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 domingo, 28 de agosto de 2005  
[Revisiones]
Cuando el sur fue gobierno
Tras años de investigación histórica, Miguel De Marco (h), logró un detallado libro sobre Carlos Sylvestre Begnis. Sus dos gobernaciones y el perfil de un hombre que se destacó por su forma de gestionar. Aquí un adelanto

Miguel De Marco (h)

Una de las primeras cuestiones a resolver por la cartera de Gobierno fue el delicado tema del copamiento de distintas instituciones: fábricas, hospitales, universidades, escuelas, comunas, periódicos y radios, entre otras, por parte de sectores y agrupaciones políticas que, una vez consumada la ocupación, proclamaban distintos tipos de planteos. El fenómeno de "las tomas", que caracterizó a la presidencia de Cámpora, fue un canal de confirmación de derechos conculcados, al mismo tiempo que una demostración de rechazo a todo aquello que simbolizara la continuación del régimen militar o al antiperonismo. Aquella explícita y vertiginosa lucha por ocupar "espacios" y demostrar capacidad de acción por parte de sus principales protagonistas atravesó de arriba abajo la realidad política provincial. Era inevitable, luego de 18 años de proscripción en los que la norma imperante había sido la acción directa sobre la negociación. ¡Cuán lejos se encontraba la sociedad argentina de establecer mínimas pautas de convivencia que condujeran a una política de consenso en democracia!

Sylvestre Begnis no perdió la calma y dejó que la furia tuviera sus canales de desahogo y expresión, sin por eso perder autoridad o que se vieran afectados principios constitucionales. Por eso, el ministro de Gobierno jugó un papel clave a la hora de que las energías contenidas se dieran y solucionaran dentro de la legalidad, tal como lo ejemplifica el episodio de la toma del Registro Civil de Santa Fe y que se reseña en el siguiente punto.

No obstante, la sensación de desborde se apoderó de la opinión pública -Rosario aparecía en sí misma como una ciudad tomada- y afectó la estabilidad de la misma presidencia de Cámpora; por eso el 15 de junio el secretario general del Movimiento Nacional Justicialista convocó a terminar con las ocupaciones confiando en la pronta renovación de cargos.

Al mismo tiempo, en 60 a 70 comunas se vivieron escenas de gran dramatismo cuando sectores que perdieron en las elecciones tomaron por la fuerza los edificios comunales. Recuerda el ministro Rosúa que una mañana le notificaron de la toma de Los Quirquinchos por parte de militantes de la democracia progresista. Fue entonces que Sylvestre Begnis le dijo: "Esto es un descalabro, si los demócratas se han avivado... ordená el desalojo de todos con la policía porque estamos desbordados. Si los demócratas progresistas toman la comuna hemos perdido el control del Estado". Entonces, la policía comenzó a recuperar comuna tras comuna.

El ministro Rosúa puso en funciones a los subsecretarios de su cartera y una de sus primeras medidas fue dejar sin efecto las disposiciones por las cuales se colocaban vallas en los accesos a las comisarías, ordenó el retiro inmediato de toda especie de cerramiento de tránsito y pidió que se facilitara el uso del público a las mismas, por considerar que habían desaparecido las razones que habían impuesto la adopción de esas medidas de seguridad. En este sentido, quería librar al paisaje urbano de la sensación de estado de guerra y reemplazarlo por el de la normalidad institucional.


Impacto nacional
Esta resolución del Estado santafesino tuvo inmediata repercusión periodística nacional porque venía a demostrar que en al menos una provincia la policía volvía a su cauce normal. Asimismo se dispuso que las comisarías permanecieran abiertas al público las 24 horas (anteriormente lo atendían solamente durante el día). El jefe de la Agrupación de Unidades de Orden Público, inspector mayor Joaquín Elizondo, de la Jefatura de Rosario, dirigió una comunicación a sus subordinados en la que destacó el cumplimiento de esta orden y expresó: "Si acontecimientos que son del dominio público pudieron desviarnos algún momento del camino que los reglamentos en todo el mundo asignan a la función policial, es urgente retornar para seguir adelante a un continuo perfeccionamiento con estudio y vocación y retomar el dominio de la calle que se había perdido para que sea Rosario segura en cada uno de sus rincones".

