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viernes,
29 de
abril de
2005 |
Tentando
al destino
Hace más de un año, desde esta misma columna, comenté que con la convivencia de todos los partidos políticos se estaba preparando una nueva trampa para el electorado. Sostuve que el problema no era la ley de lemas, sino el sistema representativo proporcional. Aseguré que en su desesperada necesidad de defender sus intereses corporativos, los partidos políticos transformarían a un acto, que debería ser simple, para ser transparente, en una bestia de siete cabezas. El nuevo sistema electoral sólo será entendido por una elite y el ciudadano, llevado ideológicamente por métodos consumistas, se transformará una vez más en cómplice necesario para sostener esta nueva estafa a la sociedad. La falta de representatividad se profundizará y el poder se concentrará aún más en las cúpulas partidarias. El partido mayoritario en el Ejecutivo continuará manejando discrecionalmente la administración de los tributos (que es el poder) y los partidos minoritarios, que apoyaron esta continuidad del sistema representativo proporcional, serán recompensados con las dietas que obtengan de sus representantes elegidos por el electorado, sin que su presencia atomizada sirva de algo para la defensa de los intereses del ciudadano. Un simple ejemplo: ¿de qué sirve tener a un senador nacional de un partido sin representación nacional, si el 50% de los 71 senadores (en realidad 58%) responde al partido mayoritario y es obediente a sus instrucciones por deber su nombramiento a la cúpula partidaria? La cual, no olvidemos, ostenta este poder, asegurado por el sistema representativo proporcional. Todo lo contrario sería si los candidatos fueran elegidos por circuitos, y por mayoría absoluta. Es la única forma en que serán efectivos la representatividad y el posible control ciudadano sobre su desempeño. La época de la flexibilidad y los grises debe terminar. En la vida pública, todo debe ser blanco o negro. Si los políticos no logran realizar este cambio en forma consensuada y fracasa la democracia, un mesiánico puede asumir el poder de forma traumática.
Julio R. Sánchez, DNI 6.043.532
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