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 domingo, 28 de agosto de 2005  
Para beber: dulce Oporto

GAbriela GAsparini

Varias veces me he referido a los importantes aportes que el género femenino ha hecho, y continúa haciendo, al mundo del vino. Sin discusión, las más famosas son las damas del champagne, pero de ninguna manera han sido las únicas.

En Portugal, hubo una mujer que a fuerza de inteligencia, determinación y audacia, hizo florecer la industria del Oporto, y supo imponer los parámetros de calidad que lo hicieran triunfar fronteras afuera.

Doña Antonia Adelaide Ferreira, más conocida como "la Ferreirinha" nació en 1811, a orillas del Duero, su familia se dedicaba al comercio de vinos desde 1751. Viuda a los 33 años de su primo hermano Antonio Bernardo Ferreira, se hizo cargo de la empresa familiar que llevó adelante hasta convertirla en una de las fortunas más grandes del país. Eso, sin descuidar las necesidades de los pobladores rurales de la región, a quienes asistió y para quienes construyó hospitales y escuelas. Fue su espíritu generoso el que hizo que la llamaran la "Santa Madre de los Pobres".

Los recuerdos de la "Reina del Douro" se han transmitido de generación en generación, siempre con la misma veneración.

Mujer visionaria, poco apegada a la vida mundana, siempre enfundada en austero ropaje negro, no dudó en volver a diseñar el mapa de la Denominación de Origen Oporto, aplicando una política de plantación de vides y de valorización del viñedo, aunque hay que aclarar que no es el mismo que rige actualmente.

Dicen que en 1853, el que en ese momento era el hombre más poderoso de Portugal, el duque Joao Carlos de Saldahna de Oliveira e Daun, pidió a Doña Antonia la mano de su hija María da Assuncao para uno de sus hijos; mujer en sus cabales, la madre declinó la solicitud debido a que la criatura sólo tenía 11 años, y porque, además, quería que fuera la niña la eligiera a su marido. Acostumbrado a no ser contrariado, la cólera de quien, a más de títulos, se desempeñaba como Presidente del Coselho, fue tal, que mandó a sus secuaces a raptar a María. Enteradas de esto, y con la ayuda de amigos, ambas huyeron a Galicia disfrazadas de campesinas. Desde Vigo zarparon hacia Inglaterra acompañadas por Francisco José de Silva Torres, su secretario, quien se convertiría más tarde en su segundo marido.

Que estuviera lejos no quería decir que Doña Antonia se iba a quedar con los brazos cruzados. Como primera medida se ocupó de que la prensa publicara una carta dirigida al duque que provocó un terrible escándalo. Pero, quejarse no era la única actividad que pensaba encarar durante la estadía en Londres. Desde allí, encaró su labor comercial dirigiendo a la distancia a sus ayudantes, volviendo cada vez más lucrativo su negocio de vinos, y enviando dinero a los más necesitados.

Estando en Inglaterra asistió a la Exposición Universal de París, donde sus Oportos fueron galardonados con una medalla de Oro, pero eso no resultó suficiente para paliar el dolor de estar lejos de su tierra. Pena que sólo se apaciguó con el alejamiento de Saldanha de su cargo.

Con más de cincuenta años y una lucidez admirable, lejos de retirarse, como se podría haber pensado, llevó a cabo algunos de sus mejores movimientos comerciales y solidarios. Fue así, que compró toda la producción de vinos del Duero para ayudar a los vinicultores, que en esos momentos luchaban con los negociantes por los precios irrisorios que éstos les ofrecían debido a la sobre producción.

Para esa misma época la filoxera atacó sin piedad las plantaciones dejando a los campesinos en la miseria. Allí se puso de relieve su capacidad para negociar. Con los caldos almacenados en la bodega, la reina del Oporto consiguió que los ingleses pagaran lo que ella pretendía por su mercadería, volviendo a su compañía considerablemente más rica. Con esas ganancias mandó a construir caminos, y a replantar sus veintitrés quintas, dando trabajo a mil obreros. "La Ferreirinha" pensaba que "cada cual en su tierra debe hacer cuanto pueda en beneficio de la humanidad".

Dicen que a su muerte, en 1896, el cortejo fúnebre que partió de la Quinta das Nogueiras, estaba integrado por trescientas mil personas.

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