emprendimiento.
Tienen entre 18 y 25 años. Terminaron la escuela o la están cursando, pero de algo están seguras: quieren trabajar, abrirse paso, progresar. Y encuentran en estos cursos una herramienta que se los hace posible.
enviar nota por e-mail
|
|
Fotos
|
|
Las chicas tienen entre 18 y 25 años y toman un curso de 16 horas semanales.
|
|
|