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domingo,
18 de
septiembre de
2005 |
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Charlas en el Café del Bajo
-He tenido un importante encuentro con Eduardo Mirás, presidente de la Comisión Episcopal Argentina y Arzobispo de Rosario, un encuentro que ha sido para mí enriquecedor. Quiero compartir con los lectores partes trascendentes de la charla que tuve con este hombre talentoso, humilde de corazón -virtud propia de las grandes personas- de manera que hoy Inocencio estará ausente. Una de las preguntas que le hice a monseñor Mirás, y que no podía dejar de hacerle, claro está, es esta: Mucha gente está entristecida, angustiada y tiene motivos para estarlo ¿Una reflexión suya al respecto?
-Obispo como soy, debo decirlo desde el punto de vista cristiano y pastoral. Es justo que uno trate de no caer en la adversidad. Lo mismo que si uno tiene un dolor es muy justo que trate de eliminar ese dolor por los caminos legítimos, pero en aquellas dificultades que uno no puede solucionar tiene que comprender que esto es una participación de la redención del mundo. Jesucristo sufrió para salvarnos a nosotros, entonces participamos de esa forma de la existencia de Cristo que fue sufrido no solamente en la pasión y muerte sino que sufrió persecución en toda su vida pública. Estamos participando con El en la redención del mundo. Nada se pierde en el plan de Dios, si Dios lo permite (al sufrimiento) es porque de ello tendrá que salir un mejor bien para la persona que padece como para los demás que lo rodean. Y este mejor bien tal vez no sea en el orden físico, en el orden económico, pero sí en el espiritual.
-Y en este padecimiento, cuando se hace agudo, muchos seres humanos se preguntan ¿Dónde está Dios? Comienza entonces la duda sobre la existencia de Dios.
-El problema del mal siempre fue como el detonante de la negación de Dios, de la pretensión de negar a Dios. Pero yo me acuerdo de aquel famoso poema de Voltaire con motivo del terremoto de Lisboa que se llevó a 30.000 almas. El decía: "Tanto mal tiene que tener un sentido", como diciendo: Dios tiene que existir porque sino todo esto carecería de sentido. Tenemos el derecho y la obligación de tratar de salir de todos los males, pero hay algunos a los que no se los puede sacar: dolores morales, enfermedades, padecer una persecución, el desprecio de los demás. Tiene todo eso un sentido y es la participación en la redención del mundo.
-¿No cree usted que las religiones en general no han encontrado la manera de llegar al corazón del hombre de nuestros días?
-Puede ser, sí, puede ser, porque ha quedado la metodología clásica para lo que nosotros llamamos la evangelización y tal vez no se tenga de todo en cuenta estas condiciones de la cultura contemporánea. Estamos entrando en una cultura nueva. El desquicio de la cultura, esto que se llama modernidad y posmodernidad y que decimos que se acabó nos deja a nosotros frente a un panorama que todavía no acabamos de comprender para poder establecer los métodos de evangelización y esto le debe pasar a otras religiones igual que a nosotros.
-Hay ataques contra la Iglesia Católica y contra otras religiones ¿A qué lo atribuye usted?
-No sé. No le podría decir cual es la causa. Creo un poco que es por eso que le decía al principio: estamos en una cultura que ha dejado a Dios de lado, entonces frente a esto todo aquel que propone el tema de Dios, como las religiones, son un blanco para ser atacado. Me parece que es un poco eso. Y otros atacan a la iglesia porque dicen que su moral está atrasada, que no es de la época, que habría que tener en cuenta otras cosas y la iglesia lo que hace en el tema moral es proponer lo que se entiende que es de ley natural, porque las otras cosas que son consejos evangélicos se propone para aquel que se sienta con capacidad de seguirlos, pero lo que se tiene como obligatorio en la moral católica es todo aquello que obviamente aparece como propio de la ley natural. Pero sí, ante la sensación de la aceleración de la historia y de que todo tiene que pasar por el camino de las novedades da la impresión de que la Iglesia Católica en su prédica moral se quedó quieta en el tiempo.
-Mañana seguimos con este trascendente diálogo. Y nos despedimos con una frase de San Pablo recordada por monseñor Mirás durante la charla: "El que ama al prójimo ha cumplido con la ley". Hasta mañana.
Candi II
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