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 domingo, 28 de agosto de 2005  
Análisis
Agro: el debate pendiente

Sandra Cicaré

Esta semana dos entidades del agro se sacaron chispas. Mediante un cruce epistolar -o mejor dicho, vía comunicados de prensa- Federación Agraria Argentina (FAA) y la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) dejaron en claro sus posturas sobre aspectos tan claves para el campo como el crecimiento, el desarrollo económico y el empleo. En definitiva, hablaron de política, aunque no todos quieran reconocerlo.

Los contrapuntos arrancaron con una enfática respuesta de los federados al discurso que pronunció el presidente de Aapresid, Jorge Romagnoli, en la inauguración del XII Congreso de Aapresid y en declaraciones a La Capital en esa oportunidad. En ese momento, el directivo expresó que "al sector agropecuario le conviene una economía libre en la que todos podamos competir dignamente en función de su capacidad productiva, no de subsidios o quitas de un sector en beneficio de otro".

A lo que FAA respondió con una acusación de "añoranza del liberalismo salvaje", que "reivindica el crecimiento productivo de nuestras praderas pero no hace alusión alguna a la desaparición de 103.450 pequeñas y medianas familias agrarias y pretende negar los efectos devastadores del sistema de concentración de la propiedad, uso y tenencia de la tierra".

La respuesta no se hizo esperar y desde Aapresid tildaron de "parálisis paradigmática" la postura de FAA. "No se han dado cuenta que el mundo ha cambiado y que aquellas ideas ya no dan resultado porque las circunstancias cambiaron".

Pero se mostraron especialmente "molestos" porque las críticas de FAA son "una respuesta política, una reacción ideológica propia de un partido, no de una entidad gremial de productores".

¿Es posible despolitizar el debate cuando se está hablando de formas y medios de producción? El hecho de no debatir sobre la propiedad de éstos, no significa que la cuestión no tenga un profundo significado político. Incluso, esquivar esa discusión, es en sí misma toda una definición ideológica.

Por otra parte, quizás se le pueda pedir a una entidad gremial de productores, que no "partidice" su lucha en función de los intereses generales que representa, pero negarle que adopte una particular mirada y acción sobre la realidad -eso es la política- es negarle su propia esencia.

Está claro que cuando Aapresid habla de que "tiene ideas y las emplea y las difunde" está haciendo política y no necesariamente esto representa apoyar a un determinado partido, como ellos muy bien lo expresan.

En rigor, negarse a hacer política desde cualquier lugar que se ocupe -en este caso desde la actividad agropecuaria- es quedarse en un viejo paradigma, ya que la política existe justamente como una herramienta para transformar la realidad, la misma que Aapresid modificó con la siembra directa, la proclama por la rotación de los cultivos y la sustentabilidad, como pilares de la agricultura del futuro.

La misma realidad, también, que transformó el Grito de Alcorta y que provocó un quiebre en las condiciones de acceso a los medios de producción y a la tierra.

Esta semana, unos y otros esgrimieron razones de peso sobre su accionar, que seguramente estarán muy presentes en la mente de los miles de productores que viven y trabajan en la Argentina. En honor a ese reconocimiento de sus pares -aquellos que pueblan sus congresos, jornadas y adhieren a medidas de fuerza- las entidades se deben el debate de fondo sobre quiénes son los ganadores y perdedores en el campo.

Sandra Cicaré
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