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 domingo, 28 de agosto de 2005  
Todo un ejemplo. En el club Rivadavia se escribió una verdadera historia de fe y sacrificio
En Peyrano reconstruyen un club que fue destruido por un tornado
En 2001, el viento tiró abajo un gigantesco gimnasio. Cuatro años después, lo vuelven a inaugurar

Osvaldo Flores / La Capital

Peyrano.- Eran casi las cuatro de la tarde del 20 de noviembre de 2001. Cuentan los que lo vieron que el cielo se pobló de nubarrones de extraños colores, hasta que una nube negra pareció descender casi hasta tocar el piso: era el ojo del tornado más violento que tenga memoria la gente de Peyrano. Sólo bastaron algunos segundos para que unas 20 casas quedaran casi destruidas, provocara serios daños en un par de escuelas y arrasara desde los cimientos el gigantesco gimnasio del club Rivadavia, que quedó a cincuenta metros de su lugar original.

Hoy, casi cuatro años después de aquella pesadilla, la comisión directiva del Rivadavia, sus socios y la comunidad toda inscribieron una página de gloria en la historia del pueblo. A pulmón, con más fe y trabajo que recursos, lograron reconstruir íntegramente el gimnasio de 46 metros por 25. Y el próximo sábado 17 de septiembre lo inaugurarán con una gran fiesta. Como se merecen.

"Ese día estábamos apoyados en aquella pared con uno de los muchachos de la comisión. De repente se puso todo oscuro, y vimos cómo el viento se llevaba íntegro el techo del gimnasio. Después, las paredes y las columnas de hormigón se desplomaron una tras otra como un castillo de naipes. Mirábamos sin poder creer lo que veíamos, en segundos nos quedamos sin el gimnasio, recién construido y ni siquiera inaugurado", recuerda el presidente de Rivadavia, Alberto Aragona.

En la confitería del club, con fondo de televisión y partidos de truco, los miembros de la comisión directiva repasan la pesadilla que los hizo "llorar en los rincones". Aragona, Carletti, Ghillini, Franchelli, Bastistón y algunos más aportan sus recuerdos de aquellas horas, sus amarguras, pero también la firme decisión de volver a empezar, al otro día nomás.

Y así fue. Toda la gente se acercó a dar una mano. Juntaron las retorcidas chapas esparcidas por el pueblo, recuperaron los ladrillos que pudieron, sacaron los escombros, y comenzaron a gestionar los primeros recursos para reconstruir el salón. En marzo de 2002, el renovado sueño ya estaba otra vez en marcha.


Esfuerzo común
Un aporte de 10 mil pesos del Consejo Provincial del Deporte (Coprode), 7 mil pesos que juntaron por la venta de las chapas que alguna vez fueron el techo de sus casi 500 socios, y algún dinero que había en las arcas del club hicieron realidad el nuevo tinglado. Pero después había que hacer las paredes y el piso, poner las aberturas, volver a instalar la electricidad.

"Durante todo este tiempo vinimos los fines de semana a trabajar, hacíamos aquí mismo el asado con nuestras familias y preparábamos la mezcla, pegábamos ladrillos, lo que fuera. Lo hicimos ladrillo sobre ladrillo, y hoy que está terminado casi ni nosotros mismos lo podemos creer, no nos cansamos de mirar la obra", coinciden los directivos.

A la hora de conseguir los recursos, "del mangazo no se salvaba nadie: el Coprode aportó finalmente unos 45 mil pesos, hicimos tres campañas de soja cuerpo a cuerpo, pidiendo de a uno o dos quintales casa por casa, la gente del pueblo donó ochenta metros de mosaicos, y la Cooperativa Agrícola nos dio una gran mano", destacaron. Así lograron reunir los casi 150 mil pesos que costó la obra. Pero a eso hay que sumarle los años de esfuerzo y sacrificio personal que aportó cada uno, que son inconmensurables.

"Seguimos teniendo fútbol infantil en todas las categorías, y antes del tornado también había patín, vóley y básquet. Ahora, con el gimnasio ya listo vamos a retomar esas actividades. También estamos haciendo nueva la cancha de fútbol y los vestuarios", se enorgullecen los directivos, que se definen a sí mismos como "un grupo de amigos que desde hace 25 años comemos asado todos los lunes".

El próximo 17 de septiembre, cuando la gran fiesta de inauguración que preparan dé rienda suelta a la alegría de ver el sueño cumplido, habrá un grupo de hombres y mujeres que todavía no podrá creer tanta realidad desplegada ante sus ojos. Y seguramente volverán cada fin de semana con sus familias a comer el asado, con fondo de televisión y partidos de truco se acordarán de aquella nube negra que bajó del cielo y que, con tesón, esfuerzo y sacrificio, finalmente la vencieron.
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La comisión directiva del club Rivadavia ultima detalles para la inauguración.

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