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 domingo, 26 de marzo de 2006  
Un librero rosarino que junta y esparce rarezas por el mundo
Armando Vites atesora ejemplares agotados, primeras ediciones reducidas y manuscritos de próceres

Isolda Baraldi / La Capital

Su primer cliente fue la biblioteca de Harvard, cuyos directivos respondieron al catálogo enviado para ver si aún tenía una edición especial de "Fulgor y muerte de Joaquín Murieta", de Pablo Neruda, entre otros títulos. "Todavía no había vendido nada, así que rápidamente respondí que sí", relata divertido Armando Vites, de profesión librero. En su casa de Pichincha tiene el negocio con miles de ejemplares antiguos especializado en literatura latinoamericana, la Guerra Civil Española y la historia de Sudamérica. Y es, además, el único miembro del interior del país de la Asociación de Libreros Antiguos de Argentina (Alada).

En el gremio los califican de libreros anticuarios, pero Vites aclara que los verdaderos anticuarios están en su mayoría en Europa. "En Alemania, Italia o Inglaterra te topás con libros de los siglos XVI o XVII, pero nuestro destino es Sudamérica; entonces, mi especialidad es esta, me parece que para nosotros esta es una definición pretenciosa", aclara.

Lo cierto es que la actividad es absolutamente internacional y Vites advierte que el negocio está basado casi exclusivamente en la rareza, es decir, en aquellos ejemplares agotados, primeras ediciones reducidas de grandes autores, manuscritos de políticos o revistas especializadas.

"No es tanto el valor por la antigüedad de los libros. Por ejemplo, es probable que se pueda ver uno del siglo XVII, pero es muy improbable que alguien acceda a la primera edición del «Ulises», de James Joyce, que tuvo mil ejemplares y se adquirieron por suscripción. Y estamos hablando del siglo XX", explica.

Los libreros, en general, llevan una marca: la pasión por los libros, por el intrincado y vasto mundo de la escritura. A fines de los 80, Vites se conectó con Irene Katalenic, una especialista en organizar librerías. A partir de allí se asociaron y comenzaron con el negocio.

"En esa época ni siquiera había fax", recuerda. Comenzaron a armar catálogos, atractivos y con buenos papeles, diseños e impresiones para enviarlos tanto a reparticiones públicas internacionales como a particulares, escuelas, universidades y coleccionistas. Y fue entonces que Harvard, con su biblioteca de más de un millón de ejemplares, respondió a la oferta.

A fines de 2005 se hizo una feria nacional en el Palais de Glace, y el fue único expositor rosarino. En ese momento presentó entre otras cosas manuscritos de Juan Manuel de Rosas, Bernardino Rivadavia y Domingo Sarmiento, y ediciones del siglo XIX de historia argentina.

Pero más allá de la pasión por los libros, hay que tener conocimientos específicos del negocio, como restauración y reconocimiento de las obras, es decir, saber qué tipo de papel se usaba en distintas épocas o situaciones y despejar las ediciones piratas de las legales.

En ese aspecto, Vites destaca la actividad de Alada, que nuclea a estos comerciantes. "No es una entidad burocrática, por el contrario, para ingresar hay que hacer una petición donde se expone tu trayectoria, que se da a conocer. Si alguna vez hubo una denuncia contra vos o tuviste algún problema, Alada defiende al cliente siempre", subraya.

Pero hay más. Cuando se tiene una biblioteca de las dimensiones de la que atesora Vites, también hay que tener tiempo para custodiar los ejemplares y protegerlos. Y uno de los enemigos principales es la polilla. "Es un bicho que trabaja en lugares cerrados y sin oxígeno, es por eso que hay que tener los libros en actividad", explica. La actividad es abrirlos, ojearlos, acomodarlos.

Con el librero de Pichincha trabajan tres personas en la restauración y puesta en valor de cada pieza si es necesario. "De aquí no sale nada que esté en mal estado, si parte de la cubierta falta se vuelve a hacer, es todo un trabajo del tratamiento del papel y de los cartones que es un oficio muy especializado", asevera.

Así, en el corazón rosarino y a precios que van desde los 30 a 3.000 pesos se pueden encontrar ejemplares raros de la literatura latinoamericana, ediciones históricas del siglo XIX, toda una colección sobre la Guerra Civil Española, de todo para entendidos y estudiosos de estos temas.
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Vites pasa buena parte de su tiempo custodiando y protegiendo sus ejemplares.

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