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 domingo, 03 de julio de 2005  
Rubén Chababo asumirá como director municipal de Derechos Humanos
"Hay que romper la muralla de la indiferencia y mirar al otro"
Es la primera oficina del país en su tipo. "Eso tiene un peso simbólico fuerte", dijo

Eugenia Langone / La Capital

"La vida es sagrada. Todos deben ser conscientes del dolor del otro, porque el sufrimiento y la humillación de otro es parte de nuestra humillación y padecimiento. Hay que romper con la muralla de la indiferencia y empezar a mirar al otro". Ese es el desafío que encarará desde mañana Rubén Chababo, cuando asuma a las 11.30 como titular de la Dirección de Derechos Humanos de la Municipalidad de Rosario, la primera de su tipo en el país. "Ser la primera tiene un peso simbólico muy fuerte y es un gran desafío", aseguró Chababo, quien adelantó que el eje de la oficina será "el fortalecimiento y la promoción de los derechos humanos de cara al presente y al futuro".

-¿Qué significa estar al frente de la primera Dirección de Derechos Humanos que una municipalidad instala en el país?

-Tiene un peso simbólico fuerte. Los derechos humanos son un tema muy sensible en toda sociedad y eso se ve en la necesidad de que estos derechos sean conocidos por los ciudadanos. Por eso nuestra labor central será la de darlos a conocer, hacerle saber a la gente que tiene derecho a reclamar y a ser incluida en planes que puedan menguar sus carencias.

-Los derechos humanos están asociados a su violación en el pasado, ¿cómo se los defiende en el presente?

-Si bien los derechos humanos quedaron asociados a las violaciones que cometió la última dictadura militar, sabemos que estos derechos son violados, hoy y en democracia, en casi todos los países del mundo. La obligación de los Estados es hacer que tengan una plena vigencia, y esta oficina intentará esclarecer la idea de que los derechos humanos deben ser cuidados y defendidos más allá de las ideologías, los partidos políticos y las creencias.

-Si se pierde de vista que hoy esos derechos continúan vulnerándose, ¿será que la sociedad aprendió poco?

-Las condiciones de las cárceles y la negación al derecho a la salud, por ejemplo, son violaciones a los derechos humanos. Pero hemos aprendido, sobre todo a entender que cuando nos apropiamos de este concepto la dignidad se recupera. Cuando sentimos los derechos humanos como propios, asumimos una conciencia diferente.

-¿Esa conciencia existe en los sectores más vulnerables?

-No, porque son los sectores medios los que tienen más conciencia a través del acceso a la información. De allí la importancia de que las políticas públicas lleguen a todos.

-¿Cómo piensan llegar a esos sectores?

-Ese es el desafío, con un fuerte trabajo de difusión. Así como en los 80 los Estados tomaron conciencia de que había que generar conciencia sobre el sida, hoy sucede lo mismo con respecto a este tema.

-Se habló y se habla tanto de los derechos humanos que a veces pareciera que se convierten en un lugar común y vacío de sentido, ¿cómo se enfrenta esa tendencia?

-Es así y para evitarlo hay que redefinir de qué hablamos cuando decimos derechos humanos: hablamos de las responsabilidades del Estado para con los ciudadanos; y cuando hablamos de su violación es cuando el Estado mismo vulnera esos derechos.

-¿Qué lectura hacés de la situación actual en Argentina?

-Tenemos pobreza e indigencia. Y se puede hablar mucho de derechos humanos, pero cuando la gente no tiene acceso a la comida toda política de difusión parece no alcanzar. Que haya un 43 por ciento de la población por debajo de la línea de pobreza está más allá de cualquier conciencia y es un freno a la vigencia de los derechos humanos. Y eso es responsabilidad del Estado en el diseño de políticas de redistribución de la riqueza.

-¿Y cuál es el gran desafío?

-Tomar conciencia de que la vida humana es sagrada. Que cuando uno de nosotros sufre, un universo sufre, porque el sufrimiento y la humillación del otro, es parte de nuestra humillación y padecimiento.

-¿Significa romper con la indiferencia?

-Exactamente, porque hay mucha indiferencia. Quienes tenemos el privilegio de tener comida, vivienda y un trabajo digno tenemos que romper la muralla de la indiferencia y mirar al otro. Hay que quebrar eso, porque la vida humana es sagrada y no hace falta que nos maten para que violen nuestros derechos.
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