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sábado,
01 de
octubre de
2005 |
Editorial
Una reserva natural amenazada
La venta de la reserva natural Pizarro, en Salta, para desmontarla y cultivar soja desató una fuerte reacción de pobladores y organizaciones ecologistas. La medida, dispuesta por el gobernador Juan Carlos Romero, es insólita en un país que tiene como política ambiental conservar sus bosques nativos. Kirchner prometió intervenir para frenar este desatino. Habrá que esperar para ver el fin de la historia.
Hay hechos que en cualquier país normal escandalizarían pero que acá en la Argentina pasan sin llamar la atención. Es que, como reza el dicho, "estamos curados de espanto". Pero así y todo hay situaciones que sorprenden por lo grotescas. Es lo que está sucediendo en Salta con la reserva natural Pizarro y la intención del mandatario de esa provincia, Juan Carlos Romero (que integró la fórmula presidencial junto a Carlos Menem en las últimas elecciones), de destruirla. Este es una hecho sin precedentes en el país, ya que si se concreta será la primera vez que un gobernante decide quitarle la categoría de "área protegida" a una reserva natural para permitir que se realicen cultivos en ella.
La Reserva Natural Pizarro está ubicada en el departamento de Anta (Salta). Las 25.000 hectáreas originales del área conservan sectores de transición entre la selva de Yungas y del Chaco Semiárido, que constituyen el más valioso bosque de Argentina actualmente amenazado.
El conflicto se disparó cuando la Legislatura salteña aprobó el pasado 18 de marzo una ley a pedido del gobernador Romero que lo habilita para desafectar esta área protegida -que el mismo Estado provincial creó- con la intención de lotearla y venderla para el avance de la frontera de la soja, cuyo monocultivo ya ha provocado numerosos desmontes alrededor de la reserva.
Aborígenes de la etnia wichi que habitan en el lugar, junto a la organización ecologista Greenpeace, vienen realizando una campaña pública para salvar la reserva, y evitar así el desmonte y proteger la flora y fauna.
En el ámbito provincial ninguna autoridad se hizo eco del reclamo y recién anteayer lograron ser escuchados por el gobierno nacional. Fue el mismo presidente Néstor Kirchner quien recibió en la Casa Rosada a una comitiva wichi y a miembros de Greenpeace, ante quienes se comprometió a intervenir para frenar el desmonte. El primer mandatario dijo que la conservación de los bosques nativos es uno de los ejes principales de la política ambiental del Estado. Así, funcionarios deslizaron la posibilidad de que el gobierno central compre la reserva y la incluya en el sistema nacional de áreas protegidas.
Cuando asumió como presidente, Kirchner solía decir que su gran objetivo era transformar a la Argentina en "un país normal". Esta es una buena oportunidad para demostrar con hechos esa afirmación, porque en los naciones "normales" a nadie se le puede ocurrir destruir una reserva natural. Y si algún funcionario lo planteara, la propia fuerza de la opinión pública lo pondría en su lugar.
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