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 domingo, 28 de agosto de 2005  
El sombrío fin de un policía santafesino
Claudio Capdevilla apareció muerto a pocas horas de la liberación del acusado de narcotráfico al que había detenido. El informe oficial indicó suicidio, pero sus familiares aducen que no tenía ningún motivo para matarse

Jorge Sansó de la Madrid / La Capital

Vera.- Claudio Román Capdevilla fue uno de los policías que en marzo pasado participó de la detención de Aldo Ferrero, un sospechoso de narcotráfico, que fue interceptado transportando 154 kilos de marihuana en el norte provincial. Este policía, que testimonió en tres ocasiones contra Ferrero, apareció muerto con un balazo en la cabeza y el arma en la mano izquierda el pasado 5 de agosto. Justo al día siguiente de que el juzgado federal de Reconquista dejara libre al acusado de traficante.

Para su familia, este policía provincial que trabajaba en el destacamento de la Guardia Rural en San Guillermo, en el departamento San Cristóbal, no se quitó la vida, como sugiere la versión inicial del deceso. El informe oficial afirma que Capdevilla se suicidó disparándose un tiro en la nuca con su arma reglamentaria poco después de haber volcado con su coche en un camino comunal de San Cristóbal, cerca de Villa Trinidad. También se afirmó que el policía estaba alcoholizado cuando tomó la drástica decisión, adjudicada a un desengaño amoroso.

Estas afirmaciones están lejos de tranquilizar o persuadir a familiares y amigos de este muchacho nacido en Vera, de 30 años, quienes insistieron ante este diario que la extrema decisión de Capdevilla no se corresponde con su temperamento ni su forma de ver el mundo. El gobierno provincial, a través del ministro Roberto Rosúa, negó el viernes disponer de resultados de una nueva autopsia del cadáver, que señalaran otra causa de muerte distinta del suicidio.

Allegados a la familia le dijeron a La Capital en Vera que "no les cierra" lo que podría ser llamada "la historia oficial" sobre el presunto suicidio de Capdevilla. Describieron a Claudio como un hombre lleno de vida y de planes, que incluían casarse a fin de año con su pareja con la que tenía un hijo de corta edad y con quien, según expresaba, quería estar todo el tiempo, algo que sólo podía satisfacer a medias porque semana por medio debía dejar su casa de la ciudad de Vera para cumplir con sus tareas en San Guillermo.

A bordo de un móvil de la Guardia Rural, el 17 de marzo último Capdevilla detuvo a Aldo Francisco Ferrero, quien fue sorprendido transportando en Suardi, también departamento San Cristóbal, una carga de 154 kilogramos de marihuana compactada. Luego de ser perseguido durante ocho kilómetros, Ferrero detuvo su camioneta y, según lo que declaró Capdevilla, ofreció dinero para ser dejado en libertad. El guardia rural no aceptó y lo detuvo. Ferrero salió en libertad y un día después el guardia rural apareció con un disparo en la zona de la nuca a bordo del vehículo policial que le había sido confiado.

Los allegados a la familia enfatizaron a este diario que no tenía sentido hablar de un suicidio cuando Capdevilla nunca tenía la pistola montada. Otro hecho significativo refiere a que el informe policial indicaba que el disparo se había producido con la mano izquierda, cuando el uniformado era diestro. Los allegados al oficial admiten no haber tenido acceso al expediente, dado que se ha dispuesto el secreto del sumario, pero insisten en que cuando dejó la ciudad de Vera para cumplir con sus tareas lo hizo con la intención de regresar lo más rápido posible para reunirse con los suyos. Según pudo saber este diario, los familiares se entrevistaron con el juez actuante. Ahora los urge la expectativa de conocer los resultados de la nueva autopsia.

En la ciudad cabecera del departamento norteño llamó la atención a quienes conocieron a Capdevilla que el informe insistiera en el alto grado de alcoholemia que registraba el policía al morir, puesto que no se lo recuerda como aficionado a la bebida. Su familia también sostiene que el guardia rural criticaba con dureza a quienes optaban por la extrema resolución de quitarse la vida, de ahí que llame tanto la atención que él mismo haya adoptado esa medida.

Otra inquietud persistente la desata algo que le recuerdan a Capdevilla: manifestaba no entender por qué fue llamado a declarar tantas veces al juzgado federal luego de haber detenido a Ferrero. Se sentía solo, expresaron sus amigos, y no entendía que había ocurrido.
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