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domingo,
07 de
agosto de
2005 |
Deseo y decepción
El Newell's de Olmos no tuvo altura en su debut
Gustavo Conti / Ovación
Se podrá decir que el empate llegó sobre la hora. También, que pese al cambio impensado que realizó Olmos al inicio del complemento, su equipo llegó en ese momento al gol. Que estuvo ahí de comenzar el ciclo con el pie derecho. Pero a decir verdad, un triunfo rojinegro habría tapado cuestiones que emergieron claramente. Una, Newell's nunca estuvo convencido de asumir el protagonismo. Otra, el técnico ayudó a esa sensación. Y una más, Quilmes era un rival ideal para arrancar sonriendo.
A no engañarse. Newell's llegó al gol en su peor momento, de una pelota parada. Que tiene su mérito, por supuesto (además porque Spolli siempre aparece bien ubicado en el área contraria), pero que ocultaba así una incomprensible decisión de Olmos, que con el ingreso de Gastón Aguirre -en una inédita función para él de doble volante central-, retrasó consciente o inconscientemente al equipo.
La salida del errático Lucero parecía justificada, pero nadie hubiera arriesgado el ingreso de Aguirre. El primer tiempo había pasado con la clara sensación de que si Newell's lograba apretar el acelerador, si se convencía de que podía, tenía con qué lastimar a un adversario bien estructurado defensivamente pero sin ideas para inquietar al fondo rojinegro. Sin embargo, esa decisión táctica le abrió la puerta.
Damián Giménez nunca supo si colocarse de carrilero o continuar amarrado a la línea de cuatro y Bárzola comprendió que podía aprovechar su flanco. Caneo también entendió que su negocio era despejar ese camino por derecha y sacar réditos detrás de la espalda de Aguirre. Y así, pese a sus terribles limitaciones, Quilmes fue invitado a asumir el rol protagónico.
Pero Santiago Silva entró con el pie derecho, el Flaco Spolli convirtió y Newell's se encontró con que consumaba en la red la insinuación de la etapa inicial cuando menos lo justificaba. Después sí, Olmos entendió que la presencia de Manso podía asegurar el resultado pero con el uruguayo solo arriba no alcanzó, Ortega empezaba a mermar su entrega y Quilmes lejos estuvo de amilanarse con el gol en contra. Porque estaba obligado y porque Newell's le mostraba que era mucho menos de lo que pensaba. Entonces, lo empezó a complicar con centros, le desnudó problemas que parecían corregidos en ese aspecto y le empató el partido en su último intento.
El gol de Caneo, doloroso para las casi cuatro mil almas que acompañaron el debut rojinegro, ponía las cosas en su lugar. Y fuera de lugar a Maidana y Ortega (ex y actual capitán) que como todo Newell's terminaron dejando una imagen borrosa que habrá que enfocar pronto. Para que este camino que generó tanta expectativa no comience a tropezar a poco de andar.
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Zapata intenta escaparle a la marca del colombiano Pérez.
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