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domingo,
03 de
julio de
2005 |
Fuera de peligro. El máximo permitido internacionalmente es 27 voltios por
metro, aquí la más alta apenas es de 4,4 V/m
El municipio constata bajísimos
niveles de radiación en la ciudad
Son los resultados registrados en 22 lugares donde hay aglomeración de antenas de telefonía móvil
Adrián Gerber / La Capital
Los niveles de radiación en Rosario no se acercan ni por asomo a los límites permitidos internacionalmente. Así se desprende de las mediciones que el municipio ya realizó en 22 puntos de la ciudad con el fin de confeccionar un mapa del campo electromagnético y su modificación a partir del crecimiento explosivo de las telecomunicaciones, en especial de la telefonía móvil. Estos resultados, que sin duda pesarán en el debate sobre la instalación de antenas de celulares, eran esperados en particular por las personas que tienen sus casas próximas a lugares donde están emplazados los transmisores, ya que en varias ocasiones manifestaron preocupación por los posibles efectos nocivos que estos podrían provocar en la salud.
"Son datos auspiciosos, ninguna de las mediciones se aproxima a lo que podría ser un nivel de contaminación. Esto lleva tranquilidad a la población ya que había muchas dudas sobre el tema. El municipio seguirá con su política de intentar gradualmente que todas las antenas se ajusten a las ordenanzas", señaló el subsecretario de Gobierno, Horacio Ghirardi.
Hasta el momento el municipio realizó 88 mediciones en 22 puntos de la ciudad, algunos porque ya estaban marcados en el protocolo de trabajo y otros por pedido expreso de vecinos que viven cerca de alguna antena de telefonía.
Zonas calientes
Según los parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC), el límite máximo permitido de exposición a radiaciones electromagnéticas (ondas de energía que se mueven a través del espacio y a la velocidad de la luz) es de 27,5 voltios por metro (V/m). En los alrededores de la Bolsa de Comercio, una zona que a priori sería calificada de caliente por las múltiples antenas que existen, el aparato midió 4,40 V/m en la azotea del Palacio Minetti. Esta marca fue la máxima registrada hasta ahora en la ciudad. E incluso en esa misma zona pero al nivel de la calle los registros descendieron abruptamente: en Paraguay y Santa Fe, 1,78 V/m; Corrientes y Córdoba, 1,18 V/m; y en peatonal y Paraguay, 0,77 V/m. Es que la intensidad disminuye conforme aumenta la distancia de la fuente de energía electromagnética.
Los resultados hasta ahora demuestran que los valores de radiación de las antenas de telefonía en Rosario son muy inferiores a los estándares internacionales máximos, lo cual indica que técnicamente están lejos de lo que podría ser perjudicial para la salud.
El municipio creó recientemente el denominado Programa Antenas, dependiente de la Dirección de Obras Particulares, para desarrollar una amplia política de planificación y control de los sistemas de comunicación. Así, hace un mes, se comenzó a medir la radiación electromagnética en toda la ciudad con un equipo de última generación fabricado en Europa que demandó una inversión de 84 mil pesos. Rosario se transformó de esta manera en el primer municipio del país en contar con equipamiento y personal especializados para realizar estos controles.
El proyecto apunta a confeccionar un mapa del campo electromagnético de toda la ciudad en un plazo de un año. Están previstas mediciones en todas las esquinas del área céntrica (Pellegrini, Oroño y el río), cada 200 metros en el anillo de las segundas avenidas y en el resto de los barrios en todos los puntos donde haya aglomeración de antenas o pedidos puntuales de los vecinos.
La medición da cifras exactas, precisas y certificadas sobre qué es lo que está ocurriendo en la ciudad en materia de radiaciones. Y con estos datos se detecta si existen zonas riesgosas para la salud de la población, tomando en cuenta que la exposición a altas radiaciones electromagnéticas puede estar asociada con la aparición de enfermedades como el cáncer. Si bien está probado que las radiaciones generan calor, en niveles bajos no tienen ningún efecto sobre el ser humano porque el propio cuerpo tiene mecanismos autorreguladores que ayudan a evacuarlo.
En las últimas décadas, la humanidad viene asistiendo a un incremento sin precedentes, por su número y diversidad, de las fuentes de campos eléctricos y magnéticos utilizadas con fines personales, comerciales e industriales. Entre ellas están los aparatos de televisión y radio, las computadoras, los hornos microondas, los radares y los teléfonos móviles.
Ante este fenómeno la Organización Mundial de la Salud viene realizando investigaciones, que comenzaron en 1996 y concluirán el próximo año, sobre las consecuencias de la exposición a campos electromagnéticos no ionizantes (los ionizantes, como los rayos gamma y X, dañan los tejidos del cuerpo humano) por períodos largos, pero hasta ahora no se encontró ninguna evidencia concluyente de que causen efectos adversos en la salud. No obstante, el organismo internacional subraya que existen algunas "lagunas" e "incertidumbres científicas" que requieren más estudios y, apelando al llamado "principio de precaución", recomienda a los gobiernos "adoptar medidas preventivas que ayuden a reducir la exposición de la gente a los campos electromagnéticos", de allí los parámetros que se utilizan para medir la radiación.
Hay normas nacionales, provinciales y municipales que regulan la instalación de antenas para telefonía móvil en relación al impacto urbano, visual y ambiental. Estas exigencias no se limitan a respetar límites máximos de radiación, sino también a garantizar la seguridad de las estructuras y torres que las sostienen y cuestiones estéticas.
Así, el municipio viene profundizando los mecanismos de control de las antenas de telefonía móvil (en la actualidad hay 110 en la ciudad) tras los dos casos fatales ocurridos en la ciudad, uno el 28 de noviembre de 2000 cuando se desplomó la torre del Club Banco Nación, en la zona norte, y que provocó la muerte de un obrero; y el 26 de julio del año pasado tras el derrumbe de la estructura de Santa Fe 1470, donde murió otro operario.
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Los técnicos ya realizaron 88 mediciones.
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