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 domingo, 28 de agosto de 2005  
Un proyecto provincial desató la discusión
Polémica por la ley de talles: chicas flacas, ¿negocios gordos?
Los empresarios dicen que la norma perjudicará la rentabilidad de las pymes. Legisladores hablan de un problema social

Pesar más de 50 kilos o medir menos de 1,60 metro ¿transforma a un adolescente en una persona anormal? Según los dictados de la moda juvenil parece que sí.

El peregrinar de muchos jóvenes (sin distinción de sexo) para conseguir ropa a su medida y la frustración de no encontrarla desató un debate que derivó en un proyecto de ley que se presentó en la Cámara de Diputados de la provincia y que provocó una crítica reacción por parte de los fabricantes de indumentaria de Santa Fe.

Mientras la diputada del PPS, Miriam Benitez -autora del proyecto- sostiene que "es necesario que haya una ley para que se respeten las normas Iram o ISO", que determinan los patrones antropométricos de cada segmento etario, los empresarios nucleados en la Cámara de la Industria de la Indumentaria de Rosario sostienen que este tipo de medidas "perjudica al incipiente resurgir de un sector que fue aniquilado en los años 90".

En el medio, como dice la canción, está la gente, que es la real protagonista de una situación que cada día se repite con más intensidad y que habla en el fondo de una modificación de los patrones culturales y de los estereotipos de la juventud y la belleza, que no siempre resultan los más saludables.

"La ley nos hace cargo de las enfermedades sociales como la bulimia y la anorexia", se quejó Mario Giambatistelli, presidente de la cámara y señaló que el espíritu de la misma "desconoce por completo cómo funciona la industria de la indumentaria".

A su juicio, pretender que se hagan stocks en la moda, "es un perjuicio económico directo, especialmente para las firmas que no tienen suficiente escala como para costear estos requerimientos", mucho más si esto se le exige también a los comerciantes.

Sin embargo, Benítez se manifestó abierta a realizar modificaciones en la norma e incluso hacer las especificaciones correspondientes en el decreto reglamentario. "No voy a ser tan inconsciente de pedirle a un fabricante de ropa para niños que tenga hasta el talle 48", señaló la legisladora.

Ese era justamente uno de los puntos que también reclamaron desde la cámara, y pidieron que se tenga en cuenta el segmento al que se dedica cada fabricante. "La industria incluye tanto fábricas de ropa para adolescentes, como sastrería, indumentaria deportiva o de trabajo y no puede haber generalizaciones", se quejó Giambatistelli.

Y aunque lo que a priori se planteó como un fuerte contrapunto, en realidad parece ser un tema muy sencillo de resolver vía la reglamentación. Sin embargo, uno de los cuestionamientos de fondo, relacionados con los conflictos de personalidad que provoca entre los adolescentes la imposibilidad de estar a la moda sin ser Nicole Neumann o Iván de Pineda, está vinculado con el incumplimiento de muchos industriales de las normas Iram. La ropa se fabrica con medidas que no responden a las medidas antropométricas de un adolescente o un adulto.

En este sentido, la diseñadora y directora de la revista para adolescentes Atypica, Guillermina Yguelman, explicó que abunda "la tallería falsa". Esto es, por ejemplo, que un pantalón que tiene una etiqueta con talle 40 no responde a las medidas que Iram determina para ese talle y en realidad es tres medidas menos.

A su juicio, no es menor considerar la problemática que ésto genera entre adlescentes y jóvenes. "Los industriales, que hacen ropa para chicas casi anoréxicas, no pueden desentenderese del problema, ellos aunque no son los únicos responsables, son parte del mismo", dijo Yguelman.

Sin embargo, los empresarios sostienen que las exigencias de este tipo, no sólo impactarán en la superviviencia de las pequeñas industrias de la región que están levantando cabeza o iniciando sus actividades, sino además que redundará en un aumento de precios del producto por el crecimiento del costo que estas modificaciones exigen.

"Las marcas líderes o con solvencia lo trasladarán y las chicas desaparecerán y se concentrará nuevamente la actividad", argumentó Giambatistelli.

Para Yguelman el argumento es poco sostenible. "El precio de costo de la ropa es insignificante respecto del que sale a la venta", dijo aunque también se mostró partidaria de no llegar a los extremos y exigir un universo ilimitado de talles. Por eso arriesgó algunas ideas para zanjar el problema. "Se puede ver la forma de hacer colecciones más chicas, calcular proporcionalmente cuáles son los talles que más salen y en función de eso calcular volúmenes", dijo.

En ese sentido, Benitez reconoció que esta es otra cuestión que se puede prever en la reglamentación de la ley, e incluso en el mismo texto de la norma. "No es lo mismo pedirle a una fábrica que elabora 5.000 prendas mensuales que a una pequeña que fabrica 50 prendas". Por eso, "se podría acordar en el decreto reglamentario la relación entre volumen de fabricación y cantidad de talles disponibles", agregó.

A diferencia de la provincia de Buenos Aires donde la ley ya fue aprobada y reglamentada pero para mujeres adolescentes (ahora hay una en estudio para adolescentes varones), en Santa Fe la norma no hace distinción de sexo ni de edad.

De todos modos, "se le exigiría a cada industria que respete las medidas antropométricas del segmento al que se dedique", dijo la legisladora, quien señaló que "está lejos de mi voluntad perjudicar a la industria y los fabricantes, pero hay una realidad que no pueden negar". Así dijo que muchas marcas deciden que el estereotipo de mujer u hombre que vista su ropa tenga determinadas características y por eso, por ejemplo, confeccionan indumentaria para mujeres altas y muy delgadas, que "ninguna mujer normal puede usar", se quejó Benitez.

El debate se abrió y acarreó con él no sólo cuestiones económicas sino derechos esenciales como la libertad de comercio y el respeto por la dignidad de las personas. La experiencia en Buenos Aires quizás sirva como piloto de prueba de donde sacar enseñanzas y críticas.

S.C.
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Los estereotipos de belleza impulsan enfermedades como la bulimia y la anorexia.

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