El titular de la cartera de Gobierno tenía como una de sus principales habilidades "comunicar" o "señalar" las intenciones del Ejecutivo a través de determinadas decisiones, aparentemente simples pero que encerraban una altísima connotación política. Esta tónica acompañó aquella gestión. Cuando se inauguró el Comando Radioeléctrico de Cañada de Gómez, en septiembre de 1974, el intendente Jorge Albertengo dijo: "Ojalá que la tarea del cuerpo sea de protección y nunca de represión". Rosúa, por su parte, destacó: "Aquí se da el símbolo de lo que puede y debe ser pueblo y gobierno para el logro de una obra concreta, y esto es un símbolo de lo que debe ser la policía de la provincia para estar al servicio de la ley".

Por entonces el ministro había asumido un compromiso ante los medios: "Se propone este gobierno, y ya ha dado importantes pasos, separar de las funciones específicas de la institución todo aquello que la convertía en un apéndice del Ejército y en un instrumento de represión de los movimientos populares".

Había conocido a Sylvestre Begnis como estudiante universitario en el 54. Siempre bajo su conducción fue concejal, director de Trabajo, líder de la bancada ucrista en la Legislatura provincial durante la gestión de Illia, y durante el gobierno de Onganía su abogado personal con intervención directa en cuestiones familiares. Llevaba casi 20 años a su lado y el gobernador seguía llamándolo indefectiblemente "Rosúa", sin pronunciar nunca su nombre de pila.

En la campaña de 1972 tuvo una actuación de primer orden valiéndose de su capacidad como hombre de enlace entre el MID y el peronismo. Integró aquel grupo de abogados midistas que trabajaron por la libertad de los presos políticos de origen justicialista detenidos por el gobierno militar. Estaba en la plenitud de su madura juventud y tenía la sensación de que "volverían al poder", cuando se cumplía una década del derrocamiento de la UCRI, "con toda la fuerza", porque al prestigio de Sylvestre Begnis se sumaba el apoyo "de lo masivo", que significaba contar con el respaldo de Perón e integrar la fórmula del Frejuli.

Durante cuatro años había trabajado para ello junto a los principales exponentes de la vieja guardia del 45 como el "colorado De Marco"; y con la gente de distintos sindicatos: el de la Carne, el "Lalo" Cabrera (acusado de "sylvestrista" por otros peronistas); el del calzado, los garagistas y los metalúrgicos. Además, por su edad, era un puente generacional de la cúpula de su partido con la juventud peronista. Según afirmó, "estuvo pegado a Sylvestre" en la conducción de la campaña, en el equipo de cuatro o cinco personas por las que pasaban las decisiones sustanciales de la misma. El principal desafío era amortiguar el impacto electoral negativo que podía provocarle al Frejuli el sector de Campos Bonino, que con pocos recursos, pero apelando al sentimiento peronista y a su trayectoria en la resistencia, hizo una campaña demoledora, y que, como ya se mencionó, impidió el triunfo en la primera vuelta.

Una vez en el gobierno, Rosúa supo sacar ventajas de esta experiencia negociadora adquirida con vastos sectores del movimiento justicialista. "Nosotros manejábamos relaciones con todo el espectro político. Con el TEN (Frente Estudiantil Nacional) eran muy buenas, con el Encuadramiento, con la gente de Guardia de Hierro. Yo creo que nosotros actuamos con una suerte de habilidad, teniendo buenas relaciones con todos a quienes se les daba a todos cabida en el gobierno, compensando... Esto hizo crisis cuando el enfrentamiento de los sectores internos del peronismo tomó tal virulencia que se convirtió en una lucha armada. Eran grupos diferenciados, enfrentados y con una gran apetencia de poder también. Sylvestre Begnis no discriminó a los grupos juveniles del peronismo y así, por ejemplo, dio ubicación en el gobierno a gente de 28 y 30 años, que venía de esa tendencia, le daba tarea, la controlaba y la apoyaba".

Según Rosúa, el gobernador tenía un trato directo con la juventud peronista, aun la más radicalizada, en la que despertaba una actitud de respeto. "Así fue como conocimos a algunos como Jorge Obeid. Era el dirigente visible más importante de la JP Regional 11, que comprendía Santa Fe y Entre Ríos".

Fragmento de "Carlos Sylvestre Begnis", publicado por Editorial Dunken.
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La segunda. Sylvestre Begnis-Cuello fue la fórmula que ganó la gobernación en el 73.

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