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 domingo, 28 de agosto de 2005  
Rusia y China pujan con EEUU por Asia central
El juego geopolítico gira en torno a petróleo y guerra antiterrorista. Moscú y Pekín se unen contra Washington

Almaty, Kazajistán.- Cuando Sergei Pashevich observa el mapa de Asia central, ve un tablero de ajedrez en el que se desarrolla el "Gran Juego" con los temas predominantes del petróleo, el comercio y la guerra antiterrorista.

El Gran Juego, término creado para definir las rivalidades y ambiciones imperiales de Rusia y Gran Bretaña en el siglo XIX, ahora se aplica, según Pashevich, a la nueva lucha surgida luego de los ataques terroristas de 2001, y que enfrenta a Rusia y China con Estados Unidos. "En estos momentos toda Asia central es el tablero de un juego geopolítico", afirma.

El fornido kazajo fue condecorado en la guerra soviética contra los rebeldes musulmanes respaldados por Estados Unidos en Afganistán. Ahora es uno de varios analistas en Almaty, la principal ciudad de Kazajistán, en el corazón de Asia central, que observan este nuevo campo de batalla político y diplomático.

Otro de ellos es Venera Galyamova, una mujer con profundo conocimiento de la región. La investigadora del Instituto Kazajo de Estudios Estratégicos considera que Asia central se está convirtiendo "en el escenario de la batalla entre Estados Unidos, por un lado, y China y Rusia, en el otro. Para China, la influencia en la región también significa afirmarse como potencia mundial para rivalizar con Estados Unidos".

La floreciente economía china está ávida de petróleo, y dentro de un par de décadas se anticipa que Kazajistán será un importante exportador petrolero. Por estos días, Pekín se anotó un punto al comprar la petrolera Petrokazakhstan, una empresa registrada en Canadá que controla el 12% de la producción de crudo kazajo.

Rusia tiene mucho petróleo, pero su influencia en la región ha disminuido. Perdió control de Kazajistán y de las otras repúblicas de Asia central cuando se desintegró la Unión Soviética, y ha sufrido más pérdidas de influencia últimamente en Georgia, Ucrania y Kirguistán, vecino de Kazajistán. La reunión esta semana de la Comunidad Independiente de Naciones, que agrupa a las antiguas naciones integrantes de la Urss, sirvió para poner de manifiesto esta pérdida de influencia de Moscú en su antiguo imperio.

Estados Unidos, por su parte, tiene interés en el petróleo como también en las bases militares que opera en Uzbekistán y Kirguistán para respaldar sus operaciones en Afganistán, ubicado al sur de estos dos países. Pero este viernes el Parlamento uzbeko formalizó la rescisión del acuerdo con Washington para mantener la base aérea de Janabad. EEUU tendrá que abandonar la base, ya que "el Senado no considera que haya razones para prolongar la presencia militar estadounidense en Uzbekistán". El gobierno uzbeko también presiona para que Washington abandone la base de Karshi, en el sur del país, punto de partida de operaciones militares y humanitarias en Afganistán. A fines de julio, el gobierno instó a EEUU a cerrar la base en un período de seis meses. El trasfondo de este cambio drástico de actitud de Usbekistán se encuentra en la asonada de mayo pasado contra el gobierno autocrático del país. EEUU criticó la sangrienta represión de los manifestantes, que dejó al menos 500 muertos.

Visto desde Almaty, se anotan los siguientes hechos: en julio, la Organización de Cooperación de Shangai, integrada por China, Rusia y casi todos los países de Asia central, pidió a Estados Unidos que fije una fecha para retirarse de las bases.

Hace pocos días, Rusia y China, antiguos enemigos militares e ideológicos, hicieron ejercicios militares conjuntos por primera vez en su historia en la península de Shandong, en el Mar Amarillo, a unos 440 kilómetros al sudeste de Pekín.


Pekín felicita por la represión
Y el 25 de mayo, China ofreció una recepción calurosa al presidente de Uzbekistán, días después que el gobierno uzbeco reprimiera violentamente a los manifestantes. En contraste con las críticas de Washington sobre las violaciones a los derechos humanos, China felicitó al presidente uzbeko Islam Karimov por el modo en que reprimió la manifestación.

También en Kirguistán está en duda el futuro de una base de EEUU. Pero no hay dudas de que la resolución del grupo de Shangai, reunido en Astana, la capital kazaja, tomó a Estados Unidos por sorpresa.

La secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice dijo que las bases seguían siendo necesarias para la guerra antiterrorista en Afganistán, y conjeturó que las naciones centroasiáticas se plegaron a la resolución por influencia de sus vecinos más poderosos, Rusia y China.

El general Richard Myers, jefe de la junta de jefes de estado mayor, el militar de más alto rango de EEUU, comentó: "Me parece como que dos países muy grandes estaban tratando de intimidar a países más chicos". Moscú protestó por esa afirmación.

En cuanto al plazo de seis meses dado por Karimov para evacuar las bases en Uzbekistán, "fue China la que quería el plazo", afirmó la analista kazaja Galyamova. "Pekín considera que las bases no solamente son utilizadas para combatir el terrorismo sino también para el propósito de contener a China en sus propósitos expansionistas". (AP y DPA)
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