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 domingo, 03 de julio de 2005  
El cazador oculto: "¿Qué hacer cuando no se es candidato?"

Ricardo Luque / Escenario

Mientras lentamente se extiende la alfombra roja, la agitación va en aumento. Y no es para menos. La promesa de recibir un premio es una carnada irresistible. Más para la gente del medio, que disfruta, acaso más que nadie en el mundo, las mieles del éxito. Pero detrás de la alegría se esconde otra historia. De un lado están los nominados, que sueñan con su gran noche, y del otro los que se quedaron sin fiesta, que a duras pueden cargar con su ego herido. Y eso sucede en los Oscar, los Grammy y, aunque usted no lo crea, también en los Martín Fierro del interior, que son como los de Buenos Aires, pero con una pequeñísima diferencia: los que no van a la ceremonia no lo hacen porque no quieren sino porque no pueden. Porque acá, en el pago chico, nadie se pierde una fiesta y menos si es gratis. ¿Qué van a hacer entonces los que no fueron nominados? Es fácil imaginar que hará Coco López. Convencido de que es uno de "los mejores de la radio", no se someterá al escarnio de ver la entrega por TV. Seguramente se reunirá con algunos viejos militantes del PC para ver las diapositivas de los años de oro de la URSS y esperará, como una novia que deshoja una margarita, la llamada de Pepe Canapé. Nacho Suriani, a quien no se le cumplió aquello de que "al que madruga Dios lo ayuda", también se quedará en casa, donde sentado en un su sillón más cómodo y con un vaso de scotch en la mano, hundirá la cabeza en el walkman. ¿Qué escuchará? Los llamados que sus oyentes le dejan grabados en el contestador de la radio y que, por su alto contenido erótico, no se pueden pasar al aire. Susana Rueda, que con el ajetreo de la semana tiene poco tiempo libre, aprovechará la velada para ocuparse de sí misma. Apertrechada con una artillería pesada de artículos de belleza se encerrará en el baño y, como si estuviera en un spa de un cinco estrellas, se dejará acariciar por las burbujeantes aguas del jacuzzi, mientras juguetea con las estatuillas que ganó en los buenos tiempos de "El buscador". Es difícil que Roberto Caferra, quien al enterarse que no estaba nominado se quedó sin palabras (sin estas, ni las otras), siga la transmisión televisiva de la entrega. Lo más probable es que se siente solo a mirar viejos tapes de "Elemental Watson", mientras toma un buen vino y ataca los canapés que se lleva, escondidos en los bolsillos, cada vez que va a un cóctel. Y va a muchos.
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