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 viernes, 29 de abril de 2005  
El Colegio de Abogados de Rosario no le da la matrícula a Masciaro
Se trata del hombre que purgó condena por el asesinato de Jorge Sauán, a quien disolvió en ácido

El Colegio de Abogados de Rosario rechazó el pedido de rehabilitación de la matrícula de Juan Carlos Masciaro, el hombre que a fines de 1980 protagonizó uno de los crímenes más resonantes de la historia policial de la ciudad al asesinar al empresario textil Jorge Salomón Sauán, a quien desintegró en ácido sulfúrico. Masciaro había solicitado la rehabilitación de su matrícula tras considerar que ya cumplió su condena y venció el plazo de inhabilitación para ejercer la abogacía que imponía esa sentencia, pero el Colegio de Abogados se lo negó por cuarta vez. En esta oportunidad, la justificación fue que el hombre está radicado en Coronda, por lo que la rehabilitación debe pedirla en el colegio con jurisdicción en esa ciudad, es decir, el de Santa Fe.

La primera vez que solicitó la rehabilitación de su matrícula fue en 1995, pero el Colegio de Abogados de Rosario lo rechazó a pesar de que el Instituto de Ciencias Penales de esa entidad había establecido que no existía impedimento legal ni estatutario que trabara su rematriculación.

En agosto del 97 el hombre probó suerte en el Colegio de Abogados de Santa Fe, pero allí también la respuesta fue negativa. Unos meses más tarde, en febrero del 98, volvió a insistir en la circunscripción local, donde fue rechazado por no cumplir con "exigencias legales y estatutarias".

En febrero de este año renovó su pedido, pero volvió a ser rechazado. Según explicó uno de los vocales del directorio del Colegio de Abogados local, Juan Pablo Vitta, la decisión se tomó porque "no tiene domicilio legal en Rosario, sino en Coronda, y debe pedir su rematriculación en el Colegio de Abogados de la Primera Circunscripción.

Masciaro fue condenado a reclusión perpetua el 25 de diciembre de 1985 tras haber sido encontrado culpable del asesinato del empresario rosarino Jorge Sauán, ocurrido en diciembre de 1980. Dos meses antes del crimen, el por entonces joven abogado rosarino había dejado la cárcel tras purgar una condena de cinco años por estafas reiteradas.

Masciaro durmió al empresario con un cóctel de whisky y somníferos y después llamó a un familiar de Sauán y pidió un rescate. Los investigadores determinaron luego que el abogado había fingido un autosecuestro. Y cuando fue detenido, se esforzó por explicar que Sauán estaba en Brasil y se comunicaría con él para saber cómo iba su supuesto plan.

La policía pudo determinar algo muy distinto. Masciaro había colocado el cuerpo de Sauán dentro de un tanque de fibrocemento, lo había rociado con ácido sulfúrico, tapado con tierra y hasta plantado un ficus en la improvisada maceta.

Un testigo clave y el calor que irradiaba la maceta terminaron por desmoronar el casi perfecto crimen. Del empresario, los peritos sólo pudieron rescatar una prótesis dental, una pulsera, restos de zapato y un pedazo del pie derecho.

Masciaro fue condenado, salió en libertad condicional por buena conducta y asaltó una farmacia a mano armada en Moreno y 3 de Febrero. Volvió a Coronda, pero gracias al régimen de conmutaciones de penas quedó en libertad en 1994. Hoy trabaja en un estudio jurídico.
